Siendo honestos, si en enero alguien me hubiera dicho que el Valencia Basket iba a disputar todas las finales a las que optaba me hubiera reído. No lo veía factible. Solo consideraba accesible la Eurocup porque era uno de los grandes objetivos del equipo y, en caso de que saltase la sorpresa, la Copa del Rey. En las otras competiciones ni si quiera pensaba.
Algunos de mis compañeros me decían que la liga era posible, pero me costaba trabajo pensar que se pudiera ganar. No olvidemos que el Real Madrid firmó un auténtico temporadón, finalizando en primer lugar en la fase regular de la Euroliga y de la Liga Endesa. Ese esfuerzo por terminar encabezando ambas clasificaciones les hizo llegar justos de fuerzas a la final de la liga nacional. Los taronjas supieron jugar sus bazas y eliminar a los tres conjuntos españoles que militaron en la mejor competición continental. Una hazaña histórica para un club infravalorado.
En septiembre de 2017 podemos decir que este está siendo el año del Valencia Basket. Lo han bordado en todas las citas clave, a excepción de la final de la Eurocup. Es muy difícil jugar al nivel que lo han hecho en las cuatro competiciones. Solo dos días decisivos para borrar de la retina. En la Copa del Rey lo dieron absolutamente todo para proclamarse campeones pero se encontraron con un Sergio Llull estratosférico que decantó la balanza para los merengues, un equipo hecho para dominar. Aquella final no la perdieron, la ganó el Madrid. Sin embargo, en la Eurocup fue claramente una derrota, dejando una imagen preocupante para el desenlace del curso.
La unión del vestuario, unida a la implicación de todos los responsables del bloque provocó la resurrección taronja en el parquet. Supieron recomponerse poco a poco para llegar en unas condiciones óptimas a los Playoffs, a pesar de la nefasta actuación en el último encuentro liguero ante el UCAM Murcia. En primer lugar dejaron atrás al FC Barcelona por 2-1, para después superar, con factor cancha en contra, al Baskonia con un sensacional Fernando San Emeterio. De esta manera se metían en la segunda final liguera de su historia.
Vencer al conjunto blanco en una serie al mejor de cinco era una tarea prácticamente imposible. Pese a ello, el cuadro dirigido por Pedro Martínez dio un recital de baloncesto y se adjudicó el título más importante de su historia. Ganarle la liga al que había sido el mejor equipo de Europa tuvo muchísimo mérito. A día de hoy no sé qué fue más increíble si el título o doblegar al Real Madrid tres veces seguidas. Me sigue pareciendo un sueño.
Llegó el inicio del verano con mucha incertidumbre por saber quién se quedaría en el buque campeón. Pedro Martínez no logró renovar y Txus Vidorreta llegó a la capital del Túria con una filosofía de trabajo similar a la del catalán, algo que ha ayudado a seguir en la buena dinámica grupal. Las incorporaciones de Tibor Pleiss, Erick Green, Aaron Doonerkamp y el joven Alberto Abalde ayudarán a darle continuidad al empeño puesto durante el curso pasado. La primera muestra del trabajo bien realizado se ha visto en Gran Canaria, donde los valencianos se han apuntado la Supercopa Endesa.
El barco sigue remando en la dirección correcta, con otro capitán. Queda mucho recorrido para llegar a puerto en diciembre y cerrar un año natural para enmarcar. Lo que está claro es que a nivel de títulos este ha sido el mejor de los 30 años vividos.
Larga vida al Valencia Basket.