Desde que medio mundo dejara aparcado durante unas horas los regalos de Papá Noel y asistiera atónito a un nuevo milagro de Kyrie Irving ante los Warriors, las reacciones no se hicieron esperar.
El más rápido de todos fue Kobe Bryant, una de las mayores inspiraciones del propio Kyrie. El ex jugador de los Lakers, en cuanto vio a Irving volver a anotar la canasta decisiva, no dudó en mostrar su admiración al partido que el base había realizado, aprovechando también, dicho sea de paso, que ambos pertenecen a la misma marca deportiva.
Kobe no sólo compartió vestuario con el actual entrenador de Cleveland, Tyronn Lue, sino que también parece unirles la fascinación por lo que Irving es capaz de hacer en una cancha, como reconoció el propio Lue tras el partido:
«Es un asesino en la pista. Cogió el balón al final del partido para batirse en un mano a mano contra Klay, que es un gran defensor».
Y lo mejor de todo es que la jugada no estaba ensayada, o, al menos, no era eso lo que se tenía pensado hacer, como reconoció el entrenador de los Cavs:
«Es curioso porque lo planeado era que Shumpert hiciera una pantalla que fuera aprovechada por Irving para forzar un cambio de defensor en transición. Pero creo que él quería ese enfrentamiento«.
Pero Irving no lo hizo todo solo. LeBron James volvió a ser decisivo en un partido importante y mantuvo al equipo enganchado cuando nadie más lograba buenos porcentajes en anotación hasta que apareció Kyrie en el último cuarto. Sin embargo, en el pospartido, James quiso en todo momento situarse en un segundo plano y ceder protagonismo a su compañero, al que dedicó unas cortas pero bonitas palabras. Sabía que era su noche.
«Este chico es especial. Nunca duda, nunca».
Mientras esta pareja siga en este estado de forma (sin dejar de lado a Kevin Love), estos Cavs podrán aspirar a todo.