Ya han pasado tres semanas desde que el base titular de los Wolves, Ricky Rubio, sufriese un esguince en su tobillo izquierdo durante el partido de temporada regular que enfrentraba a los de Minneapolis frente a Orlando Magic, y aun así, el estado físico del jugador sigue siendo una incógnita.
Se esperaba que el alcance de la lesión fuera de 6 a 8 semanas, pero todavía no se ha fijado fecha de regreso para que el jugador pueda volver a vestir de corto. A la pregunta de cuando tenía planeado volver, Rubio contestó:
«No sabría decirlo. Pero mi familia vendrá por navidad, por lo que espero que me puedan ver jugando. Pero no puedo decir un plazo. Cada uno es diferente».
También comentó las sensaciones que tuvo en el momento de su lesión:
«Noté un ‘pop’ y sabía que se había acabado, miré y ya tenía el tobillo hinchado. Me asusté porque pensaba que se había roto y al mirarlo estaba azul. Afortunadamente no hubo fractura y le doy gracias a Dios. Es otra piedra en mi camino, pero hay que superarlo y ser positivo».
No le falta optimismo a Ricky que estaba cursando un inicio de temporada a un nivel alto, en palabras del jugador:
«Me estaba siendo bien, creo me encontraba en mi mejor momento en la NBA».
Y es que el español, desde la marcha de Kevin Love, decidió asumir galones en el equipo y postularse como uno de los líderes en el vestuario. Promediando 10,8 puntos, 6,3 rebotes y 11 asistencias antes del partido contra Orlando Magic, Ricky se encontraba entre los líderes en asistencias de la NBA.
Sin duda una gran pérdida para los Wolves, que desde la ausencia del base, encadena una racha de una victoria y cuatro derrotas.