La montaña rusa de Brooklyn
Ha sido una temporada complicada la que se ha vivido en Brooklyn. La segunda de los Nets como equipo del barrio neoyorquino tras su traslado desde New Jersey, con un proyecto faraónico que no conoce de límites salariales cuando el objetivo es el anillo de campeón. Sin embargo, la campaña ha sido una sucesión de altibajos que terminó con un encuentro de bruces con la realidad.
Con Mikhail Prokhorov como propietario y Billy King como GM, los Nets construyeron una ilusionante y renovada plantilla que les hacía aspirar a todo. Se marcharon Kris Humphries, Gerald Wallace, MarShon Brooks, Keith Bogans y Kris Joseph mientras que llegaron Paul Pierce, Kevin Garnett, Jason Terry, Andrei Kirilenko, Alan Anderson, Shaun Livingston y la elección 22 del Draft, Mason Plumlee.
Para dirigir el proyecto, los Nets se la jugaron: Jason Kidd fue nombrado entrenador al retirarse del baloncesto profesional. Una decisión arriesgada, aunque se confiaba en un jugador que llevó a la franquicia en su día a ser la mejor del Este y que desde el puesto de base conocía bien todo lo que sucede sobre el parqué.
Con todas las piezas dispuestas, el quinteto parecía claro, y era digno de temer: Williams, Johnson, Pierce, Garnett y López. Cinco estrellas a la vez secundadas por un fondo de armario interesante. En Brooklyn parecía haber surgido un candidato exprés.
Sin embargo, todo lo que al principio eran luces se tornó en oscuridad nada más dar comienzo la temporada. En los primeros meses de competición, los Nets fueron un equipo sin ningún tipo de química, lentos, sin ideas en ataque y especialmente apáticos en defensa. El rendimiento de las estrellas estaba muy por debajo de lo esperado, y sólo un gran Brook López parecía tirar de manera regular del equipo. Desde el banquillo, Kidd se mostraba como un entrenador dubitativo, inexperto ante la presión y sin capacidad de dar solución a los problemas del equipo.
En medio de toda esta tempestad, llegó la peor noticia de la temporada a finales de diciembre: Brook López se rompió el pie y se perdería toda la temporada cuando estaba promediando 20,7 puntos y 6 rebotes. El faro del equipo desaparecía, y Brooklyn cerró el 2013 con 10 victorias y 21 derrotas en lo que iba de temporada.
A partir de este momento, el nuevo año trajo a unos nuevos Nets. La plantilla pareció cambiar radicalmente de mentalidad, y supo hacerse fuerte encontrando un estilo propio de juego. Brooklyn se componía de una plantel veterano en el que el juego veloz no era una de las virtudes, pero las victorias llegaron cuando adaptaron esto al tempo de los partidos. Compensaron el no ser uno de los equipos más anotadores (puesto 21 en la liga) con ser una buena defensa respecto al resto de la liga (puesto 11 en puntos de los oponentes). Además, supieron vivir con la nueva condición de «equipo bajito» sin López (sólo Garnett, Plumlee y Blatche eran interiores puros) colocando a Pierce de ala-pívot y aprovechando su mayor habilidad que los hombres pesados de la pintura. Eso sí, la capacidad rebotadura se resintió aún más (segundo peor equipo reboteador de la liga).
Desde ese momento, las claves del juego de los Nets se perfilaron. Joe Johnson era el hombre de los momentos de la verdad, al que no le temblaba la muñeca cuando había que jugarse tiros importantes. Paul Pierce aportaba un rendimiento mucho menor que el de sus tiempos como «celtic», pero muy apreciado por el equipo, sobre todo por su veteranía y experiencia. Garnett y Williams, dos de las más grandes decepciones del curso, pasaron cada vez más a un segundo plano debido a su decreciente rendimiento. Y por último, el banquillo dio un paso al frente hasta ser prácticamente el elemento fundamental del equipo.
Con Livingston y Blatche como jugadores más importantes de la segunda unidad (el primero llegó a ser titular en muchos partidos como escolta), más el sorprendente buen rendimiento de Plumlee (la lesión de López le hizo hueco en la rotación de los hombres interiores y su año le ha valido estar en el Mejor Quinteto de Rookies) y la aportación de cumplidores como Anderson o Teletovic, el fondo de armario de los Nets pasó a ser esencial. No en vano, Joe Johnson fue en temporada regular el líder anotador con apenas 15,8 puntos por partido, por lo que los esfuerzos estaban realmente distribuidos. Como añadido, con la temporada avanzada llegó Marcus Thornton, que supuso la llegada de un buen anotador desde la segunda unidad. Jason Collins también acabó en invierno en los Nets, pero su fichaje tuvo más de mediático que de deportivo.
La temporada regular transcurrió con el cambio radical de los neoyorquinos, y los Nets cerraron la primera fase del curso de forma espectacular: establecieron un nuevo récord de franquicia al ganar 15 partidos seguidos como locales, terminaron con 44 victorias y 38 derrotas, y se clasificaron para Playoffs en el sexto puesto.
En postemporada, aguardaban unos sorprendentes Raptors que, tras la marcha de Rudy Gay y liderados por DeRozan y Lowry, se habían postulado como la tercera fuerza de la Conferencia Este. Y sin embargo, la eliminatoria no tenía un favorito claro, a pesar de enfrentarse el sexto contra el tercero.
Fue una primera ronda tremendamente sufrida que se alargó hasta el séptimo partido. Cada partido como visitantes era un infierno gracias a la afición canadiense, que vivía cada partido como si fuese el último. Y en toda esta guerra sin cuartel, surgió un héroe al que todos esperaban: Paul Pierce. Jugó a un gran nivel en la serie y salvó partidos clave como el primero de la eliminatoria, que ganaron los Nets con un último cuarto suyo estelar. Pero sin duda, la jugada que le encumbró fue el tapón que le puso a Lowry en la última jugada del séptimo partido, en lo que fue un lanzamiento que de haber entrado les habría eliminado de la competición. Junto a él, Joe Johnson fue la otra clave en los momentos de tensión con su sangre fría.
Los Nets consiguieron así pasar a la siguiente ronda habiendo hecho gala de experiencia y resistencia ante las adversidades y los momentos límite. Pero si de verdad querían aspirar al anillo, debían hacer el más difícil todavía en segunda ronda: ganar a Miami Heat.
La segunda ronda de Playoffs fue una dosis de realidad para Brooklyn. Miami les barrió por 4-1 en una serie en la que fueron anulados. Especialmente sangrante fue el aspecto defensivo, con un LeBron James que campó a sus anchas por la zona de los Nets durante los cinco partidos, haciendo estragos con sus penetraciones al aro. Brooklyn no disponía ni de jugadores atléticos para la defensa de James en el perímetro, ni de envergadura en la pintura para detenerle una vez hubiese pasado la primera línea. No sólo James ganó a los Nets, pero sí quedó la sensación de que un hombre había bastado para deshacerse sin problemas de los neoyorquinos.
Acabó así, de una forma tremendamente amarga, la temporada de los Nets. De una forma extraña. Tras el tremendo subidón de adrenalina que dio la maravillosa segunda mitad de la temporada y la victoria en la primera ronda de Playoffs, la paliza de los Heat fue un jarro de agua fría. Quizás, un recordatorio de que los Nets no tenían alma de campeones. Lo que antes era alegría y confianza, se transformó en decepción y dudas.
Williams criticado por la afición por su bajo rendimiento, la incógnita de la vuelta de López, jugadores como Livingston, Blatche o Pierce saliendo a la agencia libre en verano… La temporada terminó, y con ello empezaba una etapa difícil de predecir en Brooklyn. El equipo había conseguido tener personalidad, gen ganador y garra, algo que el año pasado no tenía. Pero si la plantilla pierde activos importantes, quién sabe lo que será de los Nets.
http://youtu.be/HZeGr7VwqCI
Factores positivos/negativos
Lo que los Nets han demostrado este año es algo ciertamente intangible. Se trata de la garra, del gen ganador, de la química necesaria para ser un equipo respetado.Mientras el año pasado pecaban de ser un equipo sin alma, que ganaba por calidad técnica pero no por corazón, este año la actitud de Brooklyn sobre el parqué ha sido muy distinta. Y de eso tienen mucha culpa las incorporaciones de Paul Pierce y Kevin Garnett.
Tras años vagando por la liga como parte de un proceso de reconstrucción, Brooklyn no sólo ha alcanzado los Playoffs por segunda temporada consecutiva, sino que también ha superado la primera ronda.
Sí es cierto que se esperaba aún más de esta plantilla a principios de campaña, pero la línea ascendente basada en los triunfos es una buena noticia.
El proyecto de los Nets tiene una visión a muy corto plazo, quizás excesivo. Demasiados veteranos como para pensar más allá de unos pocos años, y pocos contratos asegurados que pueden hacer que hombres importantes se vayan.
A su vez, Williams no encuentra su juego y el estado físico de López cuando regrese es toda una incógnita. Todo ello mientras la confección de esta plantilla ha supuesto y supone un gran gasto, multas por exceder el tope salarial incluidas.
Una vez analizada la temporada de los Nets de Brooklyn, el equipo de SomosNBA le pone una nota de: