Cuando empecé a ver la NBA en los inicios de 2008, como un crío de apenas 12 años, no sabía nada de la NBA. Me sonaban algunos nombres, los típicos que les suena a todo el mundo. Recuerdo que el primer partido que vi fue un New York Knicks contra Toronto Raptors, reconocí a Calderón en los de Canadá, y en los de la Gran Manzana me impresionaron esos movimientos de escándalo de Jamal Crawford y cómo un jugador tan bajito como Nate Robinson podía jugar en la mejor liga del mundo.
Esa noche me quedé dormido, el primer viernes de partido NBA me afectó demasiado. Pero a pesar de eso quería ver más. Varios encuentros y unas cuantas más noches en vela después vi a un tal Kobe Bryant, jugador de Los Angeles Lakers. Me sonaba de antes aunque tampoco sabía mucho de él. En mis primeros años viendo NBA fueron sin duda Kobe Bryant y sobre todo LeBron James quienes más me gustaron, quienes me hacían disfrutar más esas largas noches.
Seguí a esos Cleveland Cavaliers del joven LeBron en la Conferencia Este, mientras en el Salvaje Oeste me declinaba por los Phoenix Suns y su maravilloso juego. Poco después llegaba traspasado Pau Gasol a los Lakers y eso me hizo seguirles con más atención. El mejor jugador español de todos los tiempos y uno de los jugadores más mágicos que habían visto mis ojos juntos para ir a por el campeonato.
Pude ver las tres Finales seguidas a las que llegaron los angelinos, como Kobe ganaba sus MVPs de las Finales, como llegaba a lo más alto de su carrera toda una leyenda del baloncesto. Pero también le he visto en lo peor de su carrera, a un nivel bajísimo, a un Kobe Bryant que no me gusta.
Tras el fallido intento del big-four con Nash, Bryant, Gasol y Howard, los Lakers cayeron en desgracia. Los que apenas unos años antes habían sido bicampeones estaban en un momento pésimo. Pero sin duda lo peor fue ver como Kobe, con 35 años y tirando del carro como nadie, se rompía.
Desde ese momento, cuando Kobe se lesionó frente a los jóvenes Warriors, y se rompía el tendón de aquiles, fue en ese momento cuando la NBA y el mundo del baloncesto perdió a Kobe Bryant. Puede costarte más o menos aceptarlo, puedes ser más o menos fan suyo, pero es un hecho que desde entonces el 24 de los Lakers es otro. Era otro jugador, su cuerpo y la edad no le iban a permitir ser el mismo que con el dorsal 8 y el pelo afro (mi favorito, por cierto) machaba los aros de toda la liga, y que más tarde ganaría un MVP y dos títulos más como el claro líder de su equipo.
Kobe siempre me ha gustado, aunque no haya sido mi favorito. Tiene cosas que me encantan, como su ética de trabajo, otras que a la vez me hacen quererle y odiarle, como su competitividad, y otras que no me gustan, como sus dotes de compañero. Pero desde el momento en el que Kobe se rompió ha entrado en una espiral de sucesos que cada vez me gustan menos.
El 30 de noviembre es una fecha que no olvidaremos. El 30 de noviembre Kobe anunciaba, por medio de una preciosa carta, que se retiraría al finalizar la temporada. Una noticia esperada, ya que o era esta o la próxima temporada su final. Una parte de mí se alegró al saber la noticia, no me gusta ver al Kobe actual; otra por supuesto pensó en todos los buenos momentos que ha dado a la liga y al baloncesto este jugador, una parte triste.
Un día hace poco veía algo melancólico de nuevo los 81 puntos de Bryant, o las múltiples veces que destrozó a Phoenix Suns, como la serie de 2006 con sus dos famosas canastas, una tras robo para empatar y otra en la prórroga para ganar. Fue entonces cuando caí en la conclusión que me llevó a escribir este artículo: todo lo bueno que nos ha dado Kobe Bryant está en el pasado, todo son recuerdos.
Desde que Kobe se rompió vemos su peor versión y los Lakers lo pagan. Promedia un 23.3 por ciento en triples y un 41.6 por ciento en tiros de dos, desde luego cifras malas y que empeoran según pasan los partidos. Las estadísticas dicen que es la versión más egoísta de Kobe, con un 18 por ciento de porcentaje de asistencias, la cifra más baja desde sus primeros años. Además de ser el peor Kobe en defensa que hemos visto nunca. Pero sólo hace falta ver un partido de los de oro y púrpura para ver que con Kobe son peores. Sin duda la edad y el tener al peor entrenador de la liga pesan, pero eso no me vale con el juego tan egoísta que está teniendo. Es el Kobe más egoísta y más errático, no me gusta verle así.
La carta que escribió es muy emotiva, se me ponen los pelos de punta al leerla y los homenajes que le realizan en cada cancha que pisa por última vez como jugador son ante todo merecidos y espectaculares. Pero no me gusta esta gira de despedida en la que se ha convertido su última temporada como profesional. Salta a pista y le homenajean, hasta aquí todo muy bonito, y después en el partido se tira hasta las zapatillas para irse a casa día si y día también con series de tiro lamentables: 8 de 24, 3 de 15, 6 de 22, 1 de 14, 7 de 20, 4 de 20, 7 de 26, 4 de 19 o 2 de 15.
Se le aplaude cada tiro que mete, normal, pero a poca gente veo quejarse de sus series de tiro y de las derrotas. Si tirase mal pero los Lakers ganasen me callaría, pero fue contra Philadelphia 76ers, ese equipo que tiene media plantilla de Liga de Desarrollo, cuando Kobe registró un 7 de 26 en tiro para que los Sixers cortasen su racha de 18 derrotas y cero victorias en la temporada.
El ser una leyenda no le da derecho a tirar todo lo que quiera, a lastrar a estos Lakers deportivamente. Mientras Kobe tira y tira, jugadores como D’Angelo Russell se quedan mirando. En cambio, jugadores veteranos, leyendas también, como Dirk Nowitzki, Tim Duncan o Kevin Garnett se relegan a un plano secundario y ayudan a sus equipos. El caso del alemán me enamora, y es que promedia más de 17 puntos por encuentro con un acierto de más del 50 por ciento. Cierto es que está mejor rodeado y tiene a un entrenador muy inteligente como Rick Carlisle, pero siendo serios, ¿Kobe no podría hacer esto en los Lakers? No podría salir, hacer jugar al equipo, ayudar a los jóvenes de verdad y retirarse de una gran forma. O te retiras como el mejor jugador o aceptas que ya no lo eres.
Kobe no se ha reconvertido, ni si quiera lo ha intentado y las circunstancias no ayudan. Sigue queriendo meter 30 puntos por noche cuando esos años ya pasaron. Kobe Bryant ha dado mucho al baloncesto, soy fan suyo, fan de lo que ha traído a la liga y al baloncesto, pero no defiendo esta particular gira de despedida en la que se ha convertido la última temporada de toda una leyenda.