Gordon Hayward se convertirá en menos de dos semanas en el primer All-Star de los Jazz desde Deron Williams en 2011, una larga espera para una franquicia acostumbrada a codearse con las élites desde sus inicios. El alero natural de Indiana cumple así con parte del destino soñado por Utah desde que le seleccionaran en la primera ronda del draft hace siete temporadas, tras quedarse a un tiro del título nacional universitario. Ha sido un camino largo, pero en Salt Lake City ya cuentan con una reconocida estrella que herede los mandos de la franquicia.
Decía el autor Joseph Campbell en su obra El Héroe con Mil Caras, que el mito arquetípico del héroe se puede estructurar en 12 pasos, incluyendo la llamada a la aventura, el rechazo a esa aventura, la presencia de un mentor que le ayude en su empresa, o los aliados y enemigos que se vaya encontrando en el camino y que suponen obstáculos o proporcionan ayuda. Los ejemplos más claros en la cultura occidental moderna son los personajes de Luke Skywalker en Star Wars o Frodo en El Señor de los Anillos, pero podemos aplicar la propuesta del señor Campbell a Hayward también, ya entronado como líder de unos Jazz que sueñan con volver a los Playoffs por la puerta grande, y no como en 2012.
Hayward, que en Butler se hizo un nombre como líder indiscutible de uno de los grandes matagigantes de la era reciente de la NCAA, se acerca este año a un punto de no retorno. A punto de cumplir los 27 años y con la opción de convertirse en agente libre en verano, y poder así firmar su último gran contrato, la sensación era que Hayward abandonaría Utah harto de no ganar, y es que a pesar de que el equipo entrenado por Quin Snyder está repleto de talentosos jugadores jóvenes, ha carecido de nombres que ayudasen a marcar diferencias hasta esta temporada. Podemos comparar este rumor acerca de su decepción en Salt Lake City con el paso número tres del Viaje del Héroe, el rechazo a la aventura, y es que el camino en los Jazz parecía ser demasiado arduo para que Hayward ocupara su lugar entre la élite de la NBA.
Siendo titular desde su segundo año como profesional, Hayward estaba destinado a tomar la batuta del equipo tras la salida por la puerta atrás de Williams, que también propició la retirada del legendario entrenador Jerry Sloan. En un estado de inestabilidad extrema, los Jazz se quedaron a medio camino entre la reconstrucción y la competición, con veteranos demasiado buenos como para hundirse en la tabla como Paul Millsap y Al Jefferson, y jóvenes demasiado talentosos como para hipotecar el futuro como Derrick Favors – que llegó de New Jersey a cambio de Williams – y el propio Hayward. Todo ello contribuyó a que en el resto del país y el mundo NBA pocos hablaran de Hayward, y mucho menos de que le consideraran una futura estrella, por mucho que en Butler mostrara todos los arrestos necesarios, encestando de todas las maneras, reboteando, defendiendo, pero sobre todo liderando.
Cuando Utah vio que la versión Millsap-Big Al de 2012 no era demasiado buena para pasar del octavo puesto del Oeste, y caer arrollados en los Playoffs ante los Spurs, Hayward tuvo que asumir de facto el papel de jugador referencia del equipo, y a pesar de su crecimiento estadístico en todas las facetas, su efectividad como voz cantante se redujo considerablemente. ¿Estaba preparado para asumir el rol que los Jazz le pedían? En la NBA es muy difícil ganar consistentemente sin estrellas, y Hayward, en ojos de mucha gente, nunca sería la primera opción de un equipo ganador. El de Indiana siguió trabajando duro y mejorando su juego, y en los dos últimos años se asentó alrededor de los 20 puntos, 5 rebotes y 4 asistencias por encuentro, números excepcionales que denotan ya nivel de All-Star. Sin embargo, la franquicia seguía sin dar el salto que Hayward necesitaba para poder elevar su estatus en la liga, y he aquí que los rumores acerca de su salida en verano con rumbo Boston para reencontrarse con su viejo entrenador de Butler, Brad Stevens, se dispararan.
La dirección de Utah se vio obligada a trabajar a marchas forzadas para sobreponerse a la decepción de la temporada pasada, en la que se desmoronaron al final entre múltiples lesiones que sacaron a relucir su falta de fondo de armario y talento fuera de los jugadores de inicio. Hayward quería más, y mientras Jazz le añadió a la plantilla a George Hill, Boris Diaw y Joe Johnson, él personalmente también tenía que dar un golpe al frente y asumir un sitio entre la élite. Y aquí viene el paso cuatro del viaje.
Hace dos veranos, cuando Hayward entró en la preconvocatoria para el Mundobasket de España, el jugador de Indianapolis parecía ser un extraño entre la amalgama de estrellas allí reunidas, como si no perteneciera, cuando en realidad se lo había ganado a pulso. Del siempre brillante Zach Lowe de ESPN:
«La intervención para Gordon Hayward ocurrió dentro de un Chevy de alquiler en Las Vegas hace dos veranos, después de un entrenamiento del mini-camp de la selección estadounidense. Jason Smeathers y Rob Blackwell, entrenadores de toda la vida de Hayward de Indianapolis, le observaron amohinarse durante la sesión. Mientras Kevin Durant, Stephen Curry y LeBron James hablaban e intercambiaban secretos, Hayward botaba solo. Smeathers paró el coche y le preguntó: ‘¿de verdad quieres estar aquí?'».
«Preguntaron a Hayward por qué no hablaba con ninguno de los mejores jugadores del mundo, o buscaba su consejo. ‘No me hablarían’, Hayward objetó, de acuerdo a sus entrenadores. Lo habían visto antes. Hayward a veces llevaba las zapatillas de Durant, pero nunca se aproximaría a Durant después de partidos contra Thunder. Los amigos de Hayward le tenían que decir: ‘eres una estrella también, eres su igual'».
Hayward esta vez sí hizo caso y encontró un mentor que le ha ayudado a dar el salto, o cruzar el Rubicón, que es el paso cinco del viaje. Y este mentor no ha sido ni más ni menos que Kobe Bryant, con el que trabajó en secreto en verano en Newport Beach y del que ha aprendido mucho, y se está notando. Hayward, igual que otros que han dado el salto ofensivo este año como DeMar DeRozan o Kawhi Leonard, ha aumentado su nivel de implicación ofensiva emulando al futuro Hall of Famer, anotando de media distancia sin compasión y elevando el número de viajes a la línea de tiros libres, encarando al aro sin miedo al contacto y con la confianza de que es dinero seguro una vez que se pita la falta.
Con sus 6,8 intentos por encuentro, Hayward está en el top 15 en tiros libres por partido, compartiendo lista con nombres como LeBron James, Damian Lillard, Isaiah Thomas y cía, aunque todavía lejos del maestro James Harden. Ha pasado también de alrededor de un 82 por ciento de acierto durante su carrera a un excepcional 87 por ciento, y esto, unido a subidas también importantes en porcentajes de tiros de dos y de tres, ha hecho que esté promediando 22,2 puntos por noche, mejor marca de un Jazz desde Karl Malone en la 2001-02.
¿Es Hayward suficiente para llevar a los Jazz al anillo? Probablemente no, pero ningún héroe hace el camino solo. Después de todo Paul Pierce necesitó a Kevin Garnett y Ray Allen, LeBron a Dwyane Wade y Chris Bosh. Durant no ha podido siquiera con Russell Westbrook. Esto no quiere decir que Hayward esté al mismo nivel que James o KD, pero no todos los mitos son iguales aunque tengan una estructura similar.
Los Jazz, sin embargo, tienen la ventaja de campo en la primera ronda de los Playoffs a tiro, y con Hayward a este nivel de All-Star por derecho propio, tienen un líder que no han tenido desde Williams, aunque ya sabemos cómo acabó todo aquello. Ahora la esperanza es que las cosas salgan lo suficientemente bien como para poder retener al alero este verano cuando entre en el mercado, pero de momento, y en dos semanas, en Utah van a ver los frutos del ardúo trabajo de su estrella por seguir su destino.
Otro ejemplo de humildad y trabajo duro. Sin dudas bien merecido
Gran artículo! Se lo merecía Gordon, después de tantos tirando del equipo en un mercado pequeño