Con un núcleo joven y prometedor formado por Andrew Wiggins, Karl Towns, Zach LaVine, Ricky Rubio, Shabazz Muhammad o Gorgui Dieng, más veteranos de la talla de Andre Miller, Thayshaun Prince o Kevin Garnett, en Minnesota esperaban una temporada de crecimiento y buen juego. Muchos hablaban incluso de quedarse cerca de los puestos de Playoffs, pero de nuevo la realidad vuelve a abofetear a los jóvenes lobos.
Un inicio de 8-8 traía esperanzas a los fans, además del buen nivel mostrado por Towns o LaVine, y otros que explotan como Muhammad. Pero poco a poco la estela del equipo se fue apagando y queda poco de aquellos resultados del inicio. Los Wolves han perdido 24 de sus últimos 30 partidos y vuelven a estar en el fondo del Oeste junto a Lakers y Suns.
Especialmente se está criticando el trabajo de Sam Mitchell como entrenador jefe. Según informa The Associated Press, el núcleo joven del equipo está descontento con su labor. Muchos piden su despido, otros entienden la dificultad de coger al equipo sin esperarlo tras la desgraciada muerte de Flip Saunders.
«No es divertido, incluso a veces injusto,» dice LaVine. «Pero es el entrenador, yo el jugador, y en realidad lo único que podemos hacer es salir a la pista y hacerlo lo mejor posible.»
Se critica sobre todo sus sistemas de juego anticuados, más propios de la década de los 90 que del baloncesto actual; sus rotaciones irregulares y que aglutinan demasiados jugadores; y su falta de liderazgo para solventar los problemas que ocurren entre jugadores.