Utah Jazz: mejora constante en la gira

Los Jazz se han enfrentado a una gira muy larga

Michael (CC)
Michael (CC)

Es temprano, muy temprano. Ha comenzado la temporada y casi todos los equipos están en rodaje y tratando de encajar sistemas nuevos y piezas nuevas, y precisamente algo novedoso está pasando con los Utah Jazz: es un requisito absoluto un cambio para poder evolucionar  y conseguir una mejora significativa en el juego, en el equipo y se poder avanzar hacia los sueños que dicen tener (y que queremos que consigan).

Están formando un nuevo comienzo, en una nueva temporada, en un nuevo camino. Hasta ahora, especialmente en los últimos partidos, el equipo mormón está pisando fuerte y dominando el juego después de haber ganado tres partidos consecutivos contra los Spurs, los Knicks y los Sixers. Todas esas victorias han sido convincentes, con Utah alejándose en el último cuarto y demostrando un buen juego en equipo con George Hill al mando. En otras palabras: un buen comienzo. Pero no se trata de los partidos que has jugado, sino de lo que tienes que tienes que jugar.

Si atendemos al calendario, podemos observar que los Utah Jazz han realizado  un viaje por carretera que lleva al equipo a través de cinco ciudades en siete días, incluyendo el partido pasado del miércoles en Charlotte contra los Hornets en el Time Warner Cable Arena, que hace de este uno de los viajes más largos y duros de la temporada. Y aquí un pequeño detalle: no existe un equipo campeón que sea incapaz de ganar eficazmente fuera de casa. No es que el equipo de Salt Lake esté en la pelea para alzar el trofeo Larry O’Brien (hoy en día en el Oeste se antoja casi imposible), pero un registro positivo en la gira de partidos fuera de casa sería al menos dar un gran paso en la dirección correcta. Y las cualidades necesarias para emprender este camino correcto se han demostrado en estos últimos partidos.

A lo largo de los años, los Utah Jazz no pudieron ganar de forma consistente en las giras de partidos como visitantes, empleando como excusa principal que eran demasiado jóvenes o bien que les faltaba un claro desarrollo en su juego. Siempre eran jóvenes, no ofrecían garantías ni una evolución en su juego eficaz. Se negaban a crecer…

Pero parece que eso ha cambiado. La introducción de George Hill y Joe Johnson en la plantilla junto a los  jóvenes puede transformar a estos chicos – incluso Dante Exum y Trey Lyles y Rodney Hood y Rudy Gobert y el resto – en hombres adultos (como dijo una vez Kevin Garnett en medio de un partido con su famoso trash talking: «esto es un juego de hombres, no de críos»). La aportación al sistema de juego de los veteranos junto al retorno a la actividad de Gordon Hayward y Derrick Favors están haciendo una combinación más que positiva en la plantilla de los Utah Jazz, más allá de las simples estadísticas. 

George Hill puede promediar unos 20 puntos y cinco asistencias por partido, Johnson 13 y tres procedentes de la banca, pero su efecto práctico es mayor que eso. Alzan el equipo, meten tiros clave, sostienen al equipo en los momentos calientes y de cara a la recta final, y otorgando a todo el grupo la suficiente confianza para que pueda hacer lo mismo.

La defensa es siempre importante y más en estos Utah Jazz, ya que es – o puede ser – una presencia constante, algo que no debería variar con las multitudes, el ruido, la energía negativa, la configuración, las ciudades, los telones de fondo. Simplemente debe estar presente. Y como Quin Snyder dijo que después de la victoria como visitante sobre Philadelphia, el segundo juego back to back, la noche del lunes, la defensa de los Jazz fue intensa y consiguió más resultados positivos conforme avanzaba el partido contra los Sixers.

Sin embargo, los jugadores tienen responsabilidades más allá del baloncesto. Soy un firme defensor de que la química de un equipo es esencial para poder avanzar, además del sistema de juego y la estadística, destacando el equilibrio entre los jugadores y entrenadores como la parte más difícil del trabajo. Y todo sirve en trabajar las relaciones del equipo, destacando largas conversaciones entre los propios jugadores, formando amistades que duran toda la vida. De hecho, Gordon Hayward y Jeremy Evans se convirtieron en los mejores amigos cuando eran novatos aislados en lo que entonces era un equipo veterano, una amistad que sigue siendo tan fuerte como siempre.

Todo estos ejemplos traen a la mente las palabras de Karl Malone, quien dijo que la clave para ser un buen equipo que gana en los partidos de gira en la carretera frente a un buen equipo se reduce a «estar juntos, tener confianza, y estar tranquilos». Esto es lo que los nuevos Jazz están mostrando. Están evolucionando juntos, tomando ánimo, mejorando el juego y la defensa … y creciendo. El efecto positivo de liderazgo en el baloncesto junto con el talento necesario y una actitud positiva marcan la diferencia.

Los Jazz todavía pueden perder partidos fuera de casa, es en principio lo normal. Pero si ganan más juegos de los que pierden, siguen imponiendo su juego y su defensa a base del liderazgo de los nuevos jugadores, se continuará una espiral que está dando muy buenos frutos. No existe un límite esta temporada, más allá de avanzar y evolucionar la plantilla. Es un principio para forjar grandes sueños. Los sueños de Salt Lake City se hacen poco a poco, paso a paso, y están demostrado toda la intención de hacerse realidad.