
ANÁLISIS | Cuando «la némesis de Lonzo Ball» se convirtió en De’Aaron Fox
El base de los Kings empieza a brillar con luz propia
No, no se llama Lonzo Ball. Y no, tampoco se llama Markelle Fultz. Por primera vez desde el 22 de junio de 2017, ya sea por las circunstancias o porque, en realidad, el hype de los Drafts y de los jugadores pintones es desmesurado, estos dos nombres están comenzado a ser obviados e incluso pasados por alto de una forma directamente proporcional al crecimiento de otro que, por mérito propio, empieza a estar cada vez en más bocas.
No es más que la quinta elección de aquel mismo Draft. Ese jugador del que, desde que fue elegido, sólo se habla cada vez que juega contra Lonzo Ball (y que, casualmente, siempre acaba jugando mejor). No es más que De’Aaron Fox, el principal culpable de que los Sacramento Kings se encuentren a día de hoy con un récord positivo (17-15) y en posiciones de Playoff por primera vez en años.
La velocidad en la era de la velocidad
En realidad, parece de cajón. Si la NBA cada vez apuesta más por el ritmo y los contraataques rápidos, y eres uno de los jugadores más rápidos de toda la liga, pues lo normal será que te vaya mejor que peor. Pero no es tanto la velocidad de Fox como el haber aprendido a explotarla a un nivel altísimo lo que está marcando la diferencia respecto al curso anterior. Y fanfarronadas en ruedas de prensa a parte, lo cierto es que sólo hace falta ver un par de partidos de los Kings para comprobarlo.
https://twitter.com/AlvaroMdL6/status/1074594074462773248
Un jugador de las capacidades atléticas de Fox, a pesar de la corta edad, tienden a tener más facilidades para explotar en un corto plazo, casi al acabar de ser elegidos en el Draft. Y más si los tiempos que corren están de su parte.
La mejoría la marcan, sobre todo, sus minutos en pista. De’Aaron Fox mantiene este año una media de tiempo parecida al año anterior, con una diferencia de cuatro minutos. Aunque no dejan de ser cuatro minutos más de juego, el de New Orleans no produce más por dicho aumento, sino porque efectivamente es cada vez mejor jugador. En esos cuatro minutos de más, ha elevado en 6,5 su media anotadora y en 3 su media de asistencias, plantandose en su año de sophomore con 18,1 puntos y 7,4 asistencias por partido.
Si quieres leer el artículo del que me inspiro, te lo dejo por aquí: De’Aaron Fox’s Warp Speed is Insane
Cada vez más efectivo
Por regla general, la explosión de un jugador con potencial está ligado casi siempre a la capacidad de dicho jugador para luchar contra todas esas facetas de juego que lo lastran e impiden su mejor versión. Y el tiempo en que los jóvenes tardan en luchar contra ello suele determinar su porvenir en la liga. Parece que Fox ha entendido esto desde el primer momento y se está cargando al que, hasta ahora, había sido su agujero negro desde su etapa universitaria; el tiro.
El principal pero de su temporada de rookie fue la poca efectividad con el tiro, y unos porcentajes del 41,2 % en tiros de campo y de 30,7 % en triples lo confirmaban. Pero ha tardado tan sólo una temporada en revertirlos y convertirlos en un 47,8 % y un 40,6 % (!) respectivamente.
La moraleja no es que ahora tira mejor, que también. La clave está en que se ha desprendido de uno de sus lastres en un tiempo récord, un verano.
Un híbrido entre John Wall y Russell Westbrook

Las comparaciones son odiosas, y más con un jugador que lleva temporada y media en la liga. Pero no he podido dejar pasar la oportunidad de utilizar esta herramienta para contextualizar más visualmente todo lo que De’Aaron Fox está logrando este principio de temporada.
Recuperando el hilo de la era del «pace» y los bases polivalentes capaces de anotar, asistir, mantener un ritmo de juego alto y potenciar su velocidad, los dos primeros prototipos de base moderno que me han venido a la cabeza han sido John Wall y Russell Westbrook teniendo en cuenta el denominador común de la velocidad y la explosividad de arrancada. Porque partiendo de este denominador común, Stephen Curry, Damian Lillard serían bases más anotadores, James Harden y Kyle Lowry funcionarían mejor en estático y no son muy contrarios en términos de físico y tendríamos que respetar el estatus de leyenda que tiene Chris Paul.
Numéricamente hablando, el paradigma con John Wall sería evidente, pues los dos mantienen unas medias de puntos y asistencias altas, con roles bastante parecidos dentro del juego. Sin embargo, el factor de coger el rebote defensivo y finalizar en penetración al otro lado de la pista me ha recordado muchísimo al segundo. Es cierto que el parecido con Russ es más esporádico y puntual, pero es que el otro día se picaron con declaraciones y estaba bien recordar el debate que se creaba; ¿es ya De’Aaron Fox base entre los bases? Al menos, en términos de velocidad, ¿podemos posicionar al joven de 21 años en un TOP-5 de jugadores más rápidos de la liga?
En mi humilde opinión, creo que hasta en un TOP-3, pero ni es esto un artículo de opinión ni es el objeto de debate. El que nos recuerde a este tipo de bases, que son cada vez más y más diferenciales, creo que habla muy bien del impacto que está teniendo en la liga a una muy temprana edad. Por ello, vamos a recuperar las temporadas sophomore de Wall y Westbrook, que casualmente tenían los mismos años que Fox en su segundo año. También añadiremos a Mike Conley, por agrandar un poco la comparación y cogiendo con pinzas su capacidad de correr la pista en muy poco tiempo. Hay que apuntar que, además, es complicado encontrar jugadores que puedan entrar en esta comparativa debido al buen nivel físico en que se encuentran tanto Fox, como Westbrook, como Wall.
- John Wall (21 años): 16,3 puntos, 4,5 rebotes, 8 asistencias, 42,3 % en TC y 7,1 % en triples en 36,2 minutos.
- Russell Westbrook (21 años): 16,1 puntos, 4,9 rebotes, 8 asistencias, 41,8 % en TC y 22,1 % en triples en 34,3 minutos.
- Mike Conley (21 años): 10,9 puntos, 3,4 rebotes, 4,3 asistencias, 44,2 % en TC y 40,6 % en triples en 30,6 minutos.
- De’Aaron Fox (21 años): 18,1 puntos, 3,5 rebotes, 7,5 asistencias, 47,8 % enTC y 40,6 % en triples en 31,8 minutos.
A priori, los números son mejores y la media de minutos es más baja, aunque hay que tener en cuenta que John Wall tardó un poco en mostrar de lo que era capaz y Russell Westbrook jugaba con James Harden y Kevin Durant al lado. Pero aislando las tres temporadas, el que sale mejor parado es el jugador de los Kings.
Está bien, aún es su segundo año. Necesita tiempo para calibrar y seguir potenciando su juego. Y tiempo va a tener, eso sin duda. La duda que a mí me surge es precisamente esa: ¿estamos respetando los plazos? ¿Cuál es su estatus actual? ¿Cuánto puede mejorar? ¿Cuánto camino ha recorrido ya?
¿Dónde está el techo de Fox?

No voy a hacer TOP’s, ni a colocarlo en base a otros jugadores en su posición. Creo que es evidente que, a día de hoy, es mucho mejor jugador que Lonzo Ball, Markelle Fultz o que Collin Sexton, buscando a algún otro base coetáneo que no sea de su camada. Es decir, entre todo el potencial que existe en la posición de «guard» (porque Doncic, lo siento, no cuenta), el más avanzado a día de hoy es él. Con permiso, eso sí, de Dennis Smith JR y Trae Young, quizás este segundo de perfil muy diferente.
En mi humilde opinión, que voy a volver a dar porque no me callo ni debajo del agua, creo que ahora mismo De’Aaron Fox no sólo es el potencial más avanzado de todos, sino que también lo será a medida que los años corran. De todos, es el que mejores capacidades tiene; la velocidad y el físico con los que Trae Young, por ejemplo, no cuenta, el IQ y liderazgo que Dennis Smith tendrá más difícil de demostrar con Doncic al lado, ese gen trabajador que le ha hecho mejorar tanto y tan rápido este verano y, efectivamente, ese carácter ganador que ha demostrado en tan poco tiempo y que ni Markelle Fultz ni Lonzo Ball tienen.
Ahora mismo, todo está a favor de Fox. En una franquicia rodeado de jugadores que le potencian, con un estilo de juego que le va como anillo al dedo y una dinámica en la NBA que le beneficia, hay más probabilidad de prosperar que de recular, pero todo pasa por que demuestre que este buen nivel no es un espejismo.