Como un bálsamo recibieron esta madrugada los de David Fizdale la cuarta victoria consecutiva ante un Philadelphia 76ers que no levanta cabeza. Sin Conley y con Gasol como único adhesivo en ataque, el juego de los Grizzlies regresó a la vieja escuela: el baloncesto duro y defensivo que tanto cuesta paliar en los choques ajustados. El cuadro que protagonizó Philadelphia, también cargado de bajas, vislumbra una temporada tanto o más dura que la anterior. Esta vez solo jugaron 9 jugadores y de nuevo, otra derrota. Cuentan 8 seguidas y el futuro, por el momento, no deja ver un gesto amable en las canchas de la NBA.
El calentamiento pronosticaba un partido sin atisbos de espectáculo. Brett Brown daba descanso a Joel Embiid y Jahlil Okafor se despedía por una gastroenteritis para sumarse a las bajas de Jerryd Bayless, Robert Covington, Nerlens Noel y Ben Simmons. En el banquillo local, sin Vince Carter, James Ennis, Chandler Parsons, Brandan Wright y, por supuesto, el base predilecto de Fizdale, los novatos debían asumir responsabilidades. La buena noticia fue el regreso al parqué de Zach Randolph, tras 7 jornadas ausente desde la muerte de su madre.
Los primeros compases del encuentro respondían a un juego sencillo en ambas partes de la pista. Richaun Holmes fue el encargado de comandar las primeras acciones de los Sixers, que aprovecharon los despistes en la defensa ‘grizzly’ para adelantarse en el marcador. Los tiros cómodos y el acierto en defensa definieron los primeros minutos del conjunto de Brown. Tuvo que aparecer Gasol y reorganizar el ataque. Dos jugadas seguidas, un tiro sin defensa y una asistencia a Tony Allen, adivinaban el papel del pívot para lo que quedaba de noche. Holmes, que empezó dirigiendo a su equipo, no consiguió sumar más de 10 puntos en todo el partido. Con un total de 26 puntos, 12 rebotes y 3 asistencias, el center de Sant Boi no dio respiro a la defensa del norteamericano, un desgaste que finalmente hizo mella en su ofensiva.
El resultado, casi gemelo, acompañó a los dos zagas hasta el final del encuentro. Los osos no contaron con el despliegue arrollador que mostró Ersan Ilyasova en la pista de ataque. El turco, ex de los Thunder, demostró muy buena mano en momentos decisivos y supuso un verdadero quebradero de cabeza para el bloque de los Grizzlies. No alcanzó sus mejores porcentajes (7 de 19, en tiros de campo y 4 de 13, en tiros desde el perímetro), pero mantuvo vivas las esperanzas de romper la racha de derrotas que acumulaba su equipo.
Una dinámica y por momentos vistosa acción coral lo intentó en todo momento, especialmente en el tercer periodo de 12 minutos, cuando endosaron 34 puntos a la férrea defensa comandada por Randolph y Gasol. Pero ni Dario Saric, que metió 17 puntos y 7 rebotes desde el banquillo, ni la buena conducción de Sergio Rodriguez, ya que apenas superó la media decena de puntos, evitaron que los Grizzlies volvieran a rugir sobre la pista.
A pasos cortos, consiguieron silenciar el martilleo continuo de los de Philadelphia, si bien acumularon varios cruces erróneos en defensa que por poco cerraron la racha de tres victorias conseguidas. La lógica bajada de energía consecuencia del agotamiento tras las dos prórrogas disputadas ante New Orleans les dejó, tras canasta de Saric, por debajo en el peor momento.
Ni los doble-doble de Green (13 puntos, 10 rebotes) y Randolph (12 puntos, 14 rebotes) habrían servido para nada.
89-91 y 1:57 para el final. El público evidenciaba la derrota pero, con canasta incluida de Randolph, Memphis presenció una demostración de temple y concentración en el momento definitorio. Parcial de 7 a 0 y cuarta victoria a la hucha de las consecutivas. El resultado no terminó de sorprender. Los Sixers son un equipo con bastantes limitaciones y errores por subsanar, y los Grizzlies un gigante en los parciales ajustados.
El ambiente vivido en el FedEx… es difícil describirlo con palabras.