Alentador. Dramático. Cuasi poético, podría decirse, fue el comienzo de la rueda de prensa de hoy en las instalaciones de Anoeta, con un Fisac «preocupado» por sus jugadores, que han adquirido los mismos males de los que adolecían hace tres meses, cuando llegó al club.
En una arenga más propia de Braveheart, Porfi se plantó hoy ante los micrófonos para hacer llegar una carta abierta a todos y cada uno de los miembros del equipo donostiarra, con un destinatario claro: sus jugadores; un grupo bueno, sencillo de entrenar y sencillo de llevar; con calidad, pero débil, muy débil mentalmente, que se está dejando caer en los brazos del «mal». Y es que los integrantes de la escuadra guipuzcoana no tienen la fuerza suficiente para enfrentarse a las adversidades y salir adelante en un momento en el que están «ya desangrados». Con su habitual fiereza, ha pedido una y otra vez durante los veinte minutos que ha estado sentado en la sala de prensa un poco más de esprit de corps a sus muchachos, con un discurso en el que ha fiado todas sus esperanzas en ser sólidos tanto en el apartado mental como en la disposición defensiva; en apretar, apretar, apretar y apretar, ir para delante, en una carrera que únicamente pueden ganar con el corazón, pues «ya ha llegado el momento de dejar de hablar tanto» y hay que pasar a la acción directa.
Una final para ambos. La mayor de las últimas oportunidades que tiene el Gipuzkoa Basket para conseguir la salvación, es como se ha referido Fisac al partido de este fin de semana contra el Bilbao Basket, con dos conjuntos que llegan heridos y con ansias de redención. Para él, la única posibilidad de su escuadra reside en la solidez defensiva, en no bajar los brazos en ningún momento del partido, en un duelo en el que se sabe netamente inferior pero con opciones, al que han de llegar «de rival» y no para recibir, como si fuesen el saco de boxeo o los conos en el entrenamiento de los bilbaínos, en un derbi vasco que se antoja calentito, muy calentito, y más después de la petición que ha hecho hoy Porfi: «quiero que sean peores personas deportivas, quiero que sean más agresivos, que se den de bofetadas si hace falta».
No hay relajación, no se pueden bajar los brazos, tiene que mostrar un poco de joie de vivre este equipo entristecido, que languidece en los últimos puestos de la tabla y está, en sabias palabras de su entrenador, constipado de nuevo, enfermo de muerte, quizás. «Que se tomen el neobrufen de una vez». Que ya va siendo hora.