Enfundado de azul comenzó todo. Un azul claro, que se asemeja bastante al color del cielo.
Cielo en el que se ha ganado una plaza a base de ser, simplemente, Michael Jordan. Gracias a una beca de, como no, baloncesto, Air Jordan ingresó en la universidad de North Carolina, en la que se especializó en geografía.
13.4 puntos fueron sus primeras estadísticas en su etapa universitaria, siendo nombrado mejor jugador del equipo, aunque el pupilo más destacado de la plantilla fue un tal James Worthy, futuro integrante del salón de la fama.
En su segunda temporada vistiendo de cielo, el 23 fue catalogado como el mejor jugador de la temporada, recibiendo el Naismith College Player of the Year. El auge periplo universitario le pondría broche otorgándole la victoria a los Tar Heels en la final del gran baile de 1982, sellando dicho triunfo con un canastón sobre la bocina. Su primer cluctch, la primera vez que el natural de Brooklyn desmenuzaba las esperanzas de su oponente con la más bella de las crueldades. Su periplo universitario finalizaría en 1984. Michael se presentaría al draft. Pero eso ya es otra historia, que narraremos en la segunda entrega de «La leyenda Jordan«