Draft del verano de 2015, en el que las ilusiones de todos los aficionados neoyorquinos están puestas sobre la mesa con el fin de conseguir a un jugador que cambiara el rumbo de la franquicia de una vez por todas, debido a las poco afortunadas elecciones de las que habían dispuesto años anteriores, concretamente los picks recordados como Milicic, un jugador que dejó frustadas las esperanzas neoyorquinas en un jugador que les sacara hacia la senda de la victoria.
Llegó entonces Kristaps Porzingis y seguramente todos recordaréis al nefasto jóven que lloró en su elección, pero lo que ese pequeño no sabía como muchos de los aficionados presentes en las esperanzas del draft, es que el jugador letón se convertiría en la gran alegría de la temporada, y prácticamente en un jugador franquicia junto a Melo.
Tras una temporada asombrosa de tú a tú con Towns, repartiéndose los rookies del mes a pares, todo empezó a ir cuesta arriba para un jugador que no solo sorprendió en su versatilidad ofensiva, sino en su contundencia defensiva con una rapidez y unos movimientos defensivos asombrosos para su altura.
Todo ello se unió en un exquisito final de temporada para KP, cuando en la pasada madrugada ante Cleveland Cavaliers se convirtió en el primer jugador de la historia en encadenar +1000 puntos +500 rebotes +100 tapones y +75 triples en su temporada rookie desde que se establecen los registros estadísticos de la NBA a comienzos de los años 70.
Sin duda este es uno de los muchos récords que le quedan por batir al gran KP en lo que no hay discusión en que será una carrera plagada de éxitos individuales, y lo que todos esperamos, que la técnica individual y su formación como jugador, lleve a la franquicia neoyorquina al éxito colectivo. Un jugador del que ya el gran Dirk Nowitzki aclaró que es mejor que el propio Dirk a su edad y que sin duda va camino de convertirse en una leyenda del magnífico deporte creado por Naismith.