Amar’e Stoudemire se despide de la NBA con una emotiva carta

Tras anunciar su fichaje por el Hapoel Jerusalén

Amar'e Stoudemire
Keith Allison (CC)

Lo de Amar’e Stoudemire estos días ha sido un no parar. Hace unos días decidió fichar por los New York Knicks, para retirarse como un Knickerbocker, tras la negativa de los Phoenix Suns de ofrecerle un contrato cuando el All-Star intentó ponerse en contacto con ellos y no recibió respuesta alguna. Y tras la retirada oficial de Amar’e Stoudemire de la NBA después de estar 14 temporadas en la élite de la mejor liga de baloncesto del mundo, se conoció la noticia de que pasaría las próximas dos temporadas jugando en la liga israelí con el Hapoel Bank Yahav Jerusalén, equipo del cual también es co-propietario.

 

El ala pívot no quería marcharse de la NBA sin despedirse de todas las personas y equipos que han hecho posible que haya tenido tanto éxito, y lo ha hecho con una carta que ha publicado en The Players Tribune bajo el nombre “Esto no es un adiós», la cual te traemos completa en español:

Esto no es un adiós

¡M-V-P! ¡M-V-P! ¡M-V-P!

Era el 15 de diciembre de 2010. Había anotado 30 o más puntos por noveno partido consecutivo, un récord de los Knicks en el Madison Square Garden, estaba vivo, quiero decir, me sentía vivo, me animaban a mí, nos animaban a nosotros, nunca había oído nada igual, nunca antes había oído el amor de esta forma. Por primera vez en mucho tiempo, los Knicks fueron un equipo a tener en cuenta. Perdimos por dos puntos contra los Celtics esa noche (después de que un triple mío sobre la bocina no fuera válido). Pero lo más importante, hubo un despertar. No sólo en el MSG, en toda la ciudad.

Todo el mundo iba a nuestros encuentros, y si no podían ir a los , iban a bares para verlo. La gente estaba disfrutando, antes y después de la fiesta. Juro que nosotros revivimos la economía de Nueva York. Éramos como estrellas de rock, yo, Raymond Felton, Danilo Gallinari, Timofey Mozgov y el resto del equipo. Obviamente ser celebritys no era nuestro trabajo, fue divertido, pero nuestro trabajo era ser grandes jugadores de baloncesto y ganar para ser el número uno, aún así, no se puede superar con ser una estrella de rock.

Millones de niños soñaban con jugar en la NBA, muchos lo hacían allí, pero sólo un pequeño número llegan a escuchar a miles de personar gritar ¡M-V-P!.

Lo más loco es que si hubiera continuado por el mal camino que llevaba en el instituto, nunca hubiera escuchado esos cantos.

Cuando yo era un novato en el instituto de Cypress Creek de Orlando, me di cuenta que iba por un camino peligroso, estaba saliendo con compañeros equivocados. Habían empezado a abandonar las clases y mis notas comenzaron a bajar, sabía que tenía que despertar, escapar y centrarme en el baloncesto.

Hablé con mi entrenador y mentor, Burney Hayes. Mi padre murió cuando yo tenía 12 años y mi madre estaba en la cárcel. El entrenador Hayes fue una de las personas que me acogió y le dije; “Entrenador, tengo que salir de aquí, estoy empezando a tener problemas, ¿hay algún lugar dónde pueda ir?.

Me respondió que iba a investigar un poco, y volvió al día siguiente con dos opciones, Oak Hill Academy o Mount Zion. Por aquel entonces no sabía nada de Oak Hill, excepto que era una escuela para varones. Tenía 15 años y a pesar de que estaba tratando de mantenerme alejado de los problemas, sabía que no iba a ir a una escuela para varones, así que elegí Mount Zion en North Carolina.

El primer día de entrenamiento allí, el entrenador nos despertó muy temprano, como a las seis de la mañana y nos llevó al campo de fútbol y gritó:

“Bien chicos, toca correr por las escaleras alrededor del estadio, ida y vuelta”

Espera, ¿ida y vuelta?, ¿de este estadio?, ¿qué?

Yo sólo era un novato, iba resoplando por las escaleras, mis compañeros de más edad estaban acostumbrados, por lo que iban gritándome ¡vamos Stat, venga!.

Cuando terminamos, el entrenador nos dio agua y nos dijo, ¡bebed y nos vemos mañana!, – y eso fue sólo el primer día

Sin embargo, todo valió la pena, cada entrenamiento, cada escalón, todo hizo que tuviera expectativas mayores. Una elección del top y finalmente, uno de los mejores jugadores de la NBA, dónde jugué junto a los mejores y ofrecí mi mejor versión.

Hoy en día me siento a reflexionar sobre mi carrera en la NBA y quiero tomar un minuto para agradecer a todos estos chicos.

Vamos a empezar con el lugar dónde comenzó todo, en Phoenix con Stephon Marbury. Yo era su novato, me acogió bajo sus alas y me mostró el camino. Demasiada gente olvida que fue todo un All Star y un jugador de contratos máximos, él significa mucho para mí.

Luego está Steve Nash. Antes de que llegara ya teníamos un gran núcleo, Joe Johnson, Shawn Marion y Leandro Barbosa. Cuando llegó Steve a bordo, llegamos a un nivel completamente nuevo. Todos nos alimentábamos de él, un base que sólo se centra en lograr que la bola esté dónde tiene que estar acaba haciendo mejor a sus compañeros, abre todo el juego, redefinimos el baloncesto. En la posición de pívot no teníamos el tamaño como Shaq o Karl Malone, pero teníamos velocidad. Mike D´Antoni tomo esta decisión, los equipos no estaban preparados para ello, no estaban preparados para posesiones de 7 segundos o menos.

Y los pases, ¡Wow!, sólo me río pensando en ello, no sé como Steve hizo algunos de esos pases, con el calor del momento en la cancha, no te das cuenta que realmente fue un gran pase, pero una vez que me dan la oportunidad de ver la repetición, ya sea en la pantalla o en las sesiones de práctica le miro y le digo, ¡vaya pase!.

Steve fue uno de los mejores pasadores y tiradores que he visto nunca, y yo tenía el mejor asiento para verle trabajar, llevó mi juego a otro nivel completamente nuevo y me mostró lo que significaba ser un líder.

No me puedo olvidar del tipo grande, Shaq, a quién idolatraba, y con quién llegué a jugar en 2008 y 2009. Hicimos un gran trabajo también. Yo estaba haciendo grandes números ya que se llevaba toda la atención de la defensa de los otros equipos.

Luego está Dirk Nowitzki, el jugador más difícil que he tenido que defender. ¿Fadeaway con una sola pierna?, eso no hay quién lo detenga. Por suerte, cuando estábamos en el mismo equipo en 2015, no tenía que hacerlo, podía disfrutar de verle trabajar.

Pude jugar un poco con Dwyane Wade este año, otro seguro Hall of Famer. Mantiene su dribbling y es engañosamente rápido, sólo necesita hacer dos dribblings para hacerse hueco y reventar el aro. Parece que juega a velocidad de crucero, pero al final de la noche lleva 28 puntos y 9 asistencias.

Por último, pero no menos importante, Carmelo Anthony. Creo que es el mejor anotador puro en la NBA, es algo tan fácil para él cuando está en su mejor momento. Juega de forma totalmente diferente al resto de nosotros. Esa noche, en la que anotó 62 puntos en el Garden, todo era fácil para él, podría haber conseguido 70, tal vez más, simplemente fluía por la cancha. Eso es de lo que trata este juego, llegando a un nivel como Carmelo cuando está en racha, es divertido de ver, y yo estaba allí.

Durante 14 temporadas en la NBA he experimentado mucho baloncesto, llegué a jugar con mis héroes de la infancia, me ayudó a cambiar el juego para siempre y llegué a sentir mucho amor de los aficionados.

Ese amor y esa emoción que sentí en New York y en Phoenix, no hay nada mejor que eso. Voy a llevar conmigo todo eso a mi nueva etapa de mi carrera. Siempre amaré esas ciudades, la forma en la que me recibieron y me convirtieron en el hombre que soy hoy en día. Esas ciudades, esas personas, estarán en mi corazón para siempre

Me retiro de la NBA, pero no voy a decir adiós al baloncesto por el momento. Mi siguiente paso será jugar para el Hapoel Jerusalén, uno de los mejores equipos de Europa. No se trata de coger un cheque en el extranjero, se trata de un viaje espiritual. La Escritura habla de Jerusalén como un lugar santo, y lo siento cuando estoy en la ciudad. Esta es una oportunidad para mí para ser un mejor marido y un mejor padre, que me ayude a guiar a mi familia. La oportunidad de jugar allí, y crecer como jugador y persona, es una bendición.

 

Como mi padre solía decirme, «El cielo es el límite», así que es hora de elevarse.