¿Tiene Marcus Smart un problema con las lesiones?

Analizamos los problemas físicos del jugador texano
Fuente: Mark Pijanowski (CC)

Marcus Smart se volvió a lesionar la semana pasada y las previsiones sobre el tiempo que estará fuera de las canchas van desde las dos a las seis semanas, si a esto le sumamos el hecho de que ya se perdió tres partidos tras su misteriosa lesión en el dedo gordo del pie, obtenemos que podría perderse hasta trece partidos sin haber llegado al mes de Enero. Tampoco hay que olvidar que durante el verano se dislocó dos dedos de la mano derecha y que la pasada temporada tuvo una lesión en el tobillo que le apartó de la actividad durante un mes y que le hizo arrastrar molestias durante toda la temporada.

Ante semejante historial de lesiones en un jugador que lleva poco más de un año como profesional y que pese a ello tiene tanta ascendencia en la franquicia más exitosa de la historia, ya hay voces de preocupación que se preguntan si no será el joven de 21 años uno de esos jugadores de cristal que nunca podrá disputar los 82 partidos de temporada o, peor aún, un nuevo Derrick Rose.

Vayamos por partes. Marcs Smart no es Derrick Rose y, como aficionado a los Boston Celtics, solo me queda dar las gracias a Billy Wilder por ello. El jugador de los Chicago Bulls es un base energético, que tiene en el cambio de ritmo su principal arma y que no para de realizar giros y cambios de dirección, lo cual parece ser una pesadilla para un cuerpo que parece resentirse en cada una de estas acciones desde su temporada de MVP. Pero la única vez que Rose establece contacto físico con un jugador en la pista de basket es cuando choca las cinco con sus colegas durante las presentaciones de la platilla.

Smart, por su parte, es una de esas hermanas que tiene tu abuela en el pueblo: dura como el sol de la mañana que ha curtido su piel y más pegajosa que la mesa del piso que compartías durante la Universidad. Le encanta el contacto físico, vive de él y es a partir de ahí  donde crece su juego… El problema es que los jugadores que tienen un estilo tan físico acaban pagándolo con lesiones y carreras más cortas.

Entonces, según esto, la frecuencia de las lesiones de Marcus Smart no debería preocuparnos por un sencillo motivo: si todo se debe a su estilo de juego, que baje el pistón y bienvenidas sean las temporadas de 82 partidos. Pues sí, pero mejor no, gracias.

Cualquier aficionado que no siga al día todo lo que acontece a los Boston Celtics (o que no se haya leído este artículo de título tan criticado) puede pensar que bueno, tampoco puede estar perdiendo tanto el equipo sin un jugador que sí, es buen defensor pero promedia unos solo decentes 8 puntos y 3 asistencias por partido. Pues la verdad es que sí, los Boston Celics pierden mucho con su ausencia, solo hace alta ver los dos últimos partidos que han jugado (por decir algo) los de Brad Stevens sin el base texano.

Con Smart en pista los Orgullosos Verdes eran la segunda defensa de la liga, el mejor equipo en cuanto a robos se refiere y el segundo mejor en puntos anotados tras pérdida del rival. Sin él son un «coladero» y no parecen «un equipo« en las palabras que han usado Brad Stevens e Isaiah Thomas para definir las dos derrotas sufridas desde que el #36 se lesionase contra los Brooklyn Nets el pasado viernes.

¿Cómo es esto posible? Pues gracias a esa famosa intensidad que tú quieres quitarle para que pueda jugar 82 anodinos partidos, animal. El chaval es un portento defensivo, no ya solo por su comentada afición a los bailes agarrados sino por su predisposición a las ayudas, su buena lectura del juego, su inteligencia para leer los pases y porque pelea cada balón como si fuese el último que hay sobre la faz de la Tierra. En un año ha sido capaz de convencer a un equipo que iba a la deriva y 15 puntos abajo de que podían remontar el partido al que era el mejor conjunto de la liga en ese momento, de echar la bronca a un jugador 11 años mayor que él por no bajar a defender, o descender de los cielos a todos los antepasados del pobre R.J. Hunter para que este fuese a por el rebote de un tiro libre en contra.

El texano, siendo rookie, fue capaz de lanzarse al suelo a por balón frente a un veterano de 19 años en la liga, robárselo en la cara, dar el pase y recibir su reconocimiento (un tal Kevin Garnett). Como nacer para mafioso y que te bautice César Borgia.

El debate estaría servido y las discusiones serían acaloradas, ¿intensidad o salud? si no fuera porque, como apuntan desde CelticsBlog , sus lesiones ni siquiera son fruto de esta intensidad, sino que han sido todas y cada una de ellas pura y dura mala suerte. Si las repasásemos todas, encontraremos torceduras, caídas fortuitas y encontronazos, por lo que no debe cundir el pánico en el TD Garden, más bien al contrario: el chaval está agotando en un solo año toda la mala suerte disponible para una carera. Todo lo que queda por venir son el vino y las rosas.

Además, en caso de que todo esto sea el peor análisis de la historia y efectivamente sus lesiones estén directamente relacionadas con su estilo de juego, pues tampoco pasa nada. No creo que haga falta recordar quién fue el último jugador de os Boston Celtics que habría tenido una carrera quizás un par de años más longeva si no hubiese peleado cada balón como si fuese el último. No jugó 20 temporadas, pero es una maldita leyenda.

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Comentarios (2)
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  • Puro Celta

    El BKB es un deporte de contacto y de hombrecitos…un jugador que juega a altas revoluciones tendra altas posibilidades de lesiones…lo digo por experiencia propia…es una lastinma.porque es un pitbull que nos hara falta…

  • Javier R. Rodríguez

    Yo creo que no hay nada de lo que lamentarse porque como digo en la entrada, no creo que Smart tenga un problema con las lesiones sino que ha sido todo cuestión de mala suerte.