
Los Dallas Mavericks de la era Mark Cuban han tratado siempre de contar con un buen floor general en pista. Bajo esa premisa contrataron el año pasado procedente de los Boston Celtics a Rajon Rondo, cuyo experimento salió de la peor de las maneras posibles: el base siendo apartado del equipo por la directiva y sus compañeros y con los Mavericks perdiendo varias piezas a cambio de un jugador que salió a la agencia libre tras apenas 4 meses en Texas.
En verano los Mavericks decidieron hacer otra apuesta arriesgada y buscaron contratar a un Deron Williams que había sido uno de sus objetivos prioritarios desde el verano de 2010. Definimos esta operación como arriesgada ya que el veterano base está lejos de sus mejores días (a pesar de estar mostrando un buen nivel en líneas generales) y debido a su fama de jugador «difícil de entrenar», fama ganada después de que Jerry Sloan, mítico entrenador de los Utah Jazz decidiera abandonar su puesto tras 23 años seguidos dirigiendo al equipo de Salt Lake City desde la banda, tras una discusión con Williams.
Carlisle destaca por ser un entrenador obsesivo del control y ha tenido problemas en el pasado con los bases de este equipo por este motivo. A Carlisle le gusta controlar el juego y que sus bases ejecuten las jugadas dictadas por él desde la banda. Por lo que los Mavs, Carlisle y Deron deberán de trabajar en la química si quieren que la franquicia sea capaz de pasar la primera ronda de los Playoffs esta temporada, cosa que no ocurre desde 2011, año en que los Mavericks ganaron el anillo con Kidd como «floor general«.
«He disfrutado conociéndole. -dijo Carlisle sobre Deron – Siempre he respetado su juego y tras apenas dos meses de trabajo juntos puedo decir que es uno de los mejores jugadores que he entrenado.»
Estas palabras sobre su discípulo llegan la misma semana en la que los Mavericks se enfrentan a unos Kings dirigidos por Rondo desde la cancha.
Deron Williams llegó este verano tras negociar el buyout de su contrato con los Brooklyn Nets, que aceptaron pagar 27 millones de dólares al jugador para rescindir su contrato y que este se convirtiera en agente libre. Al no tener problemas económicos tras recibir dicha cantidad de dinero Williams buscaba un escenario estable donde reconducir su carrera:
«Vi la opción de Dallas como un nuevo comienzo. Con cero expectativas. Simplemente quería pulsar el botón de reset.«
Acerca de la opción de jugar para Carlisle, el otrora candidato al título honorífico de mejor base de la competición respondió:
«Sabía que era un gran entrenador. Había escuchado que le gustaba mandar las jugadas, cosa que no me molesta. Sé que yo también puedo, pero si él tiene una idea más exacta de lo que quiere conseguir con cada posesión, especialmente a estas alturas no hay problema. No siento que contradiga lo que queremos conseguir tanto yo como el equipo».
Ambos tienen en mente dos objetivos claros: Ganar el mayor número de partidos posibles y reconducir la carrera del base. Para lo segundo es necesario lo primero. Y es que tanto el base como el entrenador, están condenados a entenderse.