Tom Izzo y el reconocimiento a su escuela espartana
Gary Harris recuerda los dÃas de universidad bajo su mandato
El fin de semana fue uno de esos momentos especiales que no pasan desapercibidos para los amantes del basketball puesto se reconocen las trayectorias de aquellas leyendas que han honrado al deporte de la pelota naranja otorgándoles un ascenso al Olimpo: el Naismith Memorial Basketball Hall of Fame. En esta oportunidad, una de ellas fue el destacado entrenador de baloncesto universitario Tom Izzo, emblema de los aguerridos Spartans de Michigan State, con quienes ya lleva ¡33 temporadas! (21 como entrenador en jefe) en las que ha obtenido múltiples conquistas siendo la más destacada el Campeonato de la NCAA del año 2000 y llegar a la final del 2009, además de 7 Final Four y 7 campeonatos estatales de una de las más duras divisiones del baloncesto universitario, la Big Ten Conference.
Para hacernos una idea: suma 19 clasificaciones consecutivas al torneo de la NCAA, el popular March Madness, por lo que Tom Izzo es conocido en el ambiente como Mr. Marzo. Por si no fuera poco ha alcanzando la racha más larga de victorias como local en la historia de la NCAA, toda una leyenda viviente.
Los equipos de Tom Izzo son conocidos por su tenacidad defensiva y fortaleza en los rebotes, como particularidad de sus entrenamientos prueba a sus jugadores usando cascos y hombreras para que no le teman al contacto durante el juego. Su lema es ‘los jugadores juegan, los jugadores duros ganan’. Y esto no nos debe de extrañar cuando repasamos quienes han sido los que han pasado por sus filas: Draymond Green, Gary Harris, Zach Randolph, Jason Richardson, Denzel Valentine, Adreian Payne, entre otros hombres rudos.
Uno de ellos que se ganó todos los premios en la Big Ten Conference y representa aquella ferocidad defensiva es Gary Harris, de los Denver Nuggets, el escolta no ha querido estar exento de los reconocimientos a su padrino en el basketball y ha dedicado una carta recordando algunos pasajes de sus años universitarios bajo el mando de Tom Izzo.
«Tom Izzo entró a la cafetería de mi instituto en Fishers, Indiana. Tomó una de esas bandejas de comida rojas y se sentó en el asiento junto a mis amigos y yo. El coach había venido a reclutarme para jugar en la Universidad de Michigan State y no pasó mucho tiempo hasta que todo el mundo en aquella mesa quisiera unirse a él allí también.
Yo estaba tratando de aparentar estar bien como si eso no fuera gran cosa, pero ¿a quién estaba engañando? una leyenda había venido a reclutarme y la sensación era bastante buena. Tomó un almuerzo caliente, bebió un cartón de leche y parecía mucho más como uno de los chicos del instituto que un entrenador del Hall of Fame con un campeonato nacional y siete viajes al Final Four.
En ese momento yo aún era un proyecto serio de jugador de fútbol americano en el Instituto. En el segundo año aún no me había comprometido con el baloncesto sobre una base de tiempo completo. Para el siguiente año el entrenador Izzo viajaría de nuevo a Indiana un viernes por la noche para ver uno de mis partidos de fútbol americano. Todos saben lo mucho que ama ese deporte, lo cerca que ha estado de su amigo de la infancia Steve Mariucci (ex-entrenador de la NFL), y cuán comprometido ha estado en los programas de Michigan State sobre Nick Saban y Mark D’Antonio. Pero principalmente la gente conoce acerca de la fortaleza física de los Spartans en el basketball bajo la dirección de Tom Izzo, cómo nos pondría las hombreras acolchadas y nos dejaría soltarnos en el campo de prácticas.
Mi pasado en el fútbol americano hizo que todo ese ajuste fuera más fácil para el coach Izzo porque Michigan State nunca ha sido un programa para chicos blandos que demuestren con facilidad sus sensaciones de dolor.
Se aprende rápido con el entrenador Izzo: concentrarse en el juego, las prácticas, las asignaciones o enfrentarse a su ira. Avanzo rápido para llegar a mi año freshman en el juego inicial en Alemania contra UCONN por televisión. Ganamos el salto inicial y yo corrí por la pista para iniciar la ejecución de nuestro primer set de jugadas, solo que me bloqueé y olvidé la jugada. Todos me estaban mirando y yo estaba como perdido, me fui a una esquina y me quedé allí.
Mi mente no estaba donde debía haber estado y el entrenador Izzo me lo hizo saber en el medio tiempo: ¡Tienes miedo Harris! ¡te cagaste en los pantalones!.
Él me desafió y tuve que responder. Eso siempre fue el tema con el coach Izzo: ¿podría manejar sus retos? ya que venían y tenía que saber responder a ellos o no podría jugar en Michigan State.
Sí, había jugado fútbol americano y nunca temía al contacto en la cancha que era propio de nuestro estilo agresivo de la Big Ten Conference. Pero no siempre jugué con la intensidad y la ferocidad exterior que el entrenador quería ver en mí. O en sus palabras Eres tan guaaaaaaaaaay, Gary Harris.
Estaba decidido a sacar eso fuera de mí cada día y hubo unos pocos momentos en esas dos temporadas en Michigan State en donde él me presionó tan fuerte que sacó más de lo que yo mismo hubiera esperado haber compartido con él.
Una vez había salido en dirección el banquillo y se me salió un ¡Joder! contra él y uno de mis entrenadores asistentes me corrigió: ¡No se puede hacer eso con el entrenador!. Estaba en lo correcto, pero lo hice.
Después de ese juego me duché y cuándo estaba saliendo del vestuario el Breslin Center aún seguía molesto echando humos, hice como que no ví al entrenador a través del camino hacía fuera del edificio, y de repente se escuchó una voz sobre mí: ¿De verdad?, ¿de verdad? ¿Me vas a gritar de esa manera y vas a caminar afuera sin decirme nada?.
Y ahí estaba aquel entrenador Izzo llevando una gran sonrisa en su cara diciendo simplemente: de vuelta al trabajo mañana y te toca apretar el botón de resetear».
Un señor del basketball que merece este reconocimiento y muchos más a un tipo que ha dado su vida por el desarrollo de este deporte y la formación de jóvenes promesas que brillan en la NBA.
Compartimos con ustedes un vídeo hecho por la liga para repasar una carrera brillante y que aún no encuentra punto final.