Cara y cruz, luz y oscuridad, esperanza y desesperación. Todos estos elementos opuestos se encuentran presentes en los actuales Knicks. Este fin de semana, los de Nueva York tenían dos partidos, el primero fue el sábado a las 2:00 a.m. hora española, en el cuál el equipo tenía la oportunidad de vengarse de la paliza sufrida a cargo de los Celtics hacía menos de una semana, pero el partido se complicó desde el principio.
En el segundo cuarto los Celtics llegaron a estar más de 15 arriba, pero después los Knicks remontaron y dominaron en el marcador hasta los 3 últimos minutos. Avery Bradley anotó un triple que empataba el partido, y a partir de ahí llegó el bloqueo de los neoyorquinos, obsesionados con meter un triple más que nunca llegó y los Celtics acabaron ganando de 4 (86-90). Acababan de regalar un partido que habían remontado con mucho esfuerzo, y aún peor, contra uno de sus peores rivales.
Al día siguiente tocaba volver a NY para enfrentarse a los Atlanta Hawks, que venían de una importante victoria ante Washington Wizards gracias al buzzer-beater de Al Horford. Los fans de los Knicks estábamos preocupados, ya que los Hawks ya ganaron a los Knicks unas semanas atrás, pero nos llevamos una agradable sorpresa. Los Knicks empezaron ganando, y se mantuvieron arriba durante todo el partido, exceptuando unos pocos minutos en el primer cuarto, pero después estuvieron intratables, hasta imponerse finalmente por 106-111. Un gran Carmelo Anthony (35p-5reb-4asist) bien secundado por Bargnani (23p-6reb) y el buen partido que cuajó todo el equipo permitió a los Knicks hacerse con la 7ª victoria en lo que llevamos de temporada. Una vez más, vemos que estos Knicks son capaces de lo mejor y de lo peor.