Una muerte más que anunciada. Como ya rogaban sectores del graderío del Palacio de los deportes de la comunidad de Madrid desde el último minuto del encuentro ante Francia del pasado miércoles, Juan Antonio Orenga ha dimitido como seleccionador del combinado español.
La hecatombe de la selección española en el mundial en el que ejercían de anfitriones ya se ha cobrado la primera víctima. Pese a no ser relegado aún de su ya ex cargo, Orenga ha apelado a la dignidad y ha tenido a bien bajarse de un barco del que había extraviado el timón desde hace ya una semana.
Que el ex pívot de la ACB no iba a continuar estaba más que cantado, pese a que, el pasado viernes en la sala de prensa del Meliá Castilla, José Luís Sáez afirmó que «Es erróneo focalizar toda la culpa en el seleccionador» y que «Iba a esperar un tiempo antes de tomar ninguna decisión respecto a la continuidad de Orenga». Un vano intento de aplazar el degollamiento del castellonés y así ganar tiempo para seleccionar un nuevo entrenador y no dejar bacante el puesto.
La Federación española de baloncesto ha querido agradecer a Juan Orenga su dedicación y trabajo que ha llevado a cabo estos últimos años. La gratitud es recíproca, ya que éste también ha dado las gracias por todo a los jugadores, cuerpo técnico y a demás trabajadores de la FEB, donde seguirá desempeñando un papel (aún por conocer) en el organigrama de la misma.