McHale: El torturador verde

RECORDAMOS LA CARRERA DEL MITO
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Pasaron unos años desde que el 3# pick del Draft de 1980 mostrase todo el potencial que atesoraba pero podemos decir que la calidad de Kevin McHale siempre estuvo ahí. El espigado pívot de Minnesota siguió un progresivo crecimiento como hombre de banquillo hasta obtener una titularidad definitiva y merecida durante la campaña 84-85. Sin ser el miembro más carismático del primer “Big Three” de Boston, llegó a quedar el cuarto en la votación para el All-Star detrás de mitos como Magic, Kareem y Bird y a afianzarse como un gran jugador interior. Su complexión delgada y sus largos brazos conforman una figura que quedará en la retina de todos los que vieron jugar a unos Celtics de ensueño. Se le puede definir como un gran defensor con una excelente selección de tiro y una enorme variedad en sus movimientos en el poste. Al igual que Bird, se verá lastrado por unas lesiones que le harán acortar sensiblemente su carrera.

El movimiento que trajo a McHale y a Parish a Boston fue una sorpresa para la liga y un problema para los Knicks de entonces que deseaban draftear a McHale para reforzar su juego interior. Kevin se adaptó notablemente al equipo y consiguió unos decentes 10 puntos, 4.4 rebotes y 1.8 tapones por partido partiendo desde el banquillo. Actuaciones como su tapón a Andrew Toney con protección del rebote a falta de 16 segundos para el final del sexto partido de las famosas series contra Sixers en las que los Celtics remontaron un 3-1 contrario, le valieron para ser incluido en el primer quinteto de novatos. Su aportación abajo fue también muy importante para derrotar en las Finales a los Houston Rockets de las “torres gemelas”.

Poco a poco comenzó a soltarse en ataque al mostrar un infinito repertorio ofensivo en ambos postes adquirido en su época “amateur” durante la que fue obligado a aprender los fundamentos del baloncesto a pesar de que: “podía anotar 30 puntos manteniéndome debajo de la canasta (por su potente físico)”. La mejora de sus prestaciones hizo que comenzase a gozar de más minutos desde el banquillo. A pesar de sufrir dos años aciagos en lo colectivo tras sendas derrotas en Playoffs ante Sixers y Bucks, McHale siguió creciendo a nivel individual. Su rol era tan importante que los Knicks intentaron volver a por él en la 82-83, Auerbach reaccionó amenazando con firmar a los mejores agentes libres de los Knicks. Tras varias negociaciones, los Knicks decidieron renovar a sus agentes libres y McHale se convirtió en uno de los jugadores mejor pagados de la liga con los Celtics. Red Auerbach señores.

En la temporada siguiente, la llegada del nuevo entrenador y ex-estrella de los Celtics, K.C. Jones, junto al flamante fichaje de Dennis Johnson y al progresivo crecimiento de Danny Ainge, conformaron un gran grupo en torno a Bird, McHale y Parish. El equipo estuvo intratable. Bird consiguió su segundo MVP mientras que McHale mantuvo una media de 18.4 puntos por partido a los que añadió 7.4 rebotes y 1.5 tapones para conseguir el premio al mejor sexto hombre. Estas grandes actuaciones individuales permitieron conseguir el segundo anillo de ese grupo en este caso contra los Lakers. Esas series se vieron marcadas por severos fallos de Magic, por estos errores el siempre aguerrido 32 de los Celtics lo denominó “Tragic” Johnson, mote que los aficionados de Boston usarían para burlarse de la estrella rival.

La estrepitosa derrota del año siguiente frente a los Lakers no empañó el gran trabajo de McHale. La lesión de rodilla de Cedric Maxwell en Febrero de 1985 le abrió las puertas a la titularidad y el nuevo ala-pívot titular respondió con verdaderos festivales en los siguientes partidos. Consiguió 56 puntos contra los Pistons y dos noches después, 42 contra los Knicks. Sus 56 puntos guardan una historia detrás: en ese partido, cuando McHale llevaba 31 al descanso, Larry Bird mandó darle todos los balones posibles al de Minnesota, que exhausto por el sobreesfuerzo, pidió el cambio dejando la marca de más puntos anotados por un Celtic hasta ese momento en 56. Larry Bird, lamentando su carácter poco ambicioso le recriminó su actitud y le desafió diciendo que su récord no le duraría mucho. Dicho y hecho, nueve días después Bird anotaría 60 puntos contra los Hawks.

“Kevin McHale fue el mejor jugador contra el que he jugado porque era imparable ofensivamente y me dio pesadillas en defensa”-Charles Barkley

Esta anécdota revela el espíritu de superación que Larry Bird llevaba consigo y la atención especial que le dedicaba a McHale. Esta relación pasó por pequeñas tiranteces pero ambos acabaron siendo amigos y siempre se profesaron respeto y admiración. De hecho, Larry declaró que McHale era: “el mejor jugador interior que había conocido”.

Cabe destacar que en las Finales de 1985, el “33” de los Celtics estuvo poco acertado, lo que hizo que Kevin McHale asumiese el papel de máximo anotador y reboteador del equipo en esas series. Los resultados no fueron buenos, los reservas no fueron capaces de apoyar a unos agotados titulares que se vieron muy superados por Magic y la pareja de Abdul-Jabbar y Worthy y la derrota fue sonada.

El vigente mejor sexto hombre retuvo su premio aunque al año siguiente pasó a la titularidad fija y en los próximos años se mantendrá a un gran nivel colaborando decisivamente para la consecución de su tercer anillo en la 85-86 ante unos Rockets que basaban su juego en su poderío interior y manteniendo sus medias por encima de los 20 puntos y 8 rebotes por partido hasta la temporada 89-90.

Su mejor temporada fue sin duda la 86-87 en la que consiguió unas impresionantes medias de 26.1 puntos, 9.9 rebotes y 2.2 tapones con un 60% en tiros de campo, fue nombrado jugador defensivo del año y fue incluido en el mejor quinteto de la NBA superando a leyendas como Malone o Barkley. Pero su año fue ensombrecido por una lesión de pie que no recibió el suficiente descanso y que lastrará para siempre su carrera haciéndole faltar, al igual que la espalda de Bird, a numerosos partidos y evitando que ambos muestren su mejor nivel ante los Lakers del “showtime” en la derrota en las Finales del 87.

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El compromiso y la ética de trabajo de McHale era tan grande que tuvo que abandonar muchos partidos en muletas por su grave lesión.

Poco a poco, sus medias y sus minutos empezaron a decrecer. Lastrado por las lesiones, empezó a perderse cada vez más partidos hasta que finalmente volvió a su rol de jugador de banquillo a partir del año 1990. Los años y las lesiones continuas de las estrellas de ese equipo hicieron que los Celtics se viesen una y otra vez superados por equipos más jóvenes y físicos como los Pistons.

La calidad seguía ahí pero la famosa “cámara de tortura” que McHale aplicaba a sus defensores cada vez que recibía el balón en el poste bajo, empezó a perder efectividad. Aún teniendo noches de gran nivel, el físico no acompañaba y a la retirada de Bird en 1992, se le unía la de McHale tan sólo un año después y el traspaso de Parish. Se deshacía el mejor frontcourt de todos los tiempos.

Obviamente McHale recibió múltiples reconocimientos como su entrada en el Hall of Fame o la retirada de su número por los Boston Celtics junto a los del resto del “Big Three”. Muchas veces ensombrecido por Bird, no hay que olvidarse que este jugador de una extraordinaria calidad fue un pilar firme de aquel gran equipo que únicamente fue vencido por las lesiones. Puede que como dijo Magic: “no habrá otro Larrry Bird” pero difícilmente habrá otro jugador con la técnica y el compromiso del gran Kevin McHale.

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