ANÁLISIS | Los Detroit Pistons y su ataque: dos viejos enemigos
Dwane Casey no ha dado con la tecla del equipo
Dwane Casey llegó a la Motown con tres propuestas bajo el brazo: juego más rápido, más triples y defensa férrea. Y por el momento ha demostrado que su pretensión es cumplirlo. Que luego lo consiga es un tema aparte, pero esto lo ampliaremos más adelante en el artículo.
Los Pistons siempre se han mostrado reacios a acatar las nuevas modas de la liga, y mientras los pívots tradicionales van desapareciendo y se van adaptando a un rol más enfocado al rebote y triple y los exteriores se especializan cada vez más en el catch and shoot, step back y finta con penetración, la Motown vive adaptándose a las rentas de los últimos años de Dumars y a la era de Stan Van Gundy. Andre Drummond (elección del draft bajo Dumars) y los traspasos de Reggie Jackson y Blake Griffin con Stan Van Gundy junto a su elección TOP 10 de Stanley Johnson parecen no ser ápices indicados para establecer la cultura del «correr y tirar».
En esta temporada regular, Detroit lleva cosechadas cuatro victorias y cuatro derrotas, habiendo llegado a colocarse entre los últimos equipos imbatidos y en el podio del Este con un récord de 4-0. Si miramos los números, esto puede significar un gran comienzo de temporada y un claro signo de que lo que se está queriendo implantar funciona, pero no es oro todo lo que reluce.
En este artículo vamos a centrarnos en el ataque de los Pistons contraponiendo ideas e intenciones con hechos, fijándonos en cómo lo hizo el equipo el año pasado y como lo está haciendo a día de hoy y ver si el nuevo estilo de juego resulta beneficioso para el equipo:
- Pace 2017/2018: 96,81 posesiones por partido (24º).
- Pace 2018/2019: 101,3 posesiones por partido (16º).
Cuatro posesiones y media más por partido en un equipo con dos hombres altos no debería ser el resultado. Además, Casey da mucho la pelota a Griffin, que la utiliza mayormente para situarse en la media distancia y crear o finalizar a través de la ventaja en el posteo. Entonces, ¿si el jugador que más tiene el balón no juega rápido, de dónde salen esas cuatro posesiones más por encuentro? Los Pistons han querido apretar el tempo del partido con dos tipos de jugadas claramente marcadas. La primera es la de hacer que Drummond suba rápido a la pintura contraria para provocar una mala transición defensiva y hacer que el pívot contrario no haya bajado o que Drummond pueda hacer un uno contra uno en la pintura ante un oponente más bajo. Esta jugada ha resultado exitosa en contadas ocasiones, ya que muchas veces o bien el pase no llega, o Drummond la pierde.
En estos dos cortes de partidos vemos el problema. En el primer vídeo, Reggie coge el rebote largo y Drummond ya está preparado para abordar la pintura contraria. El problema es que un rival le persigue y le incomoda, haciendo que su tiro no entre. Pese a todo, y los consiguientes errores en el palmeo, no es un mal tiro. Lo que lo hace malo es el buscarlo, sacrificar un potencial rebote por intentar jugar rápido sabiendo que tu pívot no es ni técnico para poder esquivar a su rival ni para modificar el tiro ante una mano del oponente.
En este segundo corte, vemos como la pelota llega a Drummond con todavía 20 segundos de posesión para que haga un uno contra uno rápido. El pívot de los Pistons no es el mejor de la liga de espaldas a canasta, ni Baynes un jugador que se vaya a amedrentar ante el contacto. En estos casos, Casey está haciendo que un jugador poco hábil tenga que jugar rápido delante de un contrario de espaldas a canasta, cosa que podriamos traducir como una mala selección de tiro.
A juego más rápido, más riesgo, y por ende, más pérdidas. Pese a que el equipo no se sitúe en el podio de equipos que más pierde el balón (actualmente son el 13º equipo que menos pierde el balón con 14,3 pérdidas por partido), han empeorado en ese aspecto respecto la temporada pasada, cuando eran el 7º equipo que mejor trataba la pelota con 13,4 pérdidas por partido, 0,9 menos que este año. El desfase no es notorio, pero pese a que este tipo de jugadas rápidas buscando a Drummond o la transición rápida no suelen ocupar el grueso del libro de jugadas del equipo, su efectividad no justifica que el equipo todavía no sepa bien como jugar rápido y efectivo.
El segundo tipo de jugadas rápidas viene explicado en el siguiente tema:
- Triples lanzados y efectividad 2017/2018: 28,9 triples lanzados (16º), 37,3% de efectividad (5º).
- Triples lanzados y efectividad 2018/2019: 32 triples lanzados (13º), 30,5% de efectividad (29º).
Y este es un tema espinoso, porque tiene mucha afición detrás. Siendo como soy un romántico de la media distancia, que Casey dijera que promovería el tiro desde la pintura o el perímetro intentando dejar de lado las suspensiones de cinco metros me sentó como cuándo te despiertas un miércoles pensando que es sábado. Ha pasado. Y no es solo la estadística, que ya revela que algo falla, si no que es la sensación de que nos estamos abonando a un tipo de tiro que no nos beneficia. Viendo el reparto de triples que los Pistons están haciendo, vemos que hay 6 jugadores en el equipo que lanzan 3 o más triples por partido. De estos seis, solo dos cuentan con un porcentaje de acierto superior al 34% (Griffin 48,7% e Ish Smith 46,2%), y sabemos que estas cifras no son sostenibles. El siguiente jugador en relación tiros/acierto es Reggie Jackson, con 6,9 triples por partido y un 33,3% de efectividad. Los Pistons tiran más y peor.
Y no es que tiren más. Es que se han abonado a la televisión de pago sin tener la centralita para sintonizar los canales. La mayoría de triples que lanzan son o bien cubiertos, con step backs, o de la peor manera posible, con 20 segundos de posesión en el marcador. Los Pistons han visto vídeos de highlights y los están queriendo imitar. Solo nos falta jugar a ser Nick Young. Y lo malo es que de las pocas veces que los Pistons han parecido fluidos en ataque ha sido cuando han hecho que sus tiradores, en vez de irse al triple con un bloqueador dándoles espacio, han utilizado ese bloqueo para dar el paso dentro del perímetro y se han levantado desde 5 o 6 metros para lanzar sin oposición alguna, ya que sus defensores o bien están en la pintura con Drummond o se han quedado en el bloqueo. Y si miramos a las estadísticas, todos los alas del equipo tienen mejor acierto de 3 metros hasta el triple que desde el propio triple. Pero no pasa nada, sigamos mirando que tiros son eficientes y sigamos lanzando desde nueve metros con una mano en la cara, eso les confundirá.
Otro aspecto que es necesario apuntar para entender porqué el ataque de los Pistons no funciona es que el equipo es el que menos asiste de la liga, con 18,8 pases a canasta por partido. El año pasado, que recordemos que no fue ni el mejor de la etapa SVG, fuimos 15º empatados con los Spurs con 22,8 asistencias por partido. Y esto hace referencia al macrotema del ataque de los Pistons: Blake Griffin. Los Pistons se comportan como un jugador compulsivo en un casino de Las Vegas a altas horas de la madrugada: todo al rojo sin tener en cuenta el futuro. La teoría es clara, Griffin consigue ventaja gracias a su habilidad con el cuerpo y el balón, y ponemos a tres o cuatro lanzadores abiertos. Cuando el contrario haga las ayudas, Griffin abre el balón para hacerlo circular por fuera hasta que llegue al hombre liberado y lance o penetre. El problema es que la amenaza de Detroit es solo esa. Y ante equipos de tabla media/baja del Este puede pasar, pero ante Boston ya se vio que esto no es tan fácil, y ante los Nets se confirmó que el plan es insuficiente por varias razones. Los equipos ya se saben el truco y lo contrarrestan cerrando las lineas de pase, lo que dificulta la circulación de balón. Además, Griffin es el jugador que más veces toca la pelota de la liga. Es decir, el que más galones tiene, el que más se expone al contacto y el que más faltas personales recibe. Y Griffin ni es el jugador más sano de la liga ni la temporada dura 18 partidos como la de la NFL. Y Detroit parece no tener plan B.
Esto no quiere decir que algún día en el que Griffin descanse el equipo no vaya a rendir y se desmiembre por completo. Los Pistons tienen en Reggie Jackson un jugador que puede dirigir el equipo (si su físico se lo permite). Casey debe tener claro que Blake Griffin no es una máquina, y que hacerlo jugar como hasta ahora supondrá una futura lesión o el ahogamiento total de un ataque totalmente dependiente y sin ideas.
En definitiva, por el momento los Pistons no han conseguido implantar las nuevas ideas de Casey, y esto les está frenando a la hora de conseguir poner en pista unos esquemas eficaces. Ataques que son mezclas de correr o agotar posesión, de tirar desde fuera o dentro y que de momento solo están provocando que quiénes más confusos estén sean sus seguidores. Los Detroit Pistons tienen una cosa que les diferencia con los otros equipos de liga: una identidad grabada a fuego, y en estos momentos podríamos describirla como un batiburrillo de escudos insertados rápido un lunes a las 2 de la madrugada con las manos en la cabeza y un pegamento que lleva en el armario desde antes de que tuvieras uso de razón. Solo llevamos 7 partidos, pero el equipo tiene trabajo que hacer en pista y en las pizarras. Sobre todo en las pizarras.