La Euroliga resultó ser el Everest para Valencia Basket

Tras la derrota de anoche ante Zalgiris Kaunas, 63-71.
Fernando San Emeterio conduce el balón. Fuente: Carlos Calvillo / SB

Diciembre y la Euroliga ya está siendo una cima muy difícil de escalar para Valencia Basket. Las sensaciones en el juego del equipo no fueron las peores en la noche de ayer, pero Zalgiris Kaunas fue superior en ataque, y eso se notó. El resultado, 63-71, pone a los ‘taronja’ con su décima derrota consecutiva y últimos en la clasificación de la máxima competición europea.

La Fonteta, más vacía de lo habitual, empieza a cansarse de la situación, y prueba de ello fueron los pitos que recibió Txus Vidorreta en la presentación y al final del partido. Sin embargo, el entrenador vasco confirmó en rueda de prensa contar con el apoyo del club para continuar en el banquillo valenciano.

Faltó carácter

Zalgiris Kaunas comenzó lleno de energía en el encuentro. Pronto se vio su superioridad en ataque, pero apareció Aaron Doornekamp con su verstalidad en ataque y defensa para meter a los suyos en el partido y competirle a los lituanos durante el primer cuarto. Tras él, Erick Green dio destellos de su calidad y Alberto Abalde de su ímpetu, y Valencia Basket se colocaba cerca.

Y en el segundo cuarto tuvo lugar el dominio ‘taronja’. La buena mano de tres de varios jugadores, el buen trabajo de Will Thomas, sobre todo a nivel defensivo, y el de Erick Green en ataque tuvo la culpa. Pero no certificaron en los momentos de mayor fallo de los de Jasikevicius, que se animaron tras su mala situación, y Valencia hizo lo propio.

Tras una buena primera parte de los de Vidorreta, en la segunda llegaron los fallos, la desmotivación y la falta de carácter característicos, y que confirman el grave problema del equipo. Zalgiris Kaunas empezó más fuerte, y Valencia Basket no consiguió seguir su ritmo. El partido se calentó por varias acciones arbitrales, pero nada más lejos de la realidad, los tiros no entraban como al inicio, y jugar sin base costó a los ‘taronja’.

Los lituanos no mostraron su mejor versión, y aún así, Valencia Basket no fue capaz de remontar el encuentro que tuvo cerca en el primer tiempo. Se fallaron varios triples decisivos, y no se supo tomar otra decisión, de nuevo, los ‘taronja’ eran incapaces de certificar o ganar en el último cuarto, y su afición volvía a mostrar su desencanto.

Un presente inesperado

Esta situación actual de Valencia Basket no era imaginable hace apenas dos meses. En el inicio de temporada, se ganó la Supercopa con un equipo que no había entrenado junto durante la pretemporada. El equipo confeccionado en verano parecía funcionar, con Erick Green como estrella y máximo anotador. Sin embargo, las cosas comenzaron a torcerse con la lesión de Antoine Diot, siendo la segunda del año tras la de Latavious Williams (que aún no ha debutado oficialmente con la camiseta valenciana).

Erick Green deja en el suelo a su rival tras una buena finta. Fuente: Carlos Calvillo / SB

El club se vio obligado a traer a un base, Sam Van Rossom volvió tras no ser renovado en junio, y nada parecía preocupar. En octubre, el equipo arrancó la Euroliga y la liga con una buena racha. Se perdió ante Khimki y Real Madrid, pero sin dar malas sensaciones. Nada parecía indicar que los ‘taronja’ fueran a ser colistas en la jornada 14, y menos tras vencer a rivales directos en Europa como Baskonia y Unicaja con amplias ventajas.

Las lesiones comenzaron a acumularse tras el buen inicio. Y con ello, vinieron los problemas de rendimiento, y el equipo cambió radicalmente. Los fichajes, como Dajman Rudez, no acaban de tener sitio en el combinado ‘taronja’. Derrota tras derrota en Euroliga, ante rivales fuertes como CSKA o Fenerbahçe, pero también con directos como Bamberg, Milán o Estrella Roja. Actualmente, la falta de motivación se nota, la comunión entre Txus Vidorreta y jugadores no parece tan clara, y la afición empieza a cansarse.

Da igual que sea en la Fonteta o fuera de casa, el final es siempre el mismo, y Europa ya empieza a ser una cima muy difícil de escalar para el equipo. La afición no se queda atrás y tiene que ver como la montaña comienza a hacerse más alta de lo normal. Los objetivos cambiarán, pero recordemos que las historias son buenas no por como empiezan o como se desarrollan, sino por como acaban.

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