La temporada del alero en la franquicia de Nueva York no ha dejado indiferente a nadie. Se esperaba más de él, pero no en cuanto a estadísticas porque en ese ámbito ha cumplido. En realidad se trata más de su capacidad para decidir partidos, estar a su mejor nivel, y conseguir un vestuario unido con él al mando.
En cuanto a sus estadísticas, ha promediado 13.5 puntos por partido, 4.6 rebotes y 2.4 asistencias. Acorde a lo que se le exigía. Ha contribuido en ataque, obviamente no a su más alto nivel como en Boston donde llegó a los 25 puntos de promedio por partido y lejos del de su carrera, en 21 puntos. Aunque en defensa haya flojeado, como se pudo ver defendiendo a Lebron James, su año estadísticamente hablando es consistente, incluyendo su mejor año en pérdidas, con 2 por partido.
Hay que mencionar que desde la lesión de Brook Lopez, las urgencias de la plantilla le han obligado a reconvertirse en la posición de ala-pívot en varios partido,s incluyendo playoffs.
En la post-temporada, exceptuando momentos puntuales en la serie contra Raptors, como su tapón a Kyle Lowry en la última jugada del séptimo partido para pasar de ronda, o su final de partido en el primero de la serie, sus números, por lo general, han sido con diferencia los peores de toda su carrera.
Aun así, “The truth”, sigue siendo un gran jugador con mucha experiencia NBA y si Randy Wittman, head coach de la franquicia de Washington, consigue jugar en equipo como hicieron el año pasado, y que Pierce se acople a la rotación, puede dar mucha guerra en el Este.