El pasado lunes Kristaps Porzingis machacaba el aro ante la atónita mirada del agente libre más preciado el último verano, Lamarcus Aldridge. Y de repente el Madison Square Garden enloqueció. Y con razón.
Ha pasado mucho tiempo desde que los Knicks tuvieran un jugador joven que ilusionara, una posible futura estrella con la que asentar un proyecto. Cuando el equipo adquirió a Carmelo Anthony la afición también se ilusionó pero era una sensación diferente a la actual. Melo era ya una estrella sí, pero era más mayor, costó más dinero y era propenso a lesionarse. Sin embargo, ahora la sensación es diferente. Tal vez y pese a las críticas mostradas a las decisiones que Phil Jackson tomó la noche del draft, hay una posibilidad real de construir un futuro. Incluso Jerian Grant reclutado a última hora, ha aportado mucho en este inicio de temporada.
Tanto Porzingis como Grant parecen estar rindiendo bien este inicio de temporada. Uno como titular, está dando destellos del gran jugador que puede llegar a ser y otro desde el banquillo, está sabiendo liderar con acierto la segunda unidad.
Se percibe una energía notable en la gran manzana y que posiblemente se llame esperanza. Veremos si esa esperanza se convierte en algo tangible o sin embargo se queda en lo que es, simplemente esperanza.