Los invitamos a un ejercicio: imaginarse bajo la mirada de aquellos fieles fanáticos que en medio de las últimas campañas de los Denver Nuggets marcadas por los malos resultados, han levantado la cabeza mirando al techo del Pepsi Center, quizás en busca de una respuesta celestial o buscando sacar la vista de lo que sucede en cancha. Solo una mirada y nos daremos cuenta que son escasos los banderines que adornan ese techo: algunos tricolores que recuerdan la época ABA, algunos títulos de división para que no se vea tan desnudo y algunas camisetas de color blanco y azul que vigilan con atención: una de ellas, la de Byron Beck, estrella de los extintos Denver Rockets de la ABA que nos permite recordar esos buenos primeros años en Colorado. A la mencionada de Beck se le suman otras cuatro que cuelgan como una presencia inmortal de aquellos buenos años ’80 que dotaron al equipo una identidad basada en la velocidad del contragolpe, hablamos de tres de los jugadores más infravalorados de la historia: Alex English (2), David Thompson (33) y Dann Issel (44), al que se les suma el cerebro desde el banquillo: Doug Moe honrado con el numero 432, que marca el número de victorias a cargo del cuadro de Denver.
Largos años han pasado de aquellos años ’80 y en medio de ese tiempo, sólo un hombre ha sido considerado por méritos propios con la suficiencia tal como para colgar su camiseta en lo alto del coliseo que lo vio jugar en sus primeros años de la NBA. No existe duda alguna de que Dikembe Motumbo Mpolondo Mukamba Jean-Jacques Wamutombo, o simplemente Dikembe Mutombo debe ser reconocido como un héroe en la ciudad que lo recibió con los brazos abiertos. Su inteligencia para acondicionar su carisma fuera de la cancha, sumado a su ferocidad dentro de ella es algo que hay que enseñar a cada niño y niña de Colorado.
Sus números y logros en Denver fueron simplemente impresionantes, en su primer año fue invitado a participar del AllStar Game, evento en donde se convirtió en un habitual. Su sello desde un primer momento fue su juego defensivo de élite que generaba pánico en quienes se atrevían a poner un pie en la pintura, marcando más de 3 tapones por encuentro en sus primeros años, incluso hasta 6,2 de promedio en unas eliminatorias míticas contra los Seattle Supersonics. Con ese juego no dejó otra opción a sus rivales, quienes tuvieron que adaptar su juego para evitar su presencia, tarea de alta dificultad si sumamos que a todo ese despliegue lo cerraba con un gesto de «No, no, no» que te decía que no lo vuelvas a intentar nunca más.
La NBA hace unos meses aprobó la decisión de que formará parte del Salón de la Fama, evento que tendrá lugar el día 11 de Septiembre. A este homenaje se suman los que comienzan a hacer los distintos equipos de la liga, recientemente los Atlanta Hawks han decidido retirar el número 55 y según el Denver Post este gesto será replicado en el corto tiempo por los Denver Nuggets, quienes están buscando coincidir en una fecha con Dikembe Mutombo y su abultada agenda de activismo internacional como embajador del deporte.
Podríamos escribir toda la tarde sobre lo que significa Dikembe Mutombo para los Denver Nuggets, para la NBA como embajador internacional, para África como un emblema deportivo y de lo que significa como inspiración para todos los que hemos tenido que defender debajo del aro, ahí en tierra de gigantes. El jugador que nació en Kinshasa es una leyenda con todas sus letras, una que se transformará en canciones que se transmitirán para conservar en la memoria a aquel gigante de la eterna sonrisa. Con el número 55 colgando desde el techo del Pepsi Center, una fuerza mágica de intensidad defensiva se transmitirá al equipo, una ayuda extra en los planes de mejorar como grupo.