Lo que antes era un arma, ahora se ha convertido en un problema. La segunda unidad de los Knicks se encuentra en horas bajas. Ya nada queda de esos jugadores llenos de motivación que saltaban a la cancha con ganas de comerse el mundo en los partidos de pretemporada y en los primeros de temporada regular. Su progresión ha sido descendiente, hasta el partido contra Miami las buenas actuaciones de los titulares habían suplido sus errores, pero contra los Heat no hubo forma de contrarrestarlo.
La valoración neta de los jugadores de banquillo de los Knicks en los últimos diez partidos es de -16’8. De estos jugadores se salva el trío de jugadores exteriores compuesto por Jerian Grant, Lance Thomas y Langston Galloway, quienes promedian una valoración de +5’2 en 177 minutos de juego, por lo que siguen siendo efectivos.
Derek Fisher debe encontrar una solución cuanto antes al problema si quiere que lo acontecido en el partido contra Miami no se convierta en algo habitual. Una de las soluciones que se proponen es escalonar los minutos de juego de los tres mejores anotadores del equipo: Arron Afflalo, Carmelo Anthony y Kristaps Porzingis. Pero es importante tener una segunda unidad de garantías, y para ello ha de incentivar a los jugadores de banquillo.