Todos los ojos en Dallas estaban dirigidos a Túnez y, más en concreto, a Salah Mejri. Tras una temporada en la que apenas ha contado para Pablo Laso en el Madrid, el tunecino hizo las maletas y firmó por los Mavericks. El Afrobasket sería la primera competición que disputaría como jugador NBA, la primera oportunidad para demostrar que vale para la mejor liga del mundo.
Ahora, tras la victoria de Nigeria y el bronce de Túnez en casa, es hora de sacar conclusiones y ver el papel que han desempeñado los jugadores. Pues bien, Salah Mejri ha tenido un rendimiento positivo. Liderar a la selección de tu país y ser el anfitrión del evento añade un punto de presión extra, presión que Mejri ha llevado bien hasta que su cuerpo dijo basta.
Las estadísticas totales de Mejri son totalmente irreales, 10.2 puntos partido y algo más de un 64% de acierto en tiros totales; pero en los cuartos y en las semifinales las actuaciones de la estrella de Túnez se vieron mermadas por dolencias físicas. Por eso sería injusto opinar sobre el papel de tunecino por números totales, teniendo 2 puntos (1/8 FG) en las semifinales contra Angola o 4 puntos (2/7 FG) en los cuartos contra Mali.
En los partidos en los que Salah Mejri ha estado al 100% de su potencial, el pívot ha sido clave en la pintura, llevó a su selección a liderar el grupo invictos ganando a la que terminó siendo la campeona (Nigeria). Doble-doble con 11 puntos y 10 rebotes contra Uganda, 12 puntos (5/8 FG) contra la República Centroafricana y 24 puntos (8/11 FG) contra Nigeria. En los octavos contra Marruecos ya se le notaron los problemas físicos; pero se adaptó para lanzar menos tiros, llegar al 50% de acierto y aportar 8 puntos.
Mejri no ha dominado como lo hizo, por ejemplo, Gorgui Dieng con Senegal; pero el tunecino ha demostrado que, con minutos, es capaz de hacer daño a las defensa rivales.