En la NBA, parece que solamente tienen éxito los conjuntos que se encuentran en puestos de Playoffs, con posibilidades de ganar el anillo. No tienen tanta suerte, o eso parece, los equipos en reconstrucción, o lastrados por los logros de años anteriores y un gran bajón. Aunque, cuando eres aficionado de estos últimos, aprendes a apreciar cada detalle, por pequeño que sea, y a convertirlo en parte del éxito del equipo. Los Philadelphia 76ers han encontrado su logro particular esta campaña en la explosión de Joel Embiid, a sabiendas de que la temporada que viene, serán un conjunto mucho más competitivo.
Y no son los únicos, ya que hasta los Brooklyn Nets, que todavía ni aúnan diez victorias en la presente campaña, tienen sus momentos de felicidad. En The Comeback han entrevistado a ciertos miembros del equipo para averiguar cómo mide su éxito el peor equipo de la liga, comenzando por su entrenador:
«En primer lugar, lo mido en la actitud y el compromiso«, comentó Kenny Atkinson. «Obviamente tenemos asuntos que mejorar, pero me gusta el compromiso, me gusta cómo de duro juegan los chicos, el estilo que ponemos en práctica. Dicho esto, tenemos un largo camino por delante para recuperarnos».
Está claro que esta temporada, las expectativas de los Brooklyn Nets no están basadas en su balance. No se fijarán mucho en su récord o las victorias y derrotas que consigan, sino que primará el desarrollo de jugadores por encima de todo. Caris LeVert, Rondae Hollis-Jefferson, Isaiah Whitehead o Chris McCullough son jugadores jóvenes en propiedad del equipo que tienen que mejorar y un buen futuro por delante. Joe Harris ampliaba este argumento con sus declaraciones:
«Si nuestras expectativas estuviesen basadas en las victorias y derrotas, obviamente estaríamos en un muy mal lugar ahora mismo. Ellos no nos tratan como si fuésemos el peor equipo de la NBA. Es más el hecho de que nuestro enfoque principal está por llegar – sea el entrenamiento, el partido o lo que sea ese día – el enfoque se centra en ese día y en tratar de mejorar y mejorar».
La química del equipo es un activo muy importante y muy a tener en cuenta en una franquicia, ya esté en las finales de la NBA o eliminado hace cuatro semanas de Playoffs. En los Brooklyn Nets, que los jugadores se lleven bien será crucial para el proceso de reconstrucción que se está llevando a cabo, dado que dichos compañeros van a crecer juntos durante distintos años hasta conseguir su objetivo. Por suerte, Harris matiza que los neoyorquinos van bien servidos en este aspecto:
«No tenemos muchos chicos pesimistas o negativos en el equipo. Obviamente, todos somos competitivos y todos tenemos nuestros egos y arrogancia a veces. Pero en la mayoría de ocasiones, todo el mundo permanece positivo y nos alentamos los unos a los otros».
El equipo tiene sus puntos negativos, como encontrarse rondando las últimas posiciones en rating ofensivo, defensivo, neto, pérdidas, eficiencia ofensiva y defensiva, etcétera. Pero también encontramos algunas cosas positivas que destacar, como que son el equipo que mayor ritmo tiene en la liga. Son los que más corren, y los que más la pierden, pero es un fundamento al que los aficionados deben acostumbrarse, porque es en lo que el sistema de Atkinson se basa, junto a la defensa, aunque en esta categoría no se muestren muchas mejoras. Por último, Brook Lopez también dio declaraciones sobre el proyecto, la reconstrucción y el éxito del que hablamos, proceso que le gustaría ver:
«Obviamente podemos fijarnos en nuestro crecimiento personal, mejora personal y crecimiento del equipo. Obviamente creo que hemos incrementado nuestras mejoras, se trata de mejorar por más tiempo y ser más consistente. Es duro. Tenemos muchos chicos jóvenes, chicos que no tienen mucha experiencia en la liga».
Por desgracia, lo único que le queda a la franquicia neoyorquina es esperar y aunar jóvenes assets. El proyecto de reconstrucción más largo de la liga (a no ser que ocurra un milagro) debe tener paciencia e ir mejorando paso a paso, construyendo lentamente hasta 2019 y desde ahí y con rondas, dar el empujón definitivo al equipo.