Manual de uso de Andre Drummond
El pívot ha empezado bien, toca mantenerlo en forma
«With the 9th pick in the 2012 NBA Draft, the Detroit Pistons select Andre Drummond, of the University of Connecticut»
Después de ver a Austin Rivers emocionado por no haber sido seleccionado por los Pistons, el comentarista de ESPN empezaba a citar la retahíla de grandes hombres de pintura que los Pistons habían tenido durante su historia. Bob Lanier, John Salley, Bill Laimbeer, y ahora Greg Monroe y Andre Drummond. Con Monroe el futuro ha dicho que no, pero no cabe duda que por 2012 el jugador de Georgetown tenía muy buena pinta.
Desde entonces ya nos conocemos muy bien la progresión de Andre Drummond. Desde sus primeros pasos en la época Batman&Robin con Will Bynum desde el banquillo, reboteando y bajando alleyoops, pasando por su dupla en la pintura con Monroe en la titularidad, su creciente protagonismo e intento de mejorar su técnica en el uno contra uno, su intento de liderar el equipo y hasta su actual forma, la de pívot rocoso en el interior con una creciente visión de pase y la misión de que la pelota no esté mas de 5 segundos en sus manos, Drummond ha tocado todos los palos hasta tener claro en que situaciones se encuentra mejor aprovechado.
Andre Drummond ha estado en los infiernos hace poco. Parecía que como más dinero cobraba, peor jugaba. En su época de contrato de rookie el pívot llegó a ser all star, mejoraba en todos los aspectos de su juego e incluso sacaba movimientos impensables en un pívot de su arquetipo. ¡Llegó a hacerle sombra estadística al gran Bob Lanier! Pero fue cobrar sus más de 20 millones por temporada e irse todo al garete, cobrar como un jugador franquicia teniendo la calidad de una tercera espada.
Pero Albert, no te quedes en un primer plano, sabes que el dinero no es la causa de su bajón.
Muy cierto. La causa de su bajón fue el aumento de responsabilidades, el hecho de no tener un base establecido, el mal funcionamiento del equipo, su malestar físico y su nueva manera de jugar, y ahora que todo esto se ha solucionado y Drummond se enfrenta a su sexta temporada en la liga, que empieza a implicar madurez en el juego, podemos discernir que es lo que va a aportar el pívot durante sus años de oro como atleta y jugador de baloncesto. He aquí las instrucciones de uso para que Andre Drummond funcione a pleno rendimiento en tu equipo.
No darle demasiadas responsabilidades, se va a desmoralizar.
Drummond es un jugador primordialmente emocional. Ya contaba en su etapa universitaria que se metió a esto del baloncesto para hacer amigos, y si esto no es adorable, nada lo será. Hasta se puso en duda el día del draft y en recientes tiempos si el baloncesto realmente le gustaba. Y el ser una persona excesivamente emocional puede ser muy bueno en los buenos tiempos, pero malo al primer revés. Drummond fue un alma en pena la temporada pasada. Imagínate, nunca has sido el conductor de un equipo, solo un gran acompañante con calibre de superestrella, pero las culpas nunca te caían a ti, y de repente, te encuentras con un contratazo y tu base titular lesionado, así que pasas a ser el chico que debe justificar su contrato de seis ceros y decenas en los millones. Te abrumas. Y si las victorias no llegan, más. Y si cuando tu base de confianza vuelve y el equipo no solo no mejora sino que empeora, más todavía. Sus registros estadísticos no empeoraron notablemente, Drummond es un jugador que por razón de ser en pista puede hacerte una doble figura fácil, pero si te alejas de la box score, ese jugador no es el que dice ser. Raras veces se hacía un sprint, su tensión era nula y su defensa estaba más escondida que Wally es un póster desplegable.
Es por eso que ahora que el equipo está con todas sus piezas medianamente sanas (falta que Reggie se ponga al 100%), y el peso ofensivo recae en la línea exterior o en Tobias Harris y que la defensa perimetral funciona bien, Drummond se siente mucho mas liberado para quedarse con los restos y atacar cuando el rival está centrado en otros aspectos. Podríamos catalogar a Drummond como el asesino silencioso, aquél que va atacando cuando no te enteras, aquél que está detrás de ese nivel que tanto te ha costado superar, aquél que pasa la escoba. Y este es el paraíso para aprovechar a Andre Drummond al 100%.
El balón le tiene que quemar en las manos
Y lo vimos la temporada pasada. Andre no es eficiente cuando está de espaldas a canasta, y si amaga con sacar un gancho tienes menos probabilidades de celebrar una canasta que de hacer un pleno al quince en una bonoloto. Todo está relacionado, como más responsabilidad, más tendrá que tener el balón, pero si tiene otros que pueden ocuparse del peso ofensivo, Drummond podrá dedicarse a mover el balón o a hacer bloqueos para internarse en la pintura. La temporada pasada vimos al Drummond que intentaba postear, sacar ganchos con ambas manos, coger el balón en el perímetro e intentar penetrar. La cosa no salió demasiado bien, y es por eso que esta temporada apenas se le ha visto intentar semejante atrocidad.
Hoy por hoy Stan Van Gundy le ha encontrado el punto a Drummond. El pívot se ha destapado como un pívot con visión de pase (aunque tenga que calcular mejor la dirección y velocidad de sus envíos), gran bloqueador y excelente finalizador debajo del aro. Ahora sí que se nota que es joven, que tiene mejor cuerpo que los demás y que puede encararse con los mejores pívots de la liga. El procedimiento es sencillo. A inicios de ataque, Drummond sube al perímetro para recibir y volver a pasar al base y se va directamente a un ala para bloquear, liberar a su compañero e irse a la pintura. A partir de ahí el equipo crea, y él espera, alerta para el rebote, el alleyoop o el pase y posterior mate liberado o en posición ventajosa. Pocos movimientos, esquemas simples que potencian sus cualidades y que no le exponen a debilidades. Y si además anota el 80% de sus tiros libres, pues que se le va a hacer si soy así. Van Gundy tiene experiencia tratando con este tipo de jugadores y parece que por fin le va cogiendo el truco al pívot neoyorquino.
Habla con él constantemente, anímale o corrígele, pero que sepa que estás ahí para él
Con Drummond debes tener mucha mano izquierda. Al ser un jugador altamente emocional, no debes dejarle pensar demasiado. Haz que sus compañeros le vayan animando, dale calor, préstale atención. En muchas jugadas en las que las cosas no le salen, se puede ver como Andre mira al techo o al suelo, corre cabizbajo o se queda pensando en lo que ha pasado y como podría haberlo hecho mejor. En estas situaciones se le debe estar encima, imprimiéndole intensidad y haciéndole casi de psicólogo al mismo tiempo para que siga dando el 100% de sus capacidades. Ya lo dijo Dave Hopla, el que fue su entrenador de tiro durante los dos anteriores años, Drummond es un jugador al que le cuesta mucho concentrarse y hacer la misma cosa durante mucho tiempo seguido.
Este año, por el momento, se ha conseguido que Drummond defienda de una manera muy digna, colocándose así en el puesto mas alto en la escalera de mejor defensor entre los jugadores menores de 25 años. Y decimos por el momento porque no se sabe a ciencia cierta si esto seguirá hasta abril, mayo o hasta junio (ehem). No es raro escuchar gritos constantes de Van Gundy hacia Drummond para que vigile los tres segundos en zona, para que vaya al cambio o al bloqueo. El entrenador debe estar advirtiéndole constantemente y los compañeros dándole ánimos, de la misma manera que el público debe hacerlo también. Un Drummond contento con su entorno es algo más que un jugador más para tu equipo.
Haz que esté cómodo, tanto en el apartado físico como en el mental
Una de las claves del resurgir de Drummond ha sido su operación de nariz, sin ningún ápice de duda. Según el pívot, durante su etapa universitaria se dio un golpe que le provocó un desvío de una de sus fosas nasales que le inhabilitó el poder respirar por ella. Desde entonces, sus cinco años en la NBA los ha jugado con el 50% de su nariz inválido, y quieras que no eso afecta. Este verano ha sido el todo o nada de Andre; se ha operado la nariz para poder respirar por ambos orificios, ha bajado de peso, ha entrenado su tiro libre y ha admitido sus errores de la pasada temporada. Una redención de manual, pero que sin actos no vale para nada. Y vaya si ha demostrado que se ha tomado en serio su temporada. Mejor defensa, mejor ataque, más esfuerzo y mejor compenetración con el resto han sido sus señas de identidad en estos primeros 10 partidos de temporada. Esta es una de las claves de su crecimiento personal, y Van Gundy tendrá la difícil tarea de hacer que su relación con el neoyorquino no acabe como con la de Howard en Orlando.