Derrick Rose: «Son of Chicago»

Homenajear significa respetar, y esa es mi intención
Joseph Glorioso Photography (CC)

Pobreza y crueldad. Dos palabras que describen la infancia de un niño, un soñador criado en un barrio marginal de Chicago por su madre. Su padre se desentendió de él. Duro, ¿no es así? Sí, hablamos de Derrick Rose, un luchador que pasó de vivir rodeado de marginalidad a seguir los pasos de Michael Jordan, héroe y señor de la entonces pletórica ciudad de Chicago. La crónica de un guerrero está a punto de comenzar. Un objetivo: la grandeza. Una misión: salvar a su ciudad del declive. Una leyenda nacería, aunque claro, no se puede luchar contra el destino.

Nos situamos en el año 1998, para ser más concretos en el 14 de junio de dicho año, fecha que sería realmente elocuente para el baloncesto y, sobre todo, para la franquicia de los Chicago Bulls. Regocijo y aflicción son difícilmente formulados en una misma oración, pero se dio la ocasión idónea para realizar dicha contrariedad, que quizás sea la verdadera peculiaridad de tal fecha. La ciudad de Chicago se sumió en una enorme hilaridad tras la conquista del Sexto Anillo de campeón de la NBA gracias a una exquisita actuación de Michael Jordan. Finalizó dicho Game 6 ante Utah Jazz con 45 puntos, de los cuales 4 fueron en el último minuto de juego. Además, su majestad realizó un robo de balón fundamental a Karl Malone para posteriormente poner la guinda a una maravillosa carrera con «The Shot», fantástico lanzamiento que pasó a los anales de la competición. La euforia era incuestionable, pero a su vez, realmente efímera. La fugacidad de tal sentimiento era insostenible, ya que tras dicha victoria los Bulls se adentrarían en una etapa de penurias y calamidades. La mayor satisfacción posible trajo consigo la mayor carencia. Irónico, ¿no es así?

«La época de la frustración.» Con la siguiente expresión resumo el periodo de tiempo comprendido entre junio de 1998 y junio de 2008. Una interminable década repleta de sinsabores e incertidumbre. Chicago quedó sumida en la oscuridad, el viento agitó con más crueldad la ciudad del estado de Illinois durante dicha década. Se necesitaba de un salvador, de una especie de mesías. Entonces, cuando toda esperanza parecía vana, apareció él.

Derrick Rose, un esperanzador resorte de confianza para la ciudad de Chicago. Un Número 1 del Draft, un rayo de esperanza. Las nubes se ocultaron. El azote del viento amainó llegando a producir un contacto placentero y embriagador. «La época de la frustración» había finalizado, el salvador había llegado. Su llegada ocurrió en un momento de extrema urgencia. Su divinidad abrió fronteras y horizontes en los aficionados de los Chicago Bulls. La expectativas eran altas, la presión era baja. Estábamos presenciando «el renacer» de la franquicia 6 veces galardonaba con el trofeo de campeón de la NBA. El siguiente anillo estaba cerca, o parecía estarlo. Todo compatriota podía rozarlo en sueños.

Nacido en Chicago. Así es, nacido en la ciudad del estado de Illinois. Su procedencia provocaba simpatía y honra a sus seguidores. Velocidad y explosividad; liderazgo y carisma; pasión al ejecutar, frialdad al decidir. Su juego radicalizó la NBA, su efecto fue estruendoso e inmediato. Con mucho que ganar y nada que perder, Derrick Rose se adentró en su primera campaña como jugador profesional, en la cual logró el premio al Rookie del año y aportó su profesionalidad al All-Star Rookies NBA (en el que también participaría la próxima temporada). A continuación llegamos a su segunda temporada dentro de su efímera y galardonada carrera. En esta, sería seleccionado para el All-Star de Dallas y se alzaría con la medalla de Oro en el Mundial de Turquía al ser seleccionado por la selección estadounidense. Su persona era motivo de orgullo nacional. Este chico apuntaba maneras, y de ahí, a su salto hacia la grandeza.

Tom Campone (CC)

25’1 puntos, 7’7 asistencias y 4’1 rebotes. Estadísticas que agrandan y realzan las excepcionales sensaciones de Derrick Rose en su tercera temporada en la NBA. La estela de Dios acechaba. Las comparaciones con su majestad Michael Jordan eran motivo de orgullo para el jugador, aunque claro, todo orgullo trae consigo una presión, un claro miedo: perder dicha dignidad. Su respeto agudizaba con una velocidad fascinante, los exhaustos fans crecían, una jerarquía nacía. Most Valuable Player, galardón que trata de reconocer al jugador más valioso de la temporada, y gracias a su soberbia actuación y al fantástico récord de su equipo Derrick recibió dicho trofeo. Chicago Bulls alcanzó con el inverosímil registro de 62-20 la mejor marca de la campaña, gesta intachable tan solo 3 años finalizada «la época de la frustración».

La gloria definitiva se acercaba, en sueños llegaba a ser alcanzada. Soñar no es dañino, las grandes fortunas de nuestra existencia aparecen gracias a soñadores, aunque claro, trae consigo el peligro de la decepeción. La realidad en ocasiones afecta de bruces, la crueldad del deporte es intachable. El equipo de Illinois, tras alcanzar la Final de la Conferencia Este (superando previamente a Indiana Pacers y Atlanta Hawks) cayó ante Miami Heat por el frío marcador de 4-1. El niño pródigo había fallado. Impotencia e insatisfacción. La ciudad de Chicago se sumió en la tristeza.

La siguiente temporada estaba destinada a ser la definitiva, el mal sabor provocado por la derrota ante el equipo liderado por Wade y LeBron hizo crecer las ansias competitivas del equipo de Chicago y de sus sedientos seguidores, necesitados de trofeos desde la ida de Michael Jordan, quizás el mejor deportista de la historia del deporte. Nuestro base continuó a un gran nivel, que le situó en la órbita de la competición. Volvió a ser All-Star y condujo a los Chicago Bulls hacia la Segunda posición de la Conferencia Este. Los focos estaban listos, todo el mundo esperaba una revancha entre Bulls y Heat, pero la desgracia se consumó. El United Center enmudeció. Chicago enmudeció. El mundo entero enmudeció. En ocasiones el silencio es más expresivo que cualquier sonido. No existe expresión más crítica que un silencio demoledor. Sus ligamentos padecieron en el último minuto del primer partido de los PlayOffs de 2012. Philadelphia 76ers presenció la calamidad. La ciudad del viento volvió a la odiosa oscuridad.

Entramos en «la etapa de la incertidumbre». El ímpetu del jugador contra el destino. Vidriosos ojos en los aficionados ante semejante esfuerzo, en todo caso, inútil. Empatía, situarse en la piel del afectado; todos la sentíamos. Es inhumano no sufrir ante las penurias de un luchador. No es necesario hablar de estadísticas para definir sus últimas carreras como jugador de los Bulls. Sensaciones. Amo esta palabra, el querer y no poder; el correr y no llegar; el dormir y no soñar. Desde semejante incidencia hasta hoy, todo es resumido con la afirmación «lo que pudo ser, y no fue». Y sí, eso es Derrick Rose, una superestrella que emergió con fuerza y sobre todo con mucha rapidez en la NBA. Su potencial no alcanzó ni, por desgracia, alcanzará la plenitud máxima.

Es difícil hablar de leyenda al tratarse de un jugador con una carrera de tal fugacidad, galardonada, pero en todo caso efímera. Aunque no cabe olvidar su efecto en Chicago Bulls, su función de salvador en una franquicia absolutamente «muerta» y realmente obsoleta. Él, y sólo él, lo logró. Es de sabios reconocer el buen trabajo y el esfuerzo de un jugador, y es algo que debemos de reflexionar. ¿Qué aportó Derrick Rose a los Chicago Bulls? Esperanza. Es como lo veo y lo siento. Mucha suerte en New York, Derrick, y nunca lo olvides: Gracias.

MOMENTOS INOLVIDABLES DE UN JUGADOR INOLVIDABLE

1- MVP.

Hablar de su MVP es hablar del momento más significativo de su efímera carrera profesional. Una temporada para el recuerdo, una gesta para la historia. Con tan solo 22 años alzó dicho galardón, siendo así el jugador más joven en realizarlo en la historia de la NBA. El genio lo había logrado.

Derrick Rose alzando el trofeo MVP en el United Center.

2- 44 puntos. Reafirmando el MVP.

Semifinal de Conferencia de los PlayOffs del año 2011. Con el factor cancha robado, Derrick Rose y sus Chicago Bulls viajaron a Atlanta para enfrentarse a los Hawks. La serie estaba empatada y, una vez más, el mago volvió a deslumbrarnos con una actuación verdaderamente soberbia. 44 puntos y el factor cancha recuperado. El Philips Arena asaltado, una hazaña realizada.

Derrick Rose anota 44 puntos ante Atlanta Hawks.

3- Festival de mates ante Miami Heat.

Un objetivo claro: la Final de la NBA. Con un marcador de 2-1 en contra, Derrick Rose salió a la cancha dispuesto a ganar el partido de una forma espectacular. Tres espeluznantes mates son una buena prueba de ello, aunque, el MVP no logró evitar la derrota de su equipo y la eliminación de los PlayOffs.

Derrick Rose y su «showtime» en Miami.

4- Asalto del Oracle Arena.

27 de enero de 2015. Un equipo rodeado de dudas como los Chicago Bulls se adentraban en una misión imposible: ganar en el Oracle Arena. Los Warriors llevaban 19 partidos consecutivos como locales alzándose la victoria, pero gracias a una canasta de Derrick Rose en la prórroga los Chicago Bulls lograron el triunfo y rompieron la inmaculada proeza local del equipo entrenado por Steve Kerr.

5- «Here comes goodbye.»

Quizás la última genialidad de Derrick, probablemente su broche final como jugador de los Bulls, su última pincelada, el definitivo adiós. Con la serie empatada entre Bulls y Cavaliers, Derrick Rose puso su firma a un magnífico encuentro y colocó a su equipo 2-1 en la Semifinal de Conferencia.

Derrick Rose anota sobre Tristan Thompson para ganar el partido.

 

Y con este último broche quiero despedirme de ti, Derrick. Ha sido un honor admirarte y tenerte como jugador de los Chicago Bulls. Muchísima suerte en tu nueva vida en la NBA, gracias por tanto en tan poco.

 

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