La historia de Nick Duncan, el otro Duncan

Posiblemente no juegue nunca en la NBA
Nick Duncan en la victoria frente a Oregon – http://www.idahostatesman.com/

Cuando se escucha el apellido »Duncan» a todos se nos viene a la cabeza irremediablemente la imagen de Tim Duncan, la estrella de los Spurs que estuvo en la NBA 19 años, y que se retiró el año pasado. Pero esto no trata de él, ni siquiera el protagonista de esta historia es su familiar.

Nick Duncan es un jugador de la universidad de Boise State que llegó a ser la 25ª favorita el año pasado en la NCAA. Duncan mide 2,07 metros, con esa altura obviamente juega de pívot, y más teniendo en cuenta su peso: 120 kilos; su peso excesivo le ha traído mofas por parte de las aficiones rival, sobre todo en Utah.

Pese a ser un chico tan alto y pasado de peso, no es como Shaquille O’Neal. Nick se atreve con los triples, y no lo hace nada mal, pregúntenle a la Universidad de las Air Force, a la que le encestó siete triples la temporada pasada, para sumar 23 puntos.

Pero Duncan no empezó practicando baloncesto, él se dedicó a la natación en Manly Beach hasta los 11 años, un pequeño pueblo cerca de Sydney. Empezó jugando en un equipo regional, para luego ser llamado por el Instituto Australiano del Deporte (AIS), líder en cantera de Australia, donde jugó con Dante Exum, pick 5 del draft del 2014.

Cuando acabó su etapa en el AIS quiso dar el salto a Estados Unidos y poder compaginar baloncesto y estudios ahí. Tuvo la suerte de que John Rillie, ex-jugador australiano de Gonzaga, fijó sus ojos en él. Rillie intentó ficharlo para Boise State, donde ejercía de asistente, pero el cuerpo técnico al ver su físico pensó que era un error. Le preguntaron qué otras universidades le querían y Rillie les respondió algunas que tenían australianos en su equipo, cosa que era mentira. Todo esto fue admitido por el propio Rillie a CBS Sports con una sonrisa pícara en la cara, y parece que funcionó para que se incorporara a Boise State.

»Sus equipos solo ganaban» John Rillie

La gente se imagina el juego de Nick Duncan de una forma errónea, pues con un cuerpo tan llamativo piensan que solo juega pick and pop, y cuando lo ven jugar, con un manejo de los espacios fantástico, igual que su muñeca, alucinan. Además de un gran tirador, tiene una gran visión de juego, es un buen pasador, todo lo que no te puedes imaginar a primera vista. Defenderle es una auténtica pesadilla para los rivales.

A parte de buen jugador, es muy inteligente; cuenta Rillie que una vez fue a su despacho quejándose de que solo tenía una A (sobresaliente), lo que sería una muy buena nota, solo superada por la propia A con mases (A+ o A++).

A él no le importa su físico, no se queja, sabe que no es el chico más atlético del mundo, pero eso tampoco es lo más importante. Se pasa los 40 minutos que dura un partido universitario en Estados Unidos riéndose. Él es feliz jugando al baloncesto, y eso se refleja en el ambiente que hay en el vestuario, que para Duncan es lo más importante.

Cuando juega fuera de casa, hay algo que se repite, los insultos sobre su peso, llamándole gordo y similares. Las aficiones rivales han cambiado esos típicos insultos por un cántico que se creó en Utah, pero se ha extendido por las demás universidades. Cuando juega ahora le gritan «Duncan Doughnuts! Duncan Doughnuts!» haciendo un juego de palabras con su apellido y con la marca de Donuts, Dunkin’ Donuts. Parece gracioso el cántico, pero a Nick por lo visto no le hace mucho gracia.

Esto se lo gritó un fan de Boise State en Idaho, cuando perdieron frente a Arizona el año pasado. ¿Su respuesta cuando le preguntaron por esto?

«En Utah State hay 10.000 personas gritándome eso».

En Utah State precisamente jugó hace dos días, partido muy igualado, donde finalmente Boise State se llevaría la victoria final por 83-80. A Duncan se le veía con ganas de retratar a esos que lo insultan, y así fue, ya que cuajó su mejor partido de la temporada con 18 puntos y 5 rebotes en 36 minutos de juego.

Pero si por algo se recordará ese partido será por un gesto que le dedicó a la afición rival, un corte de manga que ha dado la vuelta esta semana por todo Estados Unidos.

En la victoria de Boise State (el marcador está mal) al parecer hubo los cánticos ya citados, encima en Utah State, lugar donde Nick Duncan dijo que ese cántico era gritado por 10.000 personas. ¿Reprochable? Podría ser, pero también es entendible. Alguien que tiene que soportar esto partido tras partido y que no ha hecho nada al equipo rival no puede ser crucificado por este simple gesto, es su reivindicación para todos aquellos que lo critican, porque como dice Adidas en su campaña de publicidad, hagas lo que hagas: »There will be haters» .

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