Pocas personas confiaron en que Salah Mejri se hiciera con un puesto en un roster de la NBA. El tunecino venía de ser suplente en el Real Madrid y su fichaje por los Dallas Mavericks parecía más un tema por razones de marketing (ser el primer tunecino en la NBA) que por motivos deportivos. Pero a base de trabajo y sacrificio, Mejri se hizo con un hueco en la plantilla texana.
Las estadísticas de Salah en su primera temporada son una representación clara de cómo ha estado en su año rookie. Jugó 34 partidos —6 como titular— promediando solo 11.7 minutos con unos números discretos: 3.7 puntos, 3.6 rebotes y 1.1 tapones por partido. Pero Mejri fue de menos a más, el pívot comenzó con poca participación pero con protagonismo en la D-League y con el paso de las semanas (y determinadas lesiones) sus minutos fueron en aumento llegando a hacer varios dobles-dobles y a asegurarse un papel diario en los Mavs.
Pero Mejri no quiere quedarse aquí y aspira a mejorar en esta su segundo curso en la NBA. El tunecino es consciente de ser un «center» diferente al resto; con un carácter mucho más ofensivo, con capacidad reboteadora y taponadora pero con más dificultades para la defensa «hombre a hombre». El mayor problema que tuvo Salah Mejri fue su falta de musculatura; pero ha querido ponerle remedio pasando muchas horas en el gimnasio ganado kilos de músculo y fuerza. Del talento de Salah Mejri depende que los Dallas Mavericks tengan una rotación interior más equilibrada con Dwight Powell siempre como «4» (su posición natural) o el aumento de minutos de A.J. Hammons.