Conociendo a Jim Boylen, técnico asistente de los Bulls

"¿Sabes porque me metí en el entrenamiento? Por miedo"
Theodore Roosevelt Collection (CC)

En la redacción de Chicago See Red hacemos una pausa para conocer a uno de los personajes que construyen este nuevo cuerpo técnico que paso a paso comienzan a cimentar un camino de éxitos en los Bulls detrás de una idea de juego que proviene de los vestuarios universitarios en donde subir el ritmo de juego parece ser una de las consignas principales. El día de hoy hablaremos de Jim Boylen, técnico asistente de Fred Hoiberg quien sin nunca buscar un rol protagonista en los banquillos puede decir que tiene tres anillos de NBA, dos con los Houston Rockets y uno con los Spurs, además de compartir banco junto a técnicos de la calidad de Tom Izzo en Michigan State, Frank Voegel en Indiana o Greg Popovich en los Spurs.

La historia de Boylen junto al baloncesto comienza en su casa de estudios la Universidad de Maine lugar donde fue capitán del equipo local y figura en cada uno de los deportes que practicó. Sin proyectar mucho más allá su carrera como deportista y por una razón que explicaremos más adelante, quiso probar la aventura de dirigir un equipo de baloncesto, para esto probó suerte en la Universidad de Michigan junto a Jud Heathcote, ídolo de su infancia, con quien luego de acumular algunos años de experiencia en los banquillos se lanzó desafiar al destino en la NBA, en una oportunidad de oro que lo llevó a los Houston Rockets. ¿Como un técnico asistente de un par de años en Michigan puede llegar a dar el salto a un franquicia NBA? La respuesta: Suerte. Sentado un día luego de la práctica entabló conversación con un desconocido que había tenido un paso por Maine, para su suerte ese desconocido resultó ser un alto ejecutivo de los Houston Rockets, quien le dijo que si algún día estaba interesado en dirigir en serio tomara su tarjeta y lo llamara. Entonces al acumular un mínimo de currículum, Jim no dudó en tomar su teléfono y ver si esa tarjeta servía para algo.

La anécdota cuenta que consiguió el puesto en Houton luego de una entrevista de trabajo de menos de 8 minutos en donde la pregunta que le abrió las puertas fue ¿dónde se había hospedado en Los Angeles cuando fue a hacer unos cursos de basketball? su respuesta fue sincera y sin rodeos, se quedó en una pocilga durante más de un mes en base a latas de cerveza y vídeos de basketball, entonces Rudy Tomjanovich quien fuera el entrenador de los Rockets para ese entonces le dijo: «Ese lugar es un tugurio. Este tipo está loco. Estás contratado».

Dos anillos con los Houston Rockets de Hakeem Olajuwon y más de una década junto a ese conjunto que termino con unos renovados cohetes de la mano de Steve Francis y Yao Ming fueron suficientes para que tomara la decisión de volver a su casa en Michigan para cuidar a su anciano padre y retomar sus funciones a cargo del equipo universitario de Michigan State que esta vez era entrenado por Tom Izzo con quien lograron un récord de 45-23 y dos apariciones en la NCAA. La experiencia lo llevó a tomar las riendas de un desconocido cuadro universitario, los Utah Utes que para sorpresa de todos en un par de años estaba ganando la conferencia, en una zona donde su rival más cercano era la Universidad de Arizona donde jugaban Jordan Hill y Chase Budinger.

De vueltas a la NBA, Pacers y Spurs fueron sus primeras paradas y hoy Chicago Bulls donde declara sentirse feliz «Es genial ser un Bull» dice Boylen luego de pasar bastantes años viendo desde los banquillos universitarios como el equipo grande del estado domino más de una década el basketball de la NBA, en un periodo donde sólo fue interrumpido por la acción conjunta de un equipo donde el mismo fue parte en la lejana Texas con unos cohetes comandados por Hakeem «The Dream».

Para quienes luego de 5 párrafos aún no lo reconocen es el hombre calvo tras Hoiberg que grita para sostener la defensa. Boylen como brazo derecho de un entrenador que gusta correr la cancha es el encargado de contrapesar las acciones y preocuparse de los aspectos defensivos del juego para que el equipo no quede arrojado en ofensiva sin poder volver a defender su propio aro. Tarea especial tiene con casos difíciles como Doug McDermott y su juego de pies cuando lo llevan a la zona. El entrenador principal Fred Hoiberg está encantado con el trabajo que está realizando Jim, ya que experiencia y se nota que sabe lo que hace:

«De la A a la Z ha sido increíble para mí. Tú miras donde él ha estado y con quienes ha entrenado. Pienso que él ha tomado un pedazo con cada uno de los que ha trabajado, de Tom Izzo, de Rudy Tomjanovich, de Frank Vogel, de Gregg Popovich. Él ha trabajado para algunos de los grandes de todos los tiempos»

«Él trae mucho conocimiento. Siempre puedes intercambiar ideas con él y no tiene miedo de dar un paso adelante y decir lo que piensa, lo que es de gran calidad para un asistente. Todo lo que significa ha sido muy bueno para mí.»

Desde el otro punto de vista Jim Boylen reconoce el buen trabajo que ha venido haciendo Fred Hoiberg a cargo de los Bulls y le da un cumplido al compararlo con uno de los técnicos más influyente y ganadores de la década del 90′.

«Él y Rudy (Tomjanovich) son muy similares. Son buenas personas que se preocupan por los chicos. Fred trabaja, ve peliculas y habla como Rudy también. Fred habla de estrategias todo el tiempo, me gusta eso también. Así que es un buena opción este camino».

Dicen que Jim Boylen es uno de esos técnicos apasionados por el juego que si pudiera lo haría gratis, no le importa el dinero, su centro es mejorar las franquicias y dar todo por los jugadores, al costo de ser tildado de altruista debido al salario relativamente bajo que siempre ha cobrado.

«El trabajo de técnico asistente para mí supone apoyar al técnico en jefe y a la franquicia con tu ética de trabajo, tu pasión por el juego y tu respeto con la liga. Como sea, si lo tomas, lo haces».

Las palabras de reconocimiento a la lealtad de Jim para con los equipos y sus entrenadores en jefe vienen de todos lados, y uno quien lo conoció de cerca es el a esta altura mítico Gregg Popovich quien no se quedó corto en los reconocimientos a su antiguo ayudante:

«Él sangra el juego y lo sangra el personal también. Le encanta el juego y es una gran fuente de conocimiento Es un trabajador increíble y un amigo leal. Es realmente un gran tipo.»

Quienes lo conocen de cerca saben del tipo del que se trata, uno que estuvo dispuesto a estar meses viviendo con lo mínimo para aprender más de baloncesto, uno que se esforzó durante toda su juventud por ganar una opción de estar sentado en un banquillo junto a su ídolo en la universidad de Michigan, y que luego de tener una década de triunfos lo dejo todo una vez más para preocuparse por su padre.

«La gente me pregunta sobre el entrenamiento ¿Usted quiere enseñar? ¿Quiere ayudar a que los jóvenes se conviertan en hombres? ¿Sabes porque me metí en el entrenamiento? Por miedo. El miedo a no saber a donde iba a las 4 de la tarde todos los días. Toda mi vida había ido a entrenar – fútbol americano, baloncesto, béisbol – no sabía lo que iba a hacer si no era capaz de ir a la práctica, así que puse mi mano sobre un grupo de chicos tratando de lograr algo.

Siempre me ha gustado como en el vestuario era uno de los únicos lugares donde todo el mundo el es igual, independientemente de sus antecedentes. No importa si eres rico o eres pobre, tú tienes puesto el mismo uniforme. Amé eso y luego ya estaba jugando luego en Maine. Así que fue el miedo a perder lo que me empujó a entrenar.»

Así son los caminos de los entrenadores, de altos y bajos y llenos de sorpresas y segundas oportunidades, al parecer las mejores son las que menos se esperan.

«Es gracioso, cuando tú eres joven, tienes un gran cantidad de energía pero no mucha experiencia. Cuando eres viejo tienes mucha experiencia pero ya no mucha energía. Siento que estoy en el vértice de ambos. Tengo 50 años y si tienes la confianza en lo que estas haciendo y la experiencia suficiente en lo que sabes que vas a hacer, eso es una buena sensación».

Desde este pequeño espacio y estas fugaces lineas deseamos todo el éxito a Jim, aquí en Chicago o a donde lo lleve el destino, un tipazo que Hoiberg y los suyos sabrán aprovechar para el beneficio del equipo de la ciudad de los vientos, la experiencia no es gratuita y Boylen la vuelca por entero en cada práctica de entrenamiento.

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