Él estaba siendo elogiado en todo el mundo, lo había vuelto a hacer, tras ser el mejor como jugador, entrenador y directivo, había vuelto a sorprender a todo el mundo. No solo había constriudo un equipazo de la manera más bonita que hay – esto es, a base de draft- sino que ahora, en el último segundo del mercado de fichajes, había logrado conseguir a un gran y joven jugador como Evan Turner, que haría aún más invencible a su juego interior y a segunda unidad, a cambio de la antigua estrella del equipo, Granger, ahora convaleciente de una larguísima lesión y sin focos que le apuntasen, todos centrados en la nueva estrella de la liga, Paul George.
Todo parecía perfecto, idílico, Larry Bird tenía el mejor equipo de la NBA, el pastel más codiciado, y había conseguido la guinda perfecta para coronarlo. Solo que nada salió como apuntaba.
Y si el cierre del mercado de fichajes fue el punto más alto para Indiana en esta temporada, el partido de anoche fue el más bajo en años. Algunos discreparán – Dios nos libre de las verdades absolutas – pero lo de ayer no fue el típico partido malo que tiene todo equipo, por muy bueno que sea, cada X tiempo, no. Lo de ayer fue la culminación de un proceso de autodestrucción que lleva tiempo gestándose en Indianapolis. Sí, el inicio está en ese fichaje de Evan Turner que pareció descolocarlo todo en un vestuario y en una franquicia hasta entonces perfecta, pero el proceso lo hemos visto durante el último mes.
Partidos sin sobrepasar los 90 puntos, antaño mejores centers de la NBA que no solo dejan de defender, sino que se tiran partidos y partidos sin superar los 5 puntos, jugadores estrella que parecen apáticos, desganados, terrenales. Un entrenador que parecía haber sido capaz de marcar un estilo colectivo en ataque y muy sólido en defensa, aparentemente superado por la situación, todo eso ha sido el último mes de los Pacers, y todo eso fue el partido de anoche, el que los enfrentaba a los Atlanta Hawks.
Me van a perdonar los fans del equipo de Atlanta, pero el buen juego de su equipo anoche, con Jeff Teague entrando cada vez que se lo proponía, dando cursillos avanzados de pick&roll y pick&pop, y con Millsap y Antic tirando de manera excelsa. no es suficiente para explicar lo acaecido en Indianapolis. Y tal vez esta crónica se centre más en el mal juego ejercido por los de amarillo, que por el bueno de los Hawks, Si, es verdad. Lo siento. Pero es que Teague no es John Stockton, pero ayer lo parecía, y Antic no es Reggie Miller, pero ayer lo parecía. Y sí, es mérito suyo, pero también de un Roy Hibbert que parecía lento y grande como un Ent defendiendo los pick&roll, o de un Hill que nunca supo defender el perímetro. La defensa de Indiana fue anoche – y me van a permitir la licencia – una defensa “estilo Jedi”, consistente en seguir muy de cerca a tu rival, pero con la mirada, deseoso de poder quitarle el balón solo usando “La Fuerza”. Y así no se ganan partidos, así acabas 28-22 el primer cuarto.
Y más contra unos Hawks que salen tan serios como salieron anoche, anotando cuatro triples, capturando 5 rebotes ofensivos, y forzando dos faltas personales a West en el primer cuarto. Hasta Paul Millsap consiguió un espectacular 3+1 para asombro de propios y extraños. Pero lo peor estaba por llegar.
Tras un segundo cuarto en el que los de Indiana consiguieron empatar el encuentro a 50 puntos tras mejorar en defensa y, sobre todo, encomendarse al único jugador que parecía tener algo de orgullo, Lance Stephenson – también Paul George hizo un buen partido, pero nada comparable a «Born Ready»-, que acabaría el cuarto con 11 puntos (tres canastas seguidas) y dos rebotes. Una buena actuación en la segunda unidad de Indiana, dirigida por un correcto cuarto de Turner (2/3 TC y 1/1 T3), que de poco serviría tras la reanudación.
Solo hubo un equipo en el segundo acto, los Atlanta Hawks. Tanto es así que consiguieron sendos parciales de 8-0 y 14-0. ¿Cómo consiguieron hacer esto frente a una de las mejores defensas y equipos de la NBA? Pues muy fácil, solo tienes que conseguir que los rivales dejen de defender, que se les olvide cómo atacar –¡¡dos tapones de Korver a Hibbert!! – y tener a Jeff Teague. 22 puntos consiguió el bueno de Jeff, que seguía impartiendo clases de «pick&roll y me meto hasta la cocina».
Una ventaja máxima de 94-74, y metemos a todos los suplentes, que hay que guardar fuerzas para el segundo partido. De esta manera acabó Atlanta un choque que se llevó por 101 a 93.
Y Larry Bird pensando lo bien que habría estado durmiendo en su hamaca en French Lick hace un par de meses, en lugar de intentar mejorar algo ya perfecto. Tranquilo Larry, todos pensábamos que fue una jugada de genio, pero es que este deporte es precioso por cosas como esta. ¿Quién sabe? Igual esta derrota sirve para subir tanto como tu jugada de genio sirvió para bajar. Esto es la NBA, y aquí nadie sabe nada.
(*) Crónica realizada entre el arriba firmante y Samuel Delgado Peña.
Perdonado. jeje
Pero si, suele pasar… cuando hay un enfrentamiento entre grande y pequeño, siempre se sacan los defectos de los grandes que las virtudes de los «pequeños».
Y dicho esto, Let’s go Hawks!! Todo el mundo habla de un 4-1 para Pacers, pero no sé… la temporada y con lo visto en el primer partido, no lo tengo muy claro.