La última función de la “generación dorada” de Argentina

EEUU 105 – 78 Argentina
Kevin Durant y el Team USA acabaron con el sueño de la generación dorada de Argentina.

Se dio la lógica, no hubo milagros, se terminó el sueño para un equipo que le aportó su mejor momento a la historia del basquetbol argentino, y el escenario no podía haber sido el mejor, más allá de los resultados o las sensaciones, Ginobili, Scola, Nocioni y Delfino necesitaban irse de la selección de Argentina por la puerta grande y así lo hicieron.

La competitividad le duró un cuarto a los subcampeones de América, que empezaron ejecutando el librito táctico a la perfección, con un Facundo Campazzo indetenible para Irving. Un EEUU que se vio sorprendido ante el inicio a todo vapor de Argentina, que abrió la cancha lo más que pudo, para provocar el desequilibrio de su revulsivo base y cuando lo lograba, tomar un buen tiro a pie firme.

A la salida del minuto el sueño se convirtió en pesadilla para la albiceleste, porque a partir de ese momento, los NBA tomaron el control y nunca más lo soltaron. A caballo de cargar el rebote ofensivo para crear segundas oportunidades y hasta terceras, en alguna que otra ocasión, demasiadas ventajas teniendo en cuenta la calidad de tiradores con los que cuenta coach K.

Cousins fue indefendible para Scola, el peso específico de uno de los mejores pívots del mundo fue lo suficiente para ganar una y otra vez en los tableros y alimentar a los perimetrales, especialmente Kevin Durant.

Se sabía que los sudamericanos no tenían con qué detener al nuevo jugador de los Warriors, trataron de cubrir los demás agujeros como podían, pero la desventaja física en todas las posiciones, en un deporte en que es tan importante, pasa factura si el otro lo sabe aprovechar.

Que quede claro, esta selección norteamericana se alimenta de su defensa, está construida para demoler, correr y liquidar. Se le complica mucho el juego estacionado, donde abusa del uno contra uno y el arresto individual (a tomar nota España). La mala noticia es que cuando se disponen a defender (más que nada con Draymond Green en cancha) lo hacen de maravilla y cuando pueden correr, solo queda persignarse.

El juego fue un simple trámite para los norteamericanos, el marcador varió entre los 20 y 30 puntos, pero algo más importante estaba pasando en el campo de juego. La entrada de la próxima camada Argentina (Brussino, Garino, Acuña, Laprovittola, Delia) fue el preámbulo para darle paso al fin de los grandes… a las lágrimas de Ginobili, a la emoción de Scola, a la tristeza de aquel que sabe que ya no podrá ver a estos jugadores que hicieron historia, pero la alegría de entender que dejaron un legado indeleble en los Campazzo, que será la luz que ilumine los nuevos devenires del basquetbol argentino, seguramente con menos brillo que el que acaba de terminar, pero con la misma pasión y valores que éstos forjaron.

Estados Unidos se verá las caras con España, seguramente veremos uno de los mejores partidos del campeonato y créanme cuando les digo… Nada es imposible.

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