Los pecados de la directiva de Chicago Bulls

principales culpables de la situación del equipo
Gar Forman, General Manager de Chicago Bulls. Pat Quinn (CC)

Los Chicago Bulls son equipos de Playoffs. Y ahora no. Y ahora sí. Y ahora otra vez no. Esta es la dinámica que hemos vivido estos dos últimos años, y que posiblemente sigamos viviendo hasta el resto de la temporada. ¿Los culpables de esta situación? Aquellos que mueven los hilos, los que lanzan balones fuera y buscan cabezas fáciles de cortar en lugar de las suyas, o también conocidos como directiva, con dos grandes nombres como referentes: John Paxson (Vicepresidente de Operaciones) y Gar Forman (General Manager).

Es fácil echarle las culpas a Hoiberg, es todavía más fácil echarle las culpas a un jugador como Rajon Rondo, cuya carrera se ha visto ligeramente ‘desviada’ desde que saliera de Boston Celtics, y aquí es precisamente donde reside el problema: el ser humano siempre busca un culpable para una determinada situación, y si es fácil de identificar, todavía mejor, sea o no realmente culpable.

A continuación me dispongo a citar una serie de decisiones que fueron íntegramente tomadas por la directiva y que han derivado en algunos de los actuales problemas de Chicago Bulls.

Adiós Thibs, hola Hoiberg

Siempre fui un gran fan de Tom Thibodeau, de cómo lograr sacar increíbles resultados de equipos que, realmente, carecían del talento necesario para lograr los éxitos que se cosecharon en su época. Jugadores y entrenador siempre lamentan no haber conseguido un campeonato juntos, pero eso no debe hacernos creer que la etapa no fue digna de admiración.

Dicho esto, siempre me pareció terrible cómo terminó la relación entre Thibs y la franquicia, con más malas caras (y algún que otro taco) que sonrisas de despedida, que es lo que deberíamos haber visto. Siendo sincero, el proyecto posiblemente no daba más de sí, demasiadas lesiones durante los años que truncaron un gran conjunto, por lo que veía lógico el pasar página, aunque más lógico lo hubiese visto si se le hubiese mostrado a Thibodeau el debido respeto que se ganó como entrenador de esta franquicia (ni un triste vídeo homenaje en su retorno esta temporada al United Center).

Tras Thibodeau, llegó Fred Hoiberg, y con él, las incongruencias de la directiva fueron más claras que nunca. Si bien es cierto que Hoiberg perdió el control del vestuario por no saber tratar una (necesaria) relegación de Joakim Noah al banquillo, además de no mostrar el carácter suficiente para imponerse sobre veteranos consolidados como Jimmy Butler, lo cierto es que Hoiberg nunca debió poner sus manos en ese proyecto.

Para cuando llegó Fred Hoiberg, lo que se encontró en el equipo fueron las cenizas del proyecto de Tom Thibodeau, un proyecto cuya mentalidad e ideales se encontraban muy opuestos a la propuesta que Hoiberg mostró durante su etapa universitaria, la cual (incluso a día de hoy) sigue sin haber implantado de forma continuada.

Finalizó el año uno de la era Fred Hoiberg, y con ello nos adentrábamos en un verano que se prometía lleno de cambios para la franquicia de Chicago Bulls, y así fue, aunque desde luego no de la forma en la que se debió haber hecho.

«Más jóvenes y atléticos»

Habré repetido tantas veces esta frase que es posible que ya le haya quitado el significado, aunque no es que cuando Gar Forman la empleara tuviera demasiado. Así pues, nos metimos en el año dos de la etapa Hoiberg, con la increíble sorpresa de la salida de Derrick Rose con destino New York Knicks, dejando a Jimmy Butler como máxima referencia del equipo. Lo que empezó siendo un conjunto de decisiones lógicas y sólidas, acabó, de nuevo, en desastre.

Tras la salida de Rose, la directiva repitió que el objetivo del equipo sería el de volverse «más jóvenes y atléticos», algo que con la llegada de Jerian Grant se logró. Extrañamente también acabó llegando José Manuel Calderón, algo que ya nos pudo haber hecho comenzar a sospechar, pero decidimos tener fe en las decisiones de la gerencia, pobres diablos nosotros.

En resumidas cuentas, tras el discurso sobre la juventud que Gar Forman nos dio, acabaron llegando Dwyane Wade y Rajon Rondo, dos jugadores de más de treinta años de edad. Desde luego, es para plantearse qué entienden en la directiva de Chicago Bulls cuando hacen referencia a ser joven y atlético.

Obviamente, estas contrataciones no simplemente contradecirían todas sus palabras y anteriores movimientos, sino que además, tendrían un pésimo efecto colateral sobre Fred Hoiberg, el cual recordemos que siempre ha llevado por bandera los ataques rápidos y el uso del triple como principal arma ofensiva. Así pues, Fred Hoiberg se encontraba de nuevo en una mala posición, con tres jugadores con poca habilidad en el tiro exterior, y mucha para retener el balón.

El Draft

Dejando a un lado la decisión de traspasar las elecciones que más tarde se convertirían en en Jusuf Nurkic y Gary Harris (Denver Nuggets) para conseguir a Doug McDermott, los Chicago Bulls volvieron a tomar una decisión en este pasado Draft que claramente chocaba con la ‘gran’ composición de roster que habían realizado hasta el momento.

La franquicia de Illinois seleccionaba a Denzel Valentine, de Michigan State, un jugador que si bien es cierto que aporta el necesario tiro exterior y la capacidad de jugar en transición que tanto destacaría el ‘viejo’ Fred Hoiberg (realmente, Denzel es un gran prototipo de jugador para Hoiberg), en su universidad acaparaba una gran atención del juego, algo que le ha sido imposible de realizar en un equipo que contaba con Rajon Rondo, Dwyane Wade y Jimmy Butler, capando brutalmente sus cualidades.

Al fin y al cabo, tanto Doug McDermott como Denzel Valentine son jugadores que sí encajan en el estilo de Hoiberg, pero en el caso del primero, a estas alturas parece bastante obvio que se entregó demasiado para hacerse con sus servicios (soy fan de Doug McDermott, eso que quede claro), y en el del segundo, podemos remitirnos a todo lo que hemos estado viendo en estos últimos meses, que son decisiones que se contraponen las unas a las otras.

Señores Forman y Paxson, váyanse

Llegados a estas alturas, desde luego no me queda otra que desear que hubiera una clara reestructuración de la franquicia que incluyera a miembros con ideas más frescas, o que por lo menos, se mantuvieran firme a su palabra. Sinceramente, lo que más me ha llegado a molestar sobre la directiva ha sido la falta de autocrítica, poniendo el peso de la culpa sobre los pocos tiradores con los que cuenta el equipo, u otras muchas absurdas excusas.

La única realidad es que la directiva lleva un par de años tomando decisiones con la intención de que los aficionados sigan acudiendo al United Center para generar beneficios y seguir cobrando, algo que al propietario de Chicago Bulls le encanta, pero, ¿por cuánto tiempo les durará el negocio?

La pasada campaña ya empezaron a surgir peticiones en internet para la dimisión de la directiva, y según avanzan los meses, no hacen más que dar motivos para que la gente lo siga deseando.

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Comentarios (1)
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  • tino g

    La veo tan lejana la renuncia de esta directiva.