El mercado de agentes libres de este verano ha estado protagonizado por varios nombres importantes de la liga. Todo se resolvió en lo que parecía un auténtico efecto dominó mediante el cual las piezas iban cayendo una tras otra, aunque sin lugar a dudas la primera ficha que desencadenó ese efecto fue la de Lebron James. Esta decisión fue crucial para que Chris Bosh firmara por cinco años con Miami Heat.
El 11 de julio fue un día decisivo tanto para Miami Heat como para Houston Rockets. Ese día Lebron James anunció su vuelta a Cleveland Cavaliers, mientras que los Rockets mandaban a Jeremy Lin rumbo a Los Angeles. Con este movimiento la franquicia tejana ganaba espacio salarial para afrontar lo que parecía una operación inminente, la llegada de Chris Bosh a Houston.
Sin embargo con la marcha de Lebron James, Pat Riley destinó todos sus esfuerzos en mantener al Ala-pívot en Miami. La oferta que la franquicia de Florida puso sobre la mesa de 118 millones por cinco años superaba los 88 millones en cuatro años que le ofrecían a Bosh desde Texas. Pero la paciencia esgrimida por Houston esperando hasta el último momento al jugador nacido en Dallas hizo que no igualaran la oferta que los Mavericks realizaron a Chandler Parsons.
Chris Bosh aceptó la oferta de Miami Heat porque según sus propias palabras «Siempre es negocio» y «Nada es nunca personal».
Además asegura que estuvo muy cerca de firmar con los Rockets y que mantuvo conversaciones con entrenadores, dirigentes y jugadores de la franquicia. Además de con Daryl Morey, general manager de Houston Rockets, y con el entrenador Kevin McHale.
Finalmente a pesar de la posibilidad de formar un Big Three con Dwight Howard y James Harden, el factor del dinero si parecía importante.
Pero según el propio jugador «No siempre se trata de dinero», dijo Bosh. «Pero uno sí quiere su valor total de mercado. Si usted trabaja duro para llegar a un cierto punto, usted quiere ser recompensado por ello», concluyó el jugador.