Mantener el rumbo debe ser el siguiente paso de los Jazz

Hora de tomar decisiones en Utah
Fuente: Redsarmy (CC)

Se suele decir en la NBA que no hay nada peor que estar en la media. O blanco o negro. O pelear por el título o tratar de conseguir el mayor número de tickets para la lotería que es el draft y así tener más opciones de dar con un jugador franquicia con el que poder pelear el título. Quedarse entre ambas situaciones es contraproducente, asumen muchos expertos y directivos, porque sin duda el equipo queda avocado a elegir más tarde en el mismo draft, reduciendo las posibilidades de encontrar ese talento que cambie la historia del club. Los Jazz se encuentran en ese lugar y muchos se preguntan cuáles deben ser los siguientes pasos que tome la gerencia del conjunto en su empresa de luchar el anillo.

Utah, tras un gran final de temporada en la 2014-15, en la que terminaron con el sexto mejor récord pasado el All-Star, tenía las miras puestas en lograr clasificarse para los Playoffs y con el panorama en el Oeste al principio de curso parecía que iba a ser muy factible. Los Rockets comenzaron de pena y despidieron a su entrenador Kevin McHale apenas pasada una docena de encuentros, los Pelicans entre lesión y lesión demostraron tener muchas dificultades para adaptarse al nuevo sistema del entrenador Alvin Gentry, los Trail Blazers habían desmontado el equipo por completo tras perder a LaMarcus Aldridge y Mavericks y Grizzlies eran claros candidatos a quedarse sin gasolina según fueran pasando las semanas. Los Jazz eran la apuesta de muchos periodistas y expertos para ser la sorpresa en el Oeste si mantenían la irrupción defensiva presenciada en la segunda mitad de la temporada anterior.

Como ya sabemos todos sin embargo, Portland le ha robado el papel al conjunto dirigido por Quin Snyder, y tras quedarse a las puertas de los Playoffs en la recta final es lógico que surjan algunas dudas en el entorno de los Jazz, aunque algunos como el periodista de ESPN Zach Lowe ya se pronunciaba sobre estas cuestiones tan pronto como a finales de enero. ¿A dónde puede ir Utah con esta plantilla? ¿Es este el conjunto que devuelva a los Jazz a la relevancia?

Para empezar hay que ser cautos acerca de la temporada 15-16 vivida por los de Salt Lake City. Perderse los Playoffs es duro y más después de dejar escapar partidos que deberían haber ganado con relativa facilidad y también la aparente debilidad de toda la conferencia a partir de los cuatro conjuntos arriba en la clasificación. Pero no se puede olvidar la cantidad de lesiones, y de jugadores importantes, que han sufrido los Jazz esta campaña. Su base titular, el australiano de segundo año Dante Exum, cayó fuera en agosto para todo el curso; Alec Burks, en el comienzo de la extensión firmada por cuatro temporadas y 42 millones de dólares, se perdió 51 partidos después de haberse perdido también gran parte de la 14-15; Rudy Gobert, uno de los mejores pívots defensivos de la NBA, 21 encuentros fuera; Derrick Favors, un talento rozando el All-Star y gran defensor, otros 20. Otras franquicias podrían haber campeado mejor el temporal, pero la filosofía seguida por los Jazz para reconstruir el equipo cuando se fueron Paul Millsap y Al Jefferson puso a los hombres de Snyder en una tesitura difícil. Los Raul Neto, Chris Johnson y Jeff Withey formaron parte del séptimo de caballería reunido para cubrir esas ausencias, y exceptuando algunos momentos esperanzadores a lo largo del curso los resultados fueron muy modestos.

Los Jazz habían sorprendido a la NBA en el debut de Snyder como entrenador jefe tras deshacerse del turco Enes Kanter y su pasividad e inhabilidad en la retaguardia para hacer hueco a Gobert, algo que dio sus frutos y revolucionó la entidad de un conjunto que desde ese momento enarboló la defensa por bandera y no miró atrás. A partir de la dupla Favors-Gobert por dentro, Utah tenía entonces que rodeaelos de suficiente ataque para que pudiesen funcionar con dos interiores sin tiro. El primera ronda del pasado draft, Trey Lyles, ha demostrado ser todo un éxito y no sólo lo que ha despuntado en sus primeros pasos como profesional, sino por su perfil y por cómo encaja en esa construcción del sistema Jazz. Exum, a pesar de su bisoñez, podía tirar de tres y en defensa era parte muy importante por gran envergadura y agilidad. Rodney Hood tendría una temporada más de experiencia y Burks podría por fin hacerse al nuevo esquema. Gordon Hayward había ya mostrado que podía rendir al nivel de un All-Star, y Trevor Booker era el perfecto veterano a bajo coste. Básicamente el mismo equipo pero con mucho margen de crecimiento por delante.

Luego llegaron las lesiones y con ellas llegaron de la mano los problemas de los Jazz para anotar – y para hacerlo con el partido disputado -, sobretodo por la falta de ball handler secundarios que pudieran crear desde el pick n’ roll y por la falta de espacio que se genera cuando comparten pista Favors y Gobert. Hood y Hayward estuvieron brillantes por momentos, pero Burks, que supuestamente iba a aliviar el peso sobre sus espaldas y elevar la segunda unidad volvió a perderse gran parte del año. Trey Burke, probablemente el mayor pinchazo de Utah en los últimos drafts, volvió a dejar entrever que su futuro en la NBA podría estar muy complicado. Exum es un caso del que hemos hablado ya incesantemente, y su relevo, el brasileño Neto, no debería ser un jugador importante en ningún conjunto de la liga, y mucho menos un titular como en los Jazz. Mientras que con Favors y Gobert en pista el conjunto de Snyder ha seguido siendo dominante (la combinación de ambos junto a Hood y Hayward ha superado en 4,7 puntos por 100 posesiones a los rivales este año), ya hemos mencionado que ambos pasaron por el dique seco y durante siete partidos coincidieron fuera.

Todos los equipos tienen lesiones, pero los Jazz han depositado todas sus esperanzas en el draft, y de momento los jugadores encargados de ocupar posiciones secundarias son, o bien restos de la D-League o apuestas de segunda ronda, o bien decepciones como Burke o, por el momento, Burks. El manager general de Utah, Dennis Lindsey, trató en vano de darle a su equipo un refuerzo importante y con la vista puesta a corto plazo en el mercado de invierno, pero las negociaciones no llegaron a buen puerto. Los Jazz estaban dispuestos a deshacerse de una primera ronda y comprometer un sueldo importante, pero tuvieron que conformarse con Shelvin Mack, tercer base de los Hawks – donde trabajaba antes Snyder y compañero de Hayward en Butler -. Mack demostró por qué nunca ha sido considerado como titular en ninguna de sus dos paradas anteriores en la NBA, aunque sí que aportó algo más que Neto y definitivamente más que Burke. Se rumoreó durante mucho tiempo que el objetivo de Lindsey era Jeff Teague, también de Atlanta, y en parte tenía sentido porque mejoraba al equipo de manera importante de cara a los Playoffs pero también acababa contrato próximamente volviendo a liberar el puesto que los Jazz siempre han creído que puede ocupar Exum. Hasta qué punto la incógnita del aussie, que se ha perdido un año crucial en su desarrollo, influyó las negociaciones y los objetivos de los Jazz es un misterio, pero sí que podríamos aventurarnos a pensar que Utah buscaba nada más que alguien que guardase el fuerte hasta que Exum vuelva y les ayudase mientras en la búsqueda de los Playoffs.

Lo bueno es que el margen es muy amplio. Hayward es el más mayor del bloque y apenas tiene 25 años, mientras que Favors y Burks tienen 24, Hood y Gobert 23 y Lyles y Exum 20. A día de hoy sólo hay comprometido algo más de 60 millones de dólares en salarios para el próximo curso, y el espacio salarial va a subir probablemente por encima de los 90, aunque todos los equipos de la NBA van a tener mucho dinero disponible, por lo que el impacto de estas cifras pierde bastante valor. Booker es el único jugador relevante que no tiene contrato para la 16-17 y el primero de los pesos pesados que alcanzaría el mercado como agente libre sería Gobert en 2017 cuando el tope salarial esté alrededor de los 110 millones. Hayward tiene opción de jugador para el mismo año y descartando cualquier tragedia es improbable que la ejerza, entrando en un mercado en el que habrá multitud de franquicias dispuestas a darle el máximo. Sin embargo Utah tiene tiempo como para lidiar con esos problemas cuando lleguen, precisamente porque tendrá dinero para afrontarlos.

Con una columna vertebral clara, joven y todavía a algunas temporadas de alcanzar su plenitud, los Jazz deben mantener el curso y si acaso mantener los ojos bien abiertos por si hay algún nombre disponible que puedan añadir de manera similar a lo que hicieron los Raptors con Corey Joseph, que como tercer base de Spurs había mostrado algunos destellos y ahora en su Canadá natal se ha destapado como hombre importante en conjunto de Playoffs. El mensaje es que hay tiempo como para ser moderadamente agresivos en el mercado pero hay que hacerlo teniendo en cuenta las circunstancias del conjunto. Si algo ha enseñado Portland está temporada es el valor de rodear a tu líder de jugadores en el mismo arco de proyección, algo que Jazz está en concidiones de seguir.

Para muchos puede parecer frustrante, pero Utah debería volver a confiar en ver qué hacen un año más de Hood, Hayward, Gobert, Favors y, ahora, Lyles, y ver qué pueden aportar Burks y Exum. Estos dos últimos son perfectamente movibles si nunca terminan de despuntar, ya que el primero tiene un salario muy asequible en el nuevo panorama contractual de la NBA y el segundo todavía está en su contrato de novato. No quiero decir que vayan a terminar por no ser jugadores importantes en Salt Lake City, simplemente aclaro que de la manera en la que los Jazz han ensamblado el equipo siempre habrá oportunidades para ajustes sin necesidad de apretar el botón de reinicio.

Muchos opinan que les falta una estrella, un anotador que en los momentos igualados se eche el equipo a la espalda. De esos, sin embargo, hay muy poquitos, y ante la falta de uno en Utah lo mejor es seguir confiando en la combinación de jugadores que tiene. La defensa no es problema porque además de la dupla Gobert-Favors, que es un agujero negro para el ataque rival en la pintura, los Jazz van a recuperar a dos exteriores – Exum y Burks – de enormes brazos capaces de ocupar multitud de espacio y ayudar a generar más pérdidas de balón que a su vez se conviertan en puntos fáciles al contraataque. En ataque sin embargo el entrenador Snyder va a necesitar de algún otro playmaker que, por el momento, Exum no es. Hood ha estado excepcional llevando el pick n’ roll este año, y Hayward también ha rallado el notable, pero Mack y Neto no asustan a nadie. Ese es el principal ámbito de mejora para los Jazz en la offseason.

Lyles es el otro jugador, además de Hood, que más potencial tapado tiene, y sus cualidades físicas y su talento como stretch forward y para rotar en el pick n’ roll le hace un hombre capaz de cambiar, o ayudar a cambiar, los designios de Jazz a corto y medio plazo. Su papel crecerá y si con ello aumenta su protagonismo Utah puede notarlo mucho. Él es el jugador diferente y alero moderno de la NBA que proporciona a la escuadra multitud de variantes. Tanto como tirador en el pick n’ pop como pasador en el drive and kick tras pick n’ roll o penetrando a canasta, Lyles puede ser, salvando las distancias, lo que es Draymond Green para los Warriors, o más recientemente, Mason Plumlee para los Blazers en Playoffs. La capacidad de atacar los 4vs3 que podría generar un bloqueo y continuación dirigido por Hood puede convertirse en parte importante del esquema de los Jazz en el futuro, y podría aliviar un ataque que muchas veces peca de falta de dinamismo por la presencia de dos gigantes en la pintura, aunque sin Gobert y Favors en invierno ya vimos que Utah puede usar mucho más el tiro exterior.

Los Jazz tienen, de momento, la elección número 12 en el draft, a espera de que la lotería que se celebra en 17 días les asigne un puesto definitivo. Ahí tendrán la oportunidad de resolver la principal duda que rodea al equipo que es la de un base – o jugador de perímetro en su defecto – que pueda generar juego en ataque a través del pick n’ roll y lanzar desde fuera. Exum sigue ahí y Mack – opción de equipo – y Neto recibirán otra oportunidad, pero no está claro que ninguno de los tres pueda funcionar en ese rol y el equipo de Salt Lake City no puede arriesgarse a dejar pasar este momento. Un tirador podría ser la opción lógica para algunos, pero se ha comprobado que exceptuando jugadores legendarios en ese aspecto como J.J. Redick o Kyle Korver, los tiradores no funcionan si no vienen con otras cualidades más de la mano.

Jugadores como E’Twaun Moore de los Bulls, el ex Jazz Ian Clark de los Warriors o Markel Brown de Nets son nombres interesantes en el mercado que pueden pasar desapercibidos para otros equipos y costarle poco a Jazz por la oportunidad de comprobar qué tienen en ellos en un rol más amplio. Siendo todavía jóvenes pueden ser adiciones tanto para el presente como para el futuro, y no bloquearían el paso a ningún otro de los ya presentes en plantilla. Fuera de esos nombres el mercado no ofrece ningún nombre que se ajuste a lo que Utah pueda andar buscando, ya que ni Mike Conley ni Bradley Beal van a marcharse de sus respectivos conjuntos y Dion Waiters es la antitesis de jugador ideal de Jazz. Lindsey, además de tantear el mercado, podría volver a lanzarse a por algún traspaso, y Teague volvería a estar en las quinielas. Además Utah tiene tres elecciones en la segunda ronda, y tampoco se puede descartar algún jugador como Mario Chalmers, que ya interesó en su momento, y que en Memphis demostró encajar a la perfección en el papel, además de aportar experiencia ganadora, defensa y tiro exterior.

Va a ser un verano probablemente aburrido para los Jazz, pero no menos interesante por ello, porque el bloque del equipo sólo puede crecer si las cosas no se tuercen.

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