Victoria de Los Angeles Lakers, en su Staples Center más púrpura y oro, ante los Minnesota Timberwolves. Una victoria que corta una racha realmente negativa, en una noche donde el protagonista no jugaba. Y es que Shaquille O’Neal ya tiene estatua en LA.
La noche no de hoy no era normal en Los Angeles, y es que era un día especial para Lakers. Las puertas se abrían antes en sus alrededores, se descubría, por fin, The Big Estatue, o lo que es lo mismo, la estatua Shaquille O’Neal en la Star Plaza.
Tras ver el momento del día, y disfrutar de todas las leyendas que acompañaron a Shaq, Kobe Bryant o Phil Jackson incluidos, era momento de partido, y ver si la sangre furiosa de DIESEL se pegaba un poco a los jóvenes Lakers. Sin lugar a dudas, eso fue lo más comentado hoy en LA, y es que el Efecto Shaq hoy se apoderó del Staples Center.
Ante tanta expectación los Lakers no supieron competir de primeras, ante unos Timberwolves que tampoco son la quinta esencia del buen juego en el Oeste. Aun así, los de Minnesota supieron marcar la pauta en la primera mitad, cerrándola con 40 puntos solo en el segundo cuarto, un buen registro para un equipo que está en crecimiento, con varios de los jugadores más deslumbrantes del futuro en la NBA.
Pero como ya os venia avisando, el efecto Shaq se olía en el ambiente, y según el gran Diesel hizo acto de presencia, algo cambio en el Staples. Esto, que puede sonar a gran chorrada de cronista, se confirmo nada mas acabar el partido, y es que los jugadores púrpuras reconocieron que ver al gran O’Neal les hizo sacar lo mejor de si. Así fue, como Lakers dominó el partido desde la segunda mitad, paso a paso, y sin excesos. E incluso, llevando el partido a una prorroga que les servía para acabar con su racha negativa de seis derrotas consecutivas.
Los mejores los encontramos en el dentro – fuera de Los Angeles, todo un clásico como bien recordara Shaq. Y es que esta noche, lo mejor lo pusieron Jordan Clarkson y Julius Randle, para llevar a los suyos a la victoria final. Clarkson se iría a los 35 puntos y 5 asistencias, mientras Randle firmaría 23 puntos, 12 rebotes y 2 tapones, dominando una zona por donde el viejo O’Neal campaba a sus anchas hace algún tiempo.
En los Timberwolves, evidentemente, destacar la aportación de sus mejores hombres, donde Andrew Wiggins y Karl-Anthony Towns son sus cabezas visibles, y donde Ricky Rubio empieza a poner un poco de orden a tanto talento sin control. Pero también, comentar que los Wolves parecieron superados por los excesos de la noche, y de la celebración del día, viéndose superados en un final de encuentro en el que no supieron como reaccionar.
Pese a todo, como olvidar los 36 puntos y 5 rebotes de Wiggins, los 25 puntos y 13 rebotes de Towns, o la magia de Ricky Rubio para sus 19 puntos y 15 rebotes. Datos que hablan muy bien de lo que se está creando en Minnesota, pese a que los resultados no son consistentes, lo serán en un futuro. Hay un plan en los Wolves, y esa sensación es palpable por cualquiera que les vea jugar.
Hoy, era la noche de Shaquille O’Neal
Pero hoy era la noche de Lakers, una noche especial, esa donde se hacía honor a uno de los mejores jugadores de la franquicia. Por eso, y por otras muchas cosas mas, las noches especiales en Lakers, son noches donde se cumplen sueños, aunque el que los tenga que cumplir sea el segundo peor equipo de la NBA.