Larry vs Magic, la rivalidad que trasciende el tiempo

Cambio la NBA y potencio el baloncesto en el mundo
Foto: Kip-koech (CC)

En primer lugar, antes de leer las siguientes líneas, debo aclarar que soy un Celtic. No diré que desde la cuna porque en mi casa el baloncesto lo he traído yo con mis ocurrencias en la adolescencia. Tampoco puedo decir que por todas las victorias que he visto, ya que desde que sigo a Boston, apenas una final de conferencia contra Miami hemos alcanzado y el dolor fue incomparable.

Soy un Celtic puesto que me gustan los jugadores duros, los que no sonríen a la cámara cuando van perdiendo –ni cuándo van ganando-  y aborrezco a aquellos que demuestran más cariño por sus rivales que por sus compañeros, como los hay hoy en día. Porque la tradición verde enamora y bueno, soy un Celtic porque ver al #34 enseñarle a unos cuantos como cerrar partidos, en pocas palabras, me ha hecho la vida entera.

Ser de los Celtics implica, además, odiar a los Lakers. Y es así, no hay tonos medios con un rival histórico. Un contrincante que como en los cuentos de hadas, es todo lo contrario a lo que tu eres. Show, caras bonitas, sonrientes y mucho –pero en serio mucho- drama. Como no quiero ser insultado hasta la saciedad como le paso al gran Javier Rodríguez, no pienso detenerme a criticar a alguno de sus jugadores. Por el contrario, ser un clásico amante de Boston no me impide reconocer el talento puro, ese que viene de nacimiento y que como pocos en el baloncesto, lo ha representado Earvin “Magic” Johnson.

La historia es conocida por muchos de ustedes, fieles seguidores de la NBA, pero vamos a recordarla un poco: en medio de una rivalidad histórica que nos lleva a las épocas de Russell, Cousy, Havlicek y demás contra West, Chamberlain y compañía. En una época dorada para los gloriosos verdes que cosecharon la mayoría de sus anillos durante dichos años y el inicio de una rivalidad que aún prevalece como la más grande de este deporte que pasaba por un momento, difícil.

Sin embargo, los setenta no habían sido la mejor etapa para la NBA y sus ratings televisivos eran paupérrimos, algunos partidos no se emitían siquiera en vivo sino que había que esperar a la madrugada para poder ver a tu equipo, los estadios estaban vacíos y los adinerados blancos consideraban que la liga, desde la fusión con la ABA, había perdido sentido. Los partidos eran más parecidos a encuentros de  calle con peleas en todas partes, la táctica fue completamente olvidada y lo que podían ser figuras emergentes como Julius Erving se caracterizaban más por su espectacularidad que por su inteligencia.

Mientras la NBA afrontaba una crisis económica, dos universidades sin gran nombre o cartel en la escena deportiva daban de que hablar en todo el país, Indiana State –la prima sin dinero de la Indiana de Bobby Knight- y Michigan State. Entre tantas diferencias que hay entre uno y otro, la gran sonrisa que conocemos todos de Magic Johnson y la seca mirada de Larry Bird, una de las pocas similitudes es que cada uno decidió jugar en una universidad que les resultara familiar dejando de lado los focos de los grandes equipos.

En el caso de Larry, luego de fracasar en los Hoosiers de Indiana, una universidad con más –muchos más- estudiantes que los habitantes que había en su natal French Lick y volver a casa ante la desilusión de su madre – incluso llegando a manejar camiones de basura como lo hacía su padre-, encontró en la Universidad de Indiana State una segunda y definitiva oportunidad en un ambiente más casero, familiar y cercano para Bird.

“Cuando llegue a la Universidad de Indiana, no me tomó mucho tiempo darme cuenta que estaba lejos de mi burbuja, la primera semana pensé que no resultaría” Comentó Larry para el documental Magic & Bird – A courtship of rivals.

En el caso de Magic, una estrella formada desde el Instituto y preparada para brillar, tuvo ofertas de los mejores programas de baloncesto del país y en una conferencia de prensa que hacía notar la importancia que tenía aun siendo tan joven, declaraba que iba a permanecer en casa: jugaría en Michigan State.

Ninguno de los dos era de una familia adinerada ni nada por el estilo, Magic con seis hermanos y Larry con cinco, los lujos no eran parte de su infancia y el hogar era lo más importante. Claro, cabe aclarar que Bird era más pobre, en uno de los estados más austeros de Indiana que hacían que el baloncesto fuera la vía de escape para el joven rubio de French Lick.

Su primer y famoso enfrentamiento sería en la gran final universitaria del año 1978-1979, cuando la Universidad de Indiana State llegaba con un récord de 33-0 comandados por un bestial Bird que se vería las caras con la Universidad de Michigan State del sonriente Magic Johnson. El resultado fue decepcionante para los que venían invictos porque los de Johnson lograron eclipsar completamente al 33 para ser los campeones universitarios por 75-64 en la que “Larry Legend” llama la peor derrota de su carrera.

Sería el primero de muchos duelos y ellos lo sabían.

Seleccionado en la sexta posición del Draft del 78, Larry Bird fue a parar a Boston, pero decidió terminar sus estudios primero como prometió a su madre. Del otro lado y como si el mejor director de Hollywood lo hubiese escrito, Magic Johnson era escogido por los Lakers en la primera selección del 79. Celtics y Lakers de nuevo enfrentados, las grandes figuras que tenían la misión de recuperar la reputación de la liga y llevar a la NBA de vuelta al centro de la escena, como lo hicieran Bill Russell y Wilt Chamberlain décadas previas.

El giro que le dieron a sus franquicias fue inmediato, en especial Bird, quien sacó a Boston del ostracismo de la 78-79 con 29-53 a unas impresionantes 61-21 en su año de novato, premio que por cierto le ganó a Magic Johnson, que llegaba a unos establecidos Lakers con el máximo anotador de todos los tiempos: Kareem Abdul Jaabar.

Pero, ¿Si los Lakers eran buenos, porque tenían una primera selección del draft? Bueno, un regalito de los Jazz el 5 de agosto del 76, donde cedieron tres primeras rondas por los derechos de fichar a Gail Goodrich.

Boston luchó hasta lo profundo de la postemporada pero cayó contra los Sixers de Dr. J, quienes a su vez iban a perder con los Lakers en la final, cuando en el sexto partido Kareem se lesionó y no pudo jugar. La solución angelina fue un Magic que jugó de pivot y metió 42 puntos, 15 rebotes y 7 asistencias. En el primer año de “la nueva NBA”, Bird fue el novato del año y Johnson el MVP de las finales.

La revancha iba a llegar pronto para Larry, que en la 80-81 logró su primer campeonato de la NBA, derrotando a los Rockets en una serie a cuatro partidos y metiéndose definitivamente en el corazón de Boston. Dos años fueron suficientes para que Magic y Larry entraran al listado de los campeones, fueran la cabeza de sus equipos y le dieran vida a una rivalidad que a su vez, revitalizo el baloncesto mundial.

“Cuando salía el nuevo calendario cada año, enmarcaba en un círculo los juegos contra Boston. Para mí eran esos dos y aparte los otros 80.» Declaraba Johnson.

«La primera cosa que hacía cada mañana era echar un vistazo al box score para ver lo que Magic hacía. No me importaba nada más.» Contrastaba Bird.

Pero la rivalidad apenas empezaba, iban a tardar dos temporadas más para volverse a ver en unas finales, Este contra Oeste. El Boston Garden vitoreaba sin cesar “Beat L.A.” y los dos mejores jugadores del mundo volvían a verse las caras. En una serie muy cerrada, física y apretada, todo se definía en un séptimo juego donde Larry, por fin, pudo derrotar a Magic y saldar una cuenta pendiente obteniendo un nuevo anillo para los Celtics que hasta entonces, dominaban la serie de finales contra Los Ángeles por 8-0.

La derrota, en dos competidores feroces como el 32 purpura y el 33 verde, era tan decepcionante como motivante para levantarse más fuerte. De la misma forma que Bird sabía que el 83-84 era su momento, Magic trabajo duro para tener el control y hacer de los Lakers un equipo invencible. En la segunda final que los enfrentaba, los de Riley acabaron con la paternidad en seis juegos y en el Garden de Boston.

Justamente en ese verano del 85, con el fin de un anuncio comercial, Johnson viajó hasta French Lick para grabar con Larry el inicio del gran mercado de los zapatos deportivos. Allí, por primera vez tuvieron la oportunidad de ser amigos, una amistad que sería más fuerte que cualquier tipo de competencia –que nunca dejaría de ser intensa- y que le daría otro interesante capítulo a esta historia.

Sin embargo, aun cuando la relación era mucho mejor que en el pasado, Bird no era la clase de jugador (muy común en estos días) que conversa con sus rivales antes del juego o sale a cenar luego del mismo. La 85-86 –uno de los mejores equipos de la historia- iba a ser completamente dominada por Boston que pasaba por encima de las Torres Gemelas de Houston en las finales y para el siguiente año se venía el último gran rodeo.

La espalda de Larry, que sufrió desde 1985 cuando hacía trabajos para una casa de su madre en el pueblo, iba a pasar cuenta de cobro, pero el espíritu del bigotón iba a empujar a los Celtics a las finales, donde los esperaban unos magníficos Lakers que dominaron toda la temporada y salían victoriosos en una serie de seis partidos. 

En total, entre los dos acumularían ocho anillos: 5 para Magic y 3 para Larry, desde la temporada 1979-1980 hasta la 1988-1989 siempre hubo uno de los dos en las finales, seis MVP´s (3 por lado) 5 MVP´s de las finales (dos para Bird) y múltiples logros más.

Los Detroit Pistons y su eventual irrupción iban a hacer imposible un nuevo reencuentro, las múltiples cirugías de Bird acabaron con “The Hick of French Lick” y sus últimos cuatro años –a pesar de tener números fenomenales- no eran ni la sombra de lo que llegó a ser. Magic se haría con su quinto anillo y cuando estaba en el tope del mundo, el virus del SIDA lo devastó. Cuando más lo necesitaba, Larry estuvo ahí, para escucharlo y apoyarlo, como todo un caballero.

“Cuando algo así te pasa, sabes quienes son tus amigos de verdad y a quienes en verdad le importas”.

El legado

La historia que marcaron deportivamente fue hermosa, probablemente la mejor de toda la NBA. Aunque la NBA –e incluso yo- hayamos vendido la historia de Larry vs Magic- Magic vs Larry, eran dos jugadores que pensaban en ganar, contaban con grandes equipos y hacían mejores a sus compañeros. Bird-McHale-Parish. Johnson-Worthy-Jabbar. Eran grandes quintetos con excelentes entrenadores que dieron un espectáculo que aún es difícil de igualar.

Pero, ¿cómo dos tipos tan diferentes podían tener ese impacto? Si, uno muy tímido y abstraído de la fama que lo rodeaba. El otro que nació para las cámaras y el espectáculo de Hollywood. La cara seria contra la gigantesca sonrisa que con solo recordarla te ilumina todo el cerebro. Pero en la cancha, eran tan similares como diferentes fuera de ella. Podían jugar en todas las posiciones, tomar el balón en momentos difíciles, pasar la pelota de manera magistral, dirigir contragolpes como maestros de sinfonía y lo más admirable, hicieron del baloncesto el centro de su vida y como tal, su mayor preocupación era superarse el uno al otro en una competencia que le hizo tan bien a ellos como al deporte en general.

La NBA sobrevivió a la más dura crisis, dejo de pasar partidos en diferido para transmitir en vivo las dobles tandas donde el primer turno era Boston y el segundo… Adivina. Con la llegada de David Stern como comisionado, se explotó el concepto de jugador franquicia y la publicidad como la madre de todas las cosas. Desde entonces, las estrellas hicieron rentables un equipo y así llegamos a la era moderna, donde los Spurs resisten como un único ejemplar de un todos para uno y uno para todos. Magic y Larry, cambiaron la forma de ver el baloncesto, lo potenciaron. Por eso, cuando alguien no haga más que hablar de Jordan y sus hazañas saltando desde la media cancha o tiros ganadores, sonríe, al menos tú entiendes de qué se trata esto.

Fuente: Wikipedia (CC)
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Comentarios (2)
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  • Clarck

    Genial articulo. Mi enhorabuena.
    Fueron ellos dos, Larry y Magic, los que levantaron a una NBA totalmente deprimida en esa época y no Jordan. Él vino después.

    Coincido contigo, Spurs, y también nuestros verdes del gran Stevens, son los únicos equipos que me recuerdan a aquel baloncesto de los 80.

    • Juan Camilo Quintero Rivera

      Gracias, así es, esta NBA es de tributo al individuo y no al equipo. Pero hay sobrevivientes!