La Conferencia Este está plagada de equipos que están cumpliendo las expectativas y otros que están dando la sorpresa; pero como en todo rebaño debe haber ovejas negras, franquicias que no cumplan con lo esperado. Los Pacers no están sacando lo mejor de sí mismos pese al mucho movimiento que tuvieron en el pasado mercado invernal; los Pistons mantienen el núcleo pero Drummond sigue sin llevarles al siguiente nivel; en Orlando llevan ya años a la deriva y pese a conseguir a Ibaka, tampoco no han dado un paso más; mientras que los Wizards tienen una dupla exterior imponente y un pívot cumplidor, pero el banquillo no ha estado a la altura hasta ahora y se sitúan lejos de los puestos de postemporada.
Indiana Pacers
Los Indiana Pacers son una de las más recurrentes decepciones de estos primeros meses de competición de la NBA. La pasada temporada, que finalizó para ellos con una lucha digna contra los Raptors en primera ronda de Playoffs, propagó la sensación de necesidad de pólvora en Indiana. Este verano, pues, los Pacers se armaron hasta los dientes, con una actuación estelar en la agencia libre y Draft. Larry Bird sacó la varita mágica, ganando las partidas a los General Managers en los traspasos. Thaddeus Young, Al Jefferson o Jeff Teague fueron las principales incorporaciones, que, sumándose a Paul George, Myles Turner, Monta Ellis y un banquillo de ensueño, animaban a todo aficionado del equipo a ilusionarse. Los Indiana Pacers, sin duda, estaban llamados a ser mínimo top 5 en el Este, pero hoy están en una séptima posición que, al contrario, no aporta esperanzas a la franquicia. La plantilla de los de Indiana está muy compensada, es el sueño de cualquier entrenador. Las piezas están ahí, pero Nate McMillan, que estuvo muchos años a la sombra de Frank Vogel y que este año se ha alzado como una apuesta personal de la franquicia en el puesto de entrenador, no está sabiendo enlazarlas. Con una treintena de partidos transcurridos en la nueva campaña, el proyecto todavía cuenta con crédito, y el entrenador con margen. El nuevo galeón de Indiana hace aguas y necesita ajustes, arreglos necesarios para que vuelva a ser la flamante plantilla que acongojó a todos los equipos de la NBA antes de comenzar la nueva campaña.
Los de Indianápolis han estado vagando sin rumbo por las pistas este año dando, literalmente, una de cal y una de arena partido tras partido. Y es que la franquicia no ha conseguido enlazar ni tres victorias consecutivas con semejante plantilla. La irregularidad y el juego sin alma parecen causas importantes de este bajón, pero la consecuencia principal puede ser atribuida a diferentes cuestiones. La plantilla parece no estar todavía ensamblada. La defensa del equipo, vigésimo tercera clasificada en la liga (106.3 puntos permitidos al oponente por encuentro) está ligada a una pésima capacidad de rebote, donde están clasificados como los octavos peores de la liga. El ataque, top 15 de la liga, no consigue avanzar por la ínfima cantidad de asistencias que se reparten (decimoséptima – 21.8 – de la NBA). Nate McMillan no está encontrando el lugar a las diferentes estrellas con las que cuenta. Paul George está lejos de ser el all-around player del que dejó destellos visibles la pasada campaña, ganando su equipo por solo 1 punto cuando está en pista (lejos de los casi 5 de los años de las finales de conferencia). Jeff Teague está haciendo su trabajo, al igual que Myles Turner, que cumple a rajatabla con su evolución, tanto ofensiva como defensivamente, pero quedan jugadores de los llamados a cumplir un rol mayor que no están cumpliendo con lo estipulado (o el entrenador no está sabiendo encajarlos). Monta Ellis está enlazando su segundo año de bajón consecutivo en la liga, no llegando ni a los 10 puntos por encuentro. Thaddeus Young no está encajando bien, y Al Jefferson tampoco es que esté dando la campanada. Nate McMillan debe dar el paso y convertirse en el entrenador que ensamble las piezas de este gran roster.
Por suerte para la franquicia de Indianápolis, quedan 50 partidos en esta larga liga regular, cantidad suficiente para alcanzar el nivel de juego óptimo esperado de esta plantilla. Si consiguen comenzar a enlazar victorias y el entrenador encuentra la fórmula perfecta para el equipo, asegurar los Playoffs no será un problema para el conjunto. Por otro lado, las claves para que los Pacers terminen por carburar son bastante sencillas de explicar. Su jugador estrella se alza con el punto número uno, y es el que más debe mejorar y adaptar su juego a exigencias del nuevo entrenador para que el esquema pueda flexibilizarse y otros jugadores alcancen cotas mayores de juego en pista y por tanto, la aportación total mejore. Nate McMillan debería ser, no obstante, más permisivo con su esquema. Si el equipo no está funcionando dando pocos minutos a determinados jugadores (Al Jefferson) y muchos a otros (Monta Ellis), un cambio de esquema y dirección del juego ofensivo para nada resultaría negativo. Todo está en probar alternativas para Indiana. El caso es que no tienen mucho tiempo, y la mejora colectiva total en estos 50 partidos restantes desembocará en una actuación u otra en los Playoffs.
Orlando Magic
En parte, Orlando se encuentra entre las decepciones de la temporada por no haber sabido obrar bien tras muchos años de reconstrucción, cosa que les está llevando al ostracismo. En verano, la franquicia supo retocar bien la plantilla para seguir dejando el protagonismo a sus jugadores jóvenes. Victor Oladipo viajó rumbo Oklahoma con otros jugadores y Orlando recibió a Serge Ibaka para seguir intentando hacer gala de la cultura defensiva que Soctt Skiles trató de imponer la pasada campaña en el equipo. La defensa iba a ser una seña de identidad para estos nuevos Magic, pero, como veremos después, no está triunfando de manera sobrecogedora. Otra incorporación que sentaba las bases defensivas del equipo fue Bismack Biyombo, que consiguió un jugoso contrato tras los increíbles destellos defensivos mostrados en sus últimos partidos con los Toronto Raptors. Estos, junto a Jeff Green y D.J. Augustin, volvieron para contribuir al desarrollo de la franquicia con los jóvenes jugadores como Elfrid Payton, Aaron Gordon o Mario Hezonja. Sin exagerar, Orlando contaba con esperanzas de resarcirse de sus últimos años vagando por los más bajos escalones de la Conferencia Este, y luchar por plazas de Playoffs. Con un nuevo entrenador como es Frank Vogel, de corte defensiva, se suponía que los Magic no tendrían inconvenientes a la hora de mejorar progresivamente en su campo estrella, la defensa, pero hasta ahora en la liga se han mostrado como un conjunto débil atrás, y con pocas soluciones exteriores en ataque.
Si unos premios se celebrasen ahora mismo, Orlando Magic se llevaría el galardón al ‘Equipo más irregular’ de lo que llevamos de temporada. La franquicia de Florida ha enlazado tales franjas de irregularidad en 30 partidos, que terminan por sorprender. Actualmente, sus últimos 14 partidos han terminado con 7 victorias para ellos y 7 victorias para sus contrincantes, situación que parece estable y normalizada, aunque incluso aquí se encuentran fases irregulares. El esquema de Frank Vogel no está dando resultado, y los Magic se encuentran en la duodécima posición de la Conferencia Este, solo por encima de Nets y Sixers. El año de esperada salida de la reconstrucción está siendo un chasco, dado que los jóvenes, sobre los que se ha realizado dicho proyecto, no están respondiendo precisamente bien. Las apuestas como Serge Ibaka y Evan Fournier sí que están desatando su potencial, pero jugadores como Aaron Gordon, Elfrid Payton y Mario Hezonja (medio proyecto) no están teniendo su mejor temporada, ni mostrando a la franquicia una evolución marcada y un desarrollo sostenido, sino que algunos están perdiendo minutos y protagonismo en el marco de Vogel. Por suerte para ellos, queda mucho tiempo para enmendar las cosas, aunque no parece que el head coach de los Magic tenga pensado un cambio radical a su esquema, dado que no cuenta con los jugadores apropiados para eso. En ataque, se les está viendo muy limitados, y la defensa es el único campo donde pueden – y deben – mejorar.
Como apuntamos anteriormente, si Orlando desea pelear por unos puestos de Playoff de los que no está relativamente lejos, debe tener claro cómo mejorar su esquema. El juego interior y la defensa deben ser los puntos a mejorar y blindar, si un cambio exagerado no es propuesto por Vogel – y no tiene pinta – . Su defensa es la decimotercera mejor de la liga, una posición demasiado mediocre para un equipo que basa su juego en ella, y el ataque de los de Florida es el vigésimo séptimo de la liga (98 puntos por encuentro). La suerte que Orlando tiene es que los equipos que ostentan los dos últimos puestos de Playoffs actualmente (Hawks y Pacers) están en una situación tan irregular como la suya, y un día pueden estar arriba, y al siguiente en lo más hondo. Queda por mencionar una clave para que Orlando resurja de sus cenizas. Además de los potenciales del juego interior y la defensa ya mencionados, hay que pasar a culpar a jugadores y exigirles mayor rendimiento dentro de la pista. Uno de ellos es el pívot titular de Orlando, Nikola Vučević. Los 12 puntos y 10 rebotes por encuentro que promedia no son los que se esperaban de un pívot con unas habilidades y agilidad increíbles en ataque. Esta es razón para que Biyombo haya sido titular en 14 partidos, y él en otros 15. El replanteamiento del esquema por parte de Vogel, la escenificación de una plantilla con más interés en el juego interior y restar importancia a un juego exterior muy forzado para el que no se dispone de piezas deberían ser sustentos principales para la franquicia de Florida.
Detroit Pistons
La actuación de los Detroit Pistons en los pasados Playoffs, donde pese a perder 4-0 en primera ronda contra los Cavaliers, fueron un hueso duro de roer durante cada noche, les encumbró y situó como uno de los candidatos a reforzarse y rondar puestos altos en la Conferencia Este esta nueva temporada. El mantenimiento del grupo unido ya conformado, con alguna adición puntual, y sobre todo, bajo la mano de un concienzudo entrenador como es Stan Van Gundy, podría significar una reafirmación de la franquicia. Con jugadores como Andre Drummond, Reggie Jackson, Tobias Harris, Marcus Morris o Kentavious Caldwell-Pope, los que llamaríamos ‘veteranos jóvenes’, y todavía potencial joven por desarrollar, poniendo como ejemplo a Stanley Johnson, los Pistons prometían iniciar el ‘nudo’ de la estructura clásica de su cuento, para deleitarnos en poco tiempo con el desenlace que les llevaría a ser contenders. Un par de jugadores de banquillo, que es lo que les hacía falta, es lo que añadieron en verano, para terminar de proveer al equipo de una identidad equilibrada, poder atacar desde el exterior, desde el interior, y ser un equipo físico pero que a la vez mueve el balón. Una utopía maravillosa en el baloncesto. La razón por la que están en la categoría de decepciones, es que por desgracia no han conseguido materializarla.
La irregularidad ha sido un factor que ha definido perfectamente a los de la Motown durante este primer tercio de temporada. A pesar de ser un equipo que ha competido cada noche, no en todas ha logrado su cometido. A la utopía anteriormente mencionada, se le ha opuesto la incapacidad de anotar de los Pistons este año. Promediando solamente 98 puntos por partido, siendo el tercer peor equipo de la liga en ese aspecto. Pese a tener anotadores exteriores, interiores y de media distancia, no son capaces de aportar un punto más de calidad a ese apartado. El banquillo de Detroit es el que está pecando de más en la cuestión anotadora, y Van Gundy debería encontrar una solución que les lleve al siguiente nivel. Andre Drummond debería ser pieza clave en esta solución, pero se está quedando atrás: poca evolución se aprecia del Dre que vimos el año pasado comenzar on fire la temporada. Otra cuestión es la discusión originada frente al puesto de base. De estos 30 partidos jugados, alrededor de 20 se han disputado bajo la batuta de Ish Smith, un base organizador, que ha ‘acostumbrado’ al equipo a jugar generando muchas ocasiones gracias al movimiento de balón. Ahora ha llegado Reggie Jackson, el base generalmente titular, y el ataque de los Pistons ha degenerado en toques básicos como el pick and roll y poco movimiento de balón mientras este está en pista.
Los Detroit Pistons deberían hacer una lista con lo que deben hacer en los próximos 50 partidos si quieren afianzar su posición en Playoffs, como se mantenía antes de comenzar la temporada. Una de las prioridades para ellos debe ser fomentar su anotación, de forma que esto no perjudique a la defensa. Y añadimos ese matiz porque los Pistons son uno de los mejores equipos defensivos de la NBA hoy por hoy, concretamente el tercero. Y para un equipo cuya utopía era atacar y defender bien, y están los terceros en defensa (permitiendo solamente 97.5 puntos al oponente por encuentro) y vigésimo séptimos en ataque, está claro qué hay que mejorar. Otro aspecto en el que Van Gundy debería fijarse y que, a buen seguro, repercutiría en las victorias, sería darle confianza a Stanley Johnson. El rookie no está teniendo mucho protagonismo esta campaña, y eso implica poco desarrollo. Sabemos que tiene por delante a KCP, gran alero tanto ofensiva como defensivamente hablando, pero una segunda unidad donde Johnson figurase más tiempo podría alimentar el casillero de victorias de Detroit de forma consistente. Como antes comentamos, el banquillo es el que debe ponerse las pilas, ya que los titulares están actuando de forma correcta. Stan Van Gundy, por tanto y resumiendo, debería fijarse en la cuestión del base, en la mejora de la segunda unidad y con ello, del ataque, y en no descuidar la defensa para sacar a los Pistons de ese pozo que es la 11 posición de la Conferencia Este.
Washington Wizards
Los Washington Wizards finalizaron la pasada campaña de forma decepcionante, para nada cumpliendo con las expectativas creadas en los anteriores Playoffs y sin ver progresos en su interminable proyecto. En verano, el modelo del proyecto no cambió, y pese a que jugadores que antes habían sido claves en segunda unidad como Nené salieron del equipo, fueron reemplazados por otros del mismo corte como Ian Mahinmi. La creencia, por tanto, en el mismo proyecto que hacía dos temporadas casi llegaba a finales de conferencia, se mantenía. Por lo tanto, la franquicia debió pensar que los Wizards aspirarían a llegar a la postemporada en puestos de Playoffs. Con Kelly Oubre como principal joven a desarrollar y con una ligera preocupación por la consistencia general de las aportaciones de Bradley Beal, la temporada se venía encima, para terminar de constatar si el proyecto de Washington era válido o un simple espejismo. Scott Brooks, el nuevo entrenador, de corte mucho más ofensiva que Randy Wittmann, intentaría transformar a su gusto la fase de ataque de la franquicia capitolina, puesto que teniendo a un base organizador como es John Wall y exteriores del corte de Bradley Beal, las opciones son mucho más amenas.
En esta temporada 2016-17, y en relación con los otros tres equipos comentados en este apartado, Washington está siendo uno de los equipos más irregulares, pero con el matiz de que no es ‘la misma irregularidad’ de la que hablábamos en anteriores franquicias. Washington ya ha encontrado su camino esta temporada, pero vamos a comenzar por el principio. Al comenzar la temporada con nuevo entrenador las cosas nunca son fáciles. Una de las alternativas utilizada por Scott Brooks al principio y que puso en duda su gran validez como técnico fue recurrir en demasía a las aptitudes de John Wall y Bradley Beal en la faceta ofensiva. Los demás componentes del quinteto titular apenas aportaban, quitando algunas sorpresas como Otto Porter, y el banquillo se convirtió en una de las decepciones de la liga, salvando algunos componentes como Kelly Oubre. Para los de la capital, el inicio de campaña no fue nada fácil. Se plantaron en noviembre con un 3-9 de récord, que dejarían en los próximos seis partidos en la misma distancia (6-12). Pero en los últimos 10 partidos, Washington parece haber dado con la tecla a la hora de organizarse en el terreno de juego. Un sorprendente récord de 7-3 avala ahora a la franquicia capitolina, que aúna moral para 2017.
De cara al año nuevo, los Wizards deben centrarse en varios puntos si quieren afianzarse en los Playoffs, de los que no están lejos, solo a un par de partidos. El primer punto es la mejora defensiva que necesitan acometer. La de los Wizards es la novena peor defensa de la liga, pero mejorando día a día. Esta mejora no ha venido sola: hay jugadores como John Wall, que lidera la liga en robos (2.3), Otto Porter, que tiene un ratio de los mejores en robos-pérdidas (1.71 robos por 0.8 pérdidas) o Marcin Gortat, que es uno de los líderes de la liga en rebotes (11.8), notando su edad en el aspecto ofensivo. Otro foco en el que centrarse para los de la capital debe ser la redistribución de balones en ataque. John Wall está octavo en máximos amasadores de balón (un 31.2% de posesión cuando está en pista), y Bradley Beal trigésimo primero (26.6%), posición demasiado adelantada para ser un escolta tirador con un base que promedia cerca de 10 asistencias por partido. Entre ambos suman casi un 58% de posesión del balón, que debería disminuir si quieren mejorar su faceta ofensiva, que ya es bastante buena de por sí, la undécima mejor de la liga. El último punto clave en el que deben centrarse es su banquillo, que aporta muy poco. Jugadores como Trey Burke o Kelly Oubre deben reinventarse, y otros de la segunda unidad, reafirmar su rol dentro del banquillo. Para Washington puede ser muy molesto no tener la posibilidad de cerrar partidos por culpa de su banquillo.
Parece que los Pacers van de menos a más, pero se esperaba que fuesen uno de los que diesen mucha guerra en el Este, y de momento no han llegado a eso. Lo de los Wizards no se esperaba ese comienzo taaaan malo, aunque también han mejorado mucho desde entonces, algo que también era fácil.