Ayer por la noche, sentado en mi terraza de la sierra a la intemperie (aunque a decir verdad se está bastante bien), tuve uno de esos arrebatos de melancolía que todo ser humano tiene de vez en cuando. Pero no un arrebato cualquiera, tenía que ver con el baloncesto. Y tenía que ver con algo que casi todos queremos, la selección Española de baloncesto.
2012. Final de los juegos olímpicos de Londres. España, una selección que ya les había plantado cara en 2008 con un movimiento de balón exquisito y una intensidad defensiva impropia de un equipo europeo, contra EE.UU., un equipo que solo había perdido 5 partidos oficiales en JJOO. El desenlace no fue lo que todos habíamos soñado, pero conseguimos algo que solo Yugoslavia había logrado jamás: demostrar que los americanos son humanos. Pau, Navarro y compañía lo tenían muy claro, no iban a salir a la cancha a hacerse fotos con ellos, sino a mirarles a la cara. El resultado fue de 107-100, un sabor amargo para los que pensamos (ilusos, entre ellos me incluyo) que podíamos ganarles y una plata que sabía a oro para los que dijeron que esto estaba perdido. Eso si, siempre orgullosos de nuestro equipo.
A continuación, entré en casa ya invadido por el aire que si no dejaba de respirar acabaría en una pulmonía (que ya saben ustedes que en estos tiempos de piscina no es muy gratificante), y encendí mi televisor. ¿Y saben ustedes que fue con lo que me topé? Aunque muchos ya lo habréis deducido (a los que no, les invito a ver tal exhibición), sí, era el EE.UU.-Australia. En mi opinión, la mayor exhibición de baloncesto entre selecciones desde aquella final en Londres. Y como no podía ser de otra manera, me entristecí y comencé a pensar, con una idea que no se borraba de mi cabeza: ¿qué tiene este equipo de Australia que no tenga el nuestro? Pues señoras y señores, por suerte, tengo la respuesta.
Veía a Bogut como un dios que no dejaba que nada entrara en la pintura, sacando faltas a DeMarcus Cousins y pasando como si se tratara del mismo Arvydas Sabonis, a Patty Mills metiendo cada triple que tiraba, a Dellavedova siendo un mariscal defensivo y un pasador de la talla del mismísimo Magic Johnson (como bien el comentarista de TVE aventuró a decir), a David Andersen, si señores, a David Andersen, que juega en el Melbourne United con 36 años, con una efectividad en el lanzamiento de tal nivel que encestaba todo lo que intentaba. Aaron Baynes, Cameron Bairstrow, Joe Ingles… ¿Qué tienen estos jugadores que no tienen los nuestros?
¿Que tiene Matthew Dellavedova que no tenga Ricky Rubio (quitando lo del tiro, por favor)? ¿Que habilidades tiene ‘Delly’ en el pase que no tenga Ricky, o Sergio Rodríguez? O, ¿que cualidades defensivas tiene Andrew Bogut que no tenga Pau Gasol? ¿Que puede defender Joe Ingles que no pueda defender Victor Claver, o que canastas pueden anotar David Andersen y Aaron Baynes que no puedan hacerlo Nikola Mirotic o Felipe Reyes? La palabra que estamos buscando es INTENSIDAD, tan fácil como eso.
Es cierto que tenemos bajas muy sensibles en defensa como son Marc Gasol, nuestro pívot reboteador, Serge Ibaka, nuestro intimidador en defensa, o Pau Ribas, que su garra y su empleo (intensidad, si lo prefieren) siempre ayudan a la selección, como ya se vió en el pasado Eurobasket. Y es verdad también que jugadores como Juan Carlos Navarro o Jose Manuel Calderón, que eran claves en el estilo de juego de España y en el equipo en general, están muy lejos de su mejor nivel. Nos falta la capacidad anotadora de «la bomba», o la baza de que Calderón podía tirar, cosa que Ricky no puede suplir…
Aún así, y sintiéndolo mucho, pienso que no es excusa. Ya saben ustedes el refrán, renovarse o morir. Y lo cierto es que la selección española no está acertando en el estilo de juego. A Ricky le flotan, Rudy Fernández (para mi el mejor escolta europeo, que nada tiene que envidiar a Joe Ingles) no está muy acertado en ataque, a Nikola Mirotic le viene un poco grande el papel de segunda espada… Esta selección tiene mucho menos margen de error, pero es que tampoco hay soluciones.
En mi opinión, jugadores como Alex Abrines, Willy Hernangómez o el mismo Calderón para tramos del partido dónde necesitemos un poco de calma están siendo menospreciados en cuanto a minutos de juego se refiere por Sergio Scariolo. En sus respectivos equipos, en el caso de los dos jóvenes, se ha visto que cuando salen pueden ser útiles (miren a Abrines, el año que viene suplirá a Durant en Oklahoma City Thunder), Abrines puede anotar bastante bien y dar mucha movilidad al juego de España, algo parecido a lo que hacía Rudy Fernández en 2012, y ‘Willy’ puede aportar rebote e intimidación, algo parecido a Marc Gasol en el Mundobasket de Japón en 2006, que fue un revulsivo brutal con la lesión de Pau. Y en cuanto a Calderón, aportar calma cuando el partido se le haya ido a Ricky de las manos puede ayudar también.
¿Y el estilo de juego? Hay que aprovechar las capacidades buenas de Ricky (sí, las tiene). Ricky tiene una organización de juego terrible, una penetración que no se le da nada mal y una habilidad brutal para el pase. En Minnesota es lo que hace, hacer jugar al equipo, con él en pista son mucho mejores. Sólo hay que buscar la manera de hacerle jugar con Rudy, Pau, Mirotic… Que ese es otro trema.
El montenegrino tiene que soportar el peso de tener que anotar mucho, ya que el equipo lo requiere. Su efectividad este año ha sido mala, pero en mi opinión Mirotic tiene calidad de sobra para sobreponerse. También tenemos a Claver, que en intensidad defensiva es de lo mejor que hay en Europa: un chico alto, con brazos largos y atlético que ya lo demostró en el eurobasket ante Grecia o este año en en la liga Rusa.
Por último, quiero hacer un inciso en Sergio Llull y Sergio Rodríguez. El primero, un gran escolta anotador que aporta intensidad en ataque, cosa que debe asumir ya que en esta selección, al igual que Mirotic, tiene mucho peso. Y el segundo, uno de los mejores bases organizadores de Europa, con calidad de sobra y que también puede anotar.
Todo esto, señores, no me lo estoy inventando. Ayer se lo vi a una gran Australia. En el día de ayer los oceánicos se metieron en el papel que España había hecho estos últimos años. Ayer Australia demostró que son humanos con una intensidad defensiva, una efectividad en el tiro y una circulación de balón que en mi opinión nosotros también podemos realizar. Sólo hace falta lo que ya antes he mencionado, intensidad.
«Si veo en tus ojos fuego y amor por el juego, si veo en tus ojos la maestría de quien vence al miedo».
Esta cita es del famoso rapero español Nach en su canción «16, tributo a Gasol» (que os invito a todos a escuchar, si os gusta el baloncesto), que creo que debía poner para comparar la situación de España ahora. La selección nos ha demostrado siempre que se han sobrepuesto a las adversidades gracias a un espíritu ganador que ningún equipo jamás ha tenido. Pau Gasol es nuestro «Capitán España», al que hemos visto hacer cosas imposibles, al igual que a la selección entera. Apelo hoy en este artículo (aunque peque de mucho optimismo y quizás de muy poca objetividad) a ese espíritu en este, quizás, último reto de una selección que no puede acabar así.
Hoy es la gran prueba de fuego, la oportunidad de resarcirnos ante Nigeria a las 00:00 hora española, que marcará si continuamos en estos juegos de Río o no. La palabra que buscamos todos es INTENSIDAD. Y personalmente, en mi más humilde opinión, estos guerreros nos volverán a deleitar y volverán a demostrarnos que, como ellos, no habrá nunca nadie.