Antes de comenzar la presente temporada, todo pintaba de color de rosa para el Valencia Basket. Disputar la máxima competición europea con la condición de campeón de Liga Endesa, defender el título en la ACB, ganar la Supercopa y ser uno de los favoritos para la edición de la Copa del rey, no pintaban mal escenario para los ‘taronja’. Sin embargo, lejos de lo esperado, la Euroliga ha sido un complicado camino para Valencia Basket.
Comencemos por septiembre. A finales, los de Vidorreta conquistar la Supercopa tras vencer a Gran Canaria en su propio pabellón. No podían escribir mejor comienzo para una temporada que ilusionaba. La Euroliga se arrancó ante un viejo conocido, el Khimki Moscow, con derrota, aunque nada fuera de lo común.
Pero empezaron las preocupaciones por las lesiones. La primera de ellas fue la de Latavious Williams, al que un principio se le diagnosticó un mes, pero que en octubre no daba señales de mejora y se retrasó su debut. Antoine Diot y Fernando San Emeterio fueron los siguientes en acompañar al americano a la enfermería, algo que obligó a movimientos, y que finalizó con la vuelta de Sam Van Rossom tres meses después de su marcha.
Se solucionó el momento complicado gracias a la calidad de la plantilla, una de las más largas de Valencia Basket en los últimos años. En Euroliga se consiguió una buena racha de victorias, contundentes, ante rivales directos para luchar por el playoff, como fueron Anadolu Efes en el primer partido en la Fonteta, Baskonia o Unicaja (91-53). Tres victorias consecutivas que seguían el curso de lo esperado.
Todo cambió ante Milán
Tras esos buenos resultados, dos derrotas ante Fenerbahce y CSKA, equipos de las primeras posiciones, otro nivel. Pero llegó lo inesperado. Olimpia Milán visitaba la Fonteta como colista de la Euroliga, con una mala racha. Durante la primera parte, los ‘taronja’ se imponían a los italianos sin problema, sin embargo, en la segunda, los errores de los valencianos dejaron que Milán empatara y el partido se viera destinado a dos prórrogas. El resultado final fue una derrota de Valencia Basket ante un rival directo, y que, sin saberlo, pagaría caro.
En el equipo cada vez más jugadores caían y los efectivos eran contados para Vidorreta. En medio de esa situación, la competición europea seguía y se complicó más de lo que tocaba. Diez derrotas consecutivas, con malas sensaciones al no vencer en encuentros que tuvo controlados. Lo que pasó en Valencia ante Milán se repitió en Bamberg. En Alemania, los valencianos perdieron por tan solo un punto tras ganar de más de diez en algunos momentos. Otro rival directo que le ganaba la partida.
Los ánimos no mejoraban. En vez de mejorar, la situación en Euroliga del equipo empezaba a empeñar la competición que más ilusionaba a aficionados y al club al comienzo de temporada. Derrotas ante Maccabi en Israel, en medio de un contexto de tensión internacional, y ante Estrella Roja en la Fonteta. O se ganaba o la Euroliga podría convertirse en un camino de espinos.
Y llegó la Navidad
Una derrota tras otra hundió y puso un clima de alta tensión entre la afición y Txus Vidorreta, que llegó a ser pitado en algunos partidos. Pero el espíritu navideño puso las cosas en su sitio. El equipo dio una imagen distinta, luchó durante los cuarenta minutos y consiguió oxigeno ganando a Panathinaikos ante su afición. Un regalo de Navidad que ha resultado mantener opciones para disputar los playoffs hasta el momento.
Victorias ante rivales directos como Unicaja, Barcelona o Bamberg, pero también subió la moral al vencer en la Fonteta a Khimki Moscow en plena buena racha o al CSKA, líder de la competición. Su fortaleza en casa choca con el contraste de no ganar fuera de casa, donde Valencia le ha costado imponerse.
¿Opciones de playoffs?
Así llegamos a la jornada 26 de la Euroliga. Valencia Basket visita Belgrado para medirse al Estrella Roja. Sin victoria, no habrá playoffs, pero con ella tampoco está asegurada la siguiente ronda. Son muchos los factores que tienen que pasar para que los ‘taronja’ formen parte de los ocho mejores equipos.
La pieza clave es Maccabi. El conjunto israelí es octavo con 13 victorias. Los valencianos tienen 4 menos, y necesitarían una derrota de ellos y de sus rivales más altos (Baskonia, Unicaja y Estrella Roja). Juegan ante un rival directo, si quieren mantenerse vivos, no queda otra que ganar.
No solo esto es importante, sino que Valencia Basket también debe vigilar lo que hacen sus perseguidores más inmediatos, que son Brose Bamberg y Olimpia Milano, con el que juega la semana que viene en su casa. Puede que la Euroliga llegue a su fin para los ‘taronja’, no ha sido un camino fácil, pero pueden decir que han luchado hasta el final cuando se había perdido muchas opciones.
El disputar la máxima competición europea la campaña que viene pasa por la Liga Endesa, el equipo lo sabe, y deberá aprovechar la competición. Si se logra competir por segundo año consecutivo la Euroliga, algo que nunca ha conseguido Valencia Basket, está claro que está ha dado un gran aprendizaje de lo duras que son las pistas de los rivales y de que lo importante es mantener una fuerte regularidad.