Ryan Anderson habla sobre el suicidio de su novia

Gia Allemand se intentó ahorcar en agosto de 2013

Ryan Anderson perdió a su novia Gia Allemand en agosto de 2013 cuando esta intentó ahorcarse en la casa del jugador. Gia, de 29 años de edad, pasó dos días en el hospital antes de morir, rodeada de familiares, amigos y del propio Anderson. Ahora, más de un año después, Ryan ha dado muchos detalles acerca de este fatídico momento a Chris Ballard, periodista de Sport Illustrated.

«Lo primero que vio Ryan al entrar en el cuarto del apartamento fueron las rodillas de Gia. Sus siguientes recuerdos son fragmentarios. Fue gritando y corriendo hacia ella. El cable de aspiradora que colgaba de la barandilla del segundo piso de la escalera de caracol estaba tan apretado alrededor de su cuello que al principio no podía soltarla. El perro de Gia, Bentley, estaba corriendo hacia él. Un vecino marcó el 911 mientras Ryan trataba de revivir Gia. Había una nota de tres palabras encima de la mesa del comedor: mamá consigue todo. Los paramédicos llegaron corriendo mientras Ryan llamaba a Donna, madre de Gia. Donna le gritaba que él sabía que su hija era sensible, que se suponía que debía protegerla. La policía entró empujando la puerta. Ryan tenía que responder a las preguntas, sollozando, culpándose a sí mismo. El entrenador de los Pelicans Monty Williams llegó con un guardia de seguridad del equipo buscando a Ryan. El jugador se dejó caer sobre la alfombra, de espaldas a la puerta, incapaz de levantarse. Williams cayó de rodillas y abrazó a su jugador. Ambos se mecieron hacia adelante y hacia atrás.

Para Williams la noche era una prueba. Era un entrenador de cuarto año que había jugado en Notre Dame y luego en cinco equipos de la NBA. Él y Anderson tuvieron una relación inusualmente cercana. Ambos eran hombres que se unieron de inmediato a pesar de las grandes diferencias en sus orígenes. Williams creció en la pobreza, fue abusado sexualmente cuando era niño y una vez en Notre Dame consideró el suicidio. Sin embargo, eso no le hace más fácil relacionarse con Anderson ahora. El dolor de cada persona es diferente.

Williams y el guardia de seguridad levantaron a Ryan, que estaba empapado en lágrimas y sudor, demasiado histérico para caminar. Arrastraron a Ryan hasta el ascensor y luego hasta el coche. Todavía en chanclas, raspaba el asfalto con tanta fuerza que sus dedos de los pies aún tienen callos blancos gruesos más de un año despúes.

Una vez en casa, se acurrucó junto a su esposa Ingrid y Ryan, en la habitación de la familia, rezaba.  «Esto va a ser difícil durante mucho tiempo», dijo Ryan. Esa noche, cuando el pastor de la familia se fue, Ryan lloraba tanto que se sentía como si estuviera seco o sangrando por dentro. Cada convulsión desgarraba sus entrañas.

Alrededor de la una de la mañana, a instancias de Ingrid, Monty llevó uno de los colchones de sus hijos a la sala de estar. Allí los dos hombres yacían a través de la noche. Ryan se acurrucó en el sofá y su entrenador en el suelo junto a él. Cuando Ryan quería hablar, hablaban. De lo contrario sólo se escuchaban su sollozos apagados. Por último, justo después de que saliera el sol, Ryan cayó en un sueño inquieto.

Ryan espera que cada vez que anote un triple lejano o capture un rebote, los aficionados piensen en Gia. Espera que la gente lea esta historia en Google y aprenda acerca de la depresión y de las señales de advertencia de suicidio. También espera que la gente se sentirá bien después de hablar de ello. Después de todo, alguien muere de cáncer y es descrito heroicamente. El suicidio es visto como algo egoísta. «Cualquiera que conozca a Gia sabe que egoísta era lo último que era», dice Ryan. «Ella nunca querría causar sufrimiento a nadie. Sólo quería escapar del dolor».

«La gente tiene que poner una cara a la prevención del suicidio y la supervivencia, y yo estoy bien siendo esa cara», hace una pausa. «No estoy lleno de alegría por hablar acerca de la experiencia más dolorosa de mi vida, pero tampoco me voy a un rincón a dejar que esto me supere».

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