¿Se está convirtiendo la CBA en un nuevo paraíso del baloncesto?

Analizamos algunas claves de la reciente fuga de talento NBA rumbo a China
Beasley está asentándose en la NBA tras su breve paso por la CBA/GMS

Durante los últimos años hemos sido testigos de como varios jugadores de la NBA abandonaban dicha competición, sin lugar a dudas la mejor del mundo, por diversos motivos. Desde eternas promesas como Michael Beasley, J.R. Smith o Jimmer Freddette en busca de reverdecer sus aún esperanzadoras carreras, pasando casos como los de Errick McCollum (Hermano mayor del escolta estrella de los Blazers, C.J. McCollum) o Darius Adams, quienes buscan un buen escaparate para que la NBA les de la oportunidad que aún no han recibido, hasta ilustres veteranos como Josh Smith, Stephon Marbury o Carlos Boozer que bien quieren demostrar que aún tienen nivel para competir contra los mejores o simplemente buscan un retiro dorado, todos ellos han visto en la CBA el destino idóneo para mostrar sus cualidades en la pista.

Llegados a este punto la pregunta es, ¿y por qué la CBA? Los factores son múltiples, aunque hay algunos que claramente destacan sobre el resto.

En primer lugar está el siempre ineludible plano económico. En efecto, en los últimos años buenos jugadores con mucha carrera por delante como J.R. Smith, Yi Jianlian, Jordan Crawford, Andray Blatche, J.J. Hickson, Aaron Brooks, Wilson Chandler o Michael Beasley, entre otros, decidieron en su mayoría jugar brevemente en China (de hecho algunos solo estuvieron mientras duró el famoso Lockout del 2011) con la idea de regresar a la NBA a corto plazo y, mientras tanto, llenar sus cuentas corrientes con contratos que, en ese momento no les ofrecían en la mejor liga del mundo.

El poderío económico del principal gigante asiático también ha sido un gran aliciente para jugadores que contaron con escasas oportunidades en la NBA y en la actualidad se están reivindicando, casos de Randolph Morris (principal estrella de los Beijing Ducks desde hace más de un lustro junto a Stephon Marbury), Hamed Haddadi (eterno suplente en sus etapas en Grizzlies y Suns, los 25’4 pts y 16 rebs que está promediando esta temporada le asientan como una de las fuerzas dominantes de la CBA), Jared Cunnigham (quien ha pasado de ser intrascendente en los 6 equipos en los que ha jugado en la NBA a promediar la friolera de 34 pts por partido esta temporada), Jimmer Freddette (a pesar de las altas expectativas que había en él en base a su espectacular año senior  con los BYU Cougars, su protagonismo en la NBA descendió temporada tras temporada, no obstante, su juego-37’4 pts de media- deslumbra en China) 0 MarShon Brooks (salvo en su primer año con los Nets, sus minutos en la NBA fueron muy limitados, si bien lleva dos temporadas siendo uno de los nombres propios de la CBA), entre otros.

A su vez, hay que tener en cuenta el papel estelar que se les encomienda a estos jugadores desde el principio (más allá del salario), en su mayoría, como es de suponer,  norteamericanos con pasado en la NBA. Es decir, jugadores como Carlos Boozer o Josh Smith, reciben galones de jugador franquicia desde que llegan (rol del que, sin duda, no disfrutaban en los últimos años en la NBA, si alguna vez tuvieron ese privilegio) en una liga donde en los últimos años sus equipos basan gran parte de su juego ofensivo en las «estrellas importadas», quienes tienen más influencia a todos los niveles que en casi cualquier otra liga del mundo, hasta el punto de que pueden tomar diversas decisiones técnicas o regularse por su cuenta el tiempo que juegan, a lo que cabe añadir que el nivel de esta competición no tiene parangón alguno con la NBA ni con las grandes ligas europeas, por lo que no es para nada extraño que sus números, desde puntos anotados, rebotes, hasta porcentaje de tiros de campo, suban como la espuma en comparación a su rendimiento en la NBA, donde es muy poco frecuente ver a jugadores que sobrepasan medias de 30 ptos por partido, cifra que en la actualidad superan la friolera de hasta nueve jugadores, entre los que destacan ex-NBA como Jimmer Freddette o MarShon Brooks y jugadores con pasado en Europa que buscan dar el salto a la NBA (y de paso perciben salarios que triplican lo que les podrían ofrecer colosos europeos como el Real Madrid, el CSKA de Moscú o el Fenerbahçe), casos de Errick McCollum y Darius Adams.

Definitivamente, se puede afirmar que la CBA ha sobrepasado a las grandes ligas europeas como lugar de desarrollo y escaparate para jóvenes talentos nacidos o formados en Norteamérica (las grandes promesas europeas, en caso de no irse a la NCAA, en su casi totalidad, siguen dando el salto desde el viejo continente), desde el plano económico hasta la flexibilidad de sus contratos, como queda reflejado en casos como  el  de Emmanuel Mudiay, uno de los grandes prospects salidos del Instituto en Estados Unidos en 2014, quien priorizó la jugosa oferta de los Guangdong Southern Tigers sobre universidades punteras de la NCAA como Duke, Kentucky, Arizona o Kansas y grandes equipos europeos como el Anadolu Efes.

Asimismo, casos de grandes estrellas como Dominique Wilkins (quien jugó a mediados de los noventa una temporada en el Panathinaikos y otra en el Fortitudo de Bolonia) o Allen Iverson (quien estuvo dos meses a finales de 2010 en el Besiktas turco) quienes buscaban reverdecer sus carreras o simplemente un retiro dorada en buenos equipos europeos, son cada vez más extraños (aunque en la actualidad hay casos como el de Amar’e Stoudemare jugando en el Hapoel Jerusalén israelí y de Andrea Bargnani, en el Baskonia, quien destacó en los Raptors pero no acabó de confirmar las expectativas de ser el nº1 del Draft del 2006); en contraste, unas cuantas estrellas NBA en busca del protagonismo perdido, han nutrido la CBA durante el último lustro, casos como Gilbert Arenas (alias Agent Zero), Tracy McGrady (TMac), Steve Francis, Carlos Boozer, Stephon Marbury, Josh Smith, Metta World Peace (antes Ron Artest), J.R. Smith, Al Harrington, o números 1 del Draft «fallidos» (sobretodo en el segundo caso) como Kenyon Martin (quien aún así disputó un All-Star Game) o Greg Oden. Todos ellos prefirieron competir en la boyante liga china, sobre la táctica y el juego defensivo que casi siempre antepone el colectivo sobre el rendimiento individual (de hecho, en Europa las estrellas no suelen pasar 25 minutos y 13-14 puntos de media), muy propios de las grandes ligas europeas.

A ello que añadir que, aunque los jugadores disputen una media de minutos más elevada que en Europa, disfrutan de un calendario más relajado, puesto de los equipos de la grandes ligas domésticas que llegan lejos en la Euroliga o la Eurocup (cuyos formatos han cambiado y tienen ahora un calendario más intenso) pueden alcanzar o superar una cota de 80 partidos a lo largo de la temporada, cifras comparables a las de la NBA, donde todo equipo disputa, al menos, los 82 partidos de temporada regular (los que llegan a las finales tienden superar los 100), hecho que contrasta con la CBA, donde los equipos de alcanzan las Finales apenas llegan a los 50 encuentros en total (38 de Liga regular).

Por otro lado, estas estrellas importadas, aparte de ser los líderes de sus respectivos equipos, son las caras visibles de un proyecto de competición cada vez más sólido y que busca superar a grandes ligas europeas como la ACB, la TBL, la VTB United League o la decadente Lega en menos de una década y competir con la NBA por la hegemonía del baloncesto mundial en unos 20-25 años. Por añadidura, estos jugadores tienen la oportunidad de estar en contacto con una cultura tan rica, variada y diferente a la de sus países de origen como la del principal gigante asiático, haciendo de esta experiencia (para quien quiera aprovecharla) toda una aventura y una oportunidad para ver la vida desde otra perspectiva y crecer más allá de lo profesional, campo en el que, además disfrutan de mayores posibilidades de éxito que en otras competiciones, puesto que algunos de nuestros protagonistas llegan como líderes a proyectos de gran atractivo deportivo, con potencial de ser fuente de grandes éxitos colectivos (Campeones de la CBA) e individuales (Tienen posibilidades tangibles de ser el próximo MVP).

En definitiva, la CBA tiene pinta de ser un gran proyecto a largo plazo que, si bien tiene algunas asignaturas pendientes, como el mayor desarrollo y promoción de estrellas locales, se ha asentado como la mejor liga de Asia y probablemente una de las cinco mejores del mundo, siempre a la sombra de la hegemónica NBA, pero con un amplísimo potencial y margen de crecimiento. Las bases son firmes, aunque todavía queda mucho por suceder, así que, veremos…

 

 

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Comentarios (3)
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  • Txingudi

    Jorge, comparar la CBA con la NBA o las grandes europeas???? No se puede comparar con las menores!!!!! La LEB por ejemplo tiene más nivel. La CBA es un retiro de elefantes. Es muy divertida de ver por los nombres que deambulan por allí, pero el nivel es subterraneo, sobremanera tacticamente, no le gana en casi nada a la ABL…. la exigencia para los extranjeros es mínima en lo físico…. que MARBURY se puede pegar otros 10 años allí ja, ja, ja….

  • Patricio Carmona

    Los números de Haddadi son para darle otra oportunidad, no creo que Ajinca o Mejri sean mejores, por cierto que tal es el hermano de Mccollum?.

  • Iago Padrón Cousillas

    No es una liga que siga mucho, pero no creo que los números tan elevados en puntos y demás stats, indiquen que la NBA o otras ligas se hayan perdido algunas estrellas. De hecho, casos como el de Darius Adams no significan nada. Adams ya era bueno en el Baskonia, y él decidió irse a la CBA, por el tema económico que por el deportivo.
    No deja de ser una liga de jubiletas. Hacen sus numerazos y ganan mucha pasta, pero cuando los ponen en la NBA no rinden igual porque las defensas no tienen ni punto de comparación, sino mira Michael Beasley, que promediaba 30 puntos en China y en la NBA es un jugador de banquillo que no llega ni a los 15 puntos por noche.
    Todavía le falta mucho para superar a las ligas europeas.