ANÁLISIS | Scottie Pippen, el gran olvidado
Los dos primeros episodios de "The Last Dance" han hecho recordar a un gran jugador
Con el estreno de los dos primeros episodios del documental “The Last Dance”, donde se relata la última temporada de la gran dinastía de los Chicago Bulls de Michael Jordan, ha vuelto a surgir la importancia de una de las figuras principales de este hito de la historia de baloncesto y su relevancia en todos los títulos de la franquicia de la ciudad del viento, Scottie Pippen. El escudero indiscutible de Michael Jordan fue mucho más que eso y podría discutirse que la franquicia no supo ver el verdadero valor de este alero tan versátil que se convirtió en uno de los mejores jugadores de la historia sin hacer mucho ruido.
Y es que el caso de Pippen es verdaderamente particular, pues es muy difícil hacerse notar jugando al lado del mejor de todos los tiempos. En el segundo episodio del documental vimos la manera en la que se trató su situación contractual en la franquicia, siendo el jugador número 122 entre los mejores pagados de toda la competición tras firmar un contrato de siete temporadas a razón de 18 millones de dólares, que le dejaron atado a la franquicia durante el periodo de mayor crecimiento económico de la competición. Esto habría sido impensable en el momento en el que decidió proporcionar un futuro seguro para su familia, una decisión que se entiende mejor poniendo sobre la mesa sus problemas de espalda que podrían haber acabado con su carrera en poco tiempo.
Este alero de 2,03 era capaz de hacer de todo sobre una cancha de baloncesto, y se convirtió en una pieza de valor incalculable en unos Bulls donde la mayoría de la atención recaía sobre el número 23. Cuando Michael Jordan decidió probar suerte en el béisbol, los de la ciudad del viento tuvieron delante de sus narices a un Scottie Pippen desatado, liderando al equipo en anotación por partido con 22 puntos así como en asistencias con 5,6 y en robos con 2,9, además de ser el segundo en rebotes de todo el equipo un total de 8,7 por partido. A pesar de la salida de su jugador franquicia, Scottie Pippen consiguió liderar a los Bulls hasta el tercer puesto en la Conferencia Este y retar a todos sus oponentes en los Playoffs.
Un ataque de efectivo como pocos
El triángulo ofensivo no está diseñado para que cualquier equipo pueda ejecutarlo de manera efectiva, o si no que se lo pregunten a los New York Knicks cuando intentaron implementarlo en el momento en el que Phil Jackson decidió hacerse cargo las decisiones en las oficinas del club. Scottie Pippen es uno de esos jugadores que permitió que los Bulls tuvieran éxito utilizando este tipo de ataque, sabiendo siempre en el lugar en el que estar y tomando las decisiones correctas en el momento adecuado cada vez que pisaba la pista.
Como es evidente, Michael Jordan era la principal referencia ofensiva de este equipo, pero Pippen estaba preparado para hacer el trabajo sucio en cualquier momento. Era capaz de anotar tiros en suspensión con mucha eficacia y crearse su propio tiro a partir del bote. Por no hablar de su capacidad para atacar el aro ante cualquier defensor. El porcentaje de acierto en tiros de campo de Scottie Pippen durante su etapa en los Chicago Bulls fue del 48,1% y de un 32,7% desde el triple. Tanto fuera como dentro, el alero era una opción muy efectiva para poder conseguir puntos fáciles.
Además, estamos hablando de un jugador con una visión de juego espectacular que permitía encontrar a sus compañeros en las mejores posiciones en cada posesión. Su mejor temporada fue de 7 asistencias por partido durante el curso de 1991-92, siendo uno de los primeros jugadores en revolucionar la manera en la que se jugaba en su posición y permitiendo a Michael Jordan tomar el mayor volumen de los tiros, un factor muy importante que le convierte en una pieza ganadora en su máximo significado, que siempre supo qué era mejor para el equipo a pesar de que ellos no siempre estuvieron a la altura de sus demandas en los momentos decisivos.
Todas estas cualidades ofensivas se hicieron patentes en su etapa con los Portland Trail Blazers, equipo al que llegó después de la retirada de Michael Jordan tras la consecución del anillo en 1998 y el posterior despido de Phil Jackson como bien se relata en el documental que todos estamos disfrutando en estos momentos de confinamiento. Scottie estuvo a un solo partido de meter a los Blazers en las finales del 2000 pero los Lakers de Kobe y Shaq consiguieron ganar en el Staples Center para hacerse con el primer anillo de lo que sería su particular ‘three-peat’. Hasta bien entrado en su carrera, Scottie Pippen siguió siendo uno de los mejores jugadores de la competición, y eso es algo que muchos siguen pasando por alto.
Un auténtico “toro” en la pista
Los más experimentados en la sala recordarán el famoso vídeo introductorio que daba paso a los jugadores de Chicago Bulls cuando saltan a la pista antes de enfrentarse a cualquier rival en casa. Los toros realizados con una animación que muchos tildarían de poco realista e incluso absurda por los avances tecnológicos que hemos experimentado en los últimos años, recorrían a toda velocidad las calles de Chicago hasta llegar a la cancha de baloncesto para simbolizar ese poder y el miedo que causaban a sus oponentes. A día de hoy sigue utilizándose una presentación parecida inspirada en la de antaño, con esa musiquita tan característica que nos hace a todos visualizar a Michael Jordan sobrevolando nuestros cerebros.
Probablemente, el jugador que mejor representaba esta analogía gráfica era Scottie Pippen. Si tratas de ver un partido de aquellos Chicago Bulls, a no ser que seas de la vieja guardia, notarás un grandísimo cambio. El ritmo era mucho más lento, y hasta incluso se te puede atragantar un poco y parecerte aburrido; es lo que tiene esto de ser millenial y disfrutar del baloncesto. Los Chicago Bulls no eran precisamente uno de los equipos con mayor ritmo de la competición, era un equipo mucho más práctico que buscaban las mejores opciones para atacar al rival en cada momento.
Sin embargo, Scottie Pippen era de aquellos pocos jugadores que aprovechaban los contraataques como ningún otro para crear opciones ofensivas, tanto para él como para sus compañeros. Podemos estar hablando de uno de los jugadores más letales en transición de toda la historia de la competición, algo que le permitía diferenciarse de los demás, así como deshacerse de los defensores con mucha facilidad para terminar cerca del aro y sumar puntos fáciles. Acciones como estas le convirtieron en un jugador tan interesante y en todo un rompecabezas para las defensas rivales, o si no que se lo digan a los SuperSonics o a los Jazz que lo tuvieron que sufrir en su máximo nivel. Un adelantado a su tiempo con un físico prodigioso que marcó el camino para la siguiente generación de aleros que empezaron a tomar el control del juego para evolucionar hasta lo que conocemos actualmente.
Uno de los mejores defensores de siempre
Scottie Pippen fue un Draymond Green de su era, capaz de defender cualquier tipo de posición con mucha efectividad. Phil Jackson contaba con toda una navaja suiza en el apartado defensivo que podía colocar en cualquier lugar de la pista, adaptándose al que fuera el mejor atacante del equipo contrario.
El alero contaba con una envergadura de 2,21, la misma que un tal Giannis Antetokounmpo al que tampoco se le da nada mal eso de defender. Sus largos brazos le permitían proteger el aro ante las posibles amenazas interiores así como anticiparse a las líneas de pase de los rivales para iniciar esos contraataques de los que ya hemos hablado donde era capaz de encontrar la mejor decisión en cada posesión para terminar con una canasta fácil.
Los datos hablan muy bien de su grandeza defensiva, pues fue seleccionado diez veces entre los mejores equipos defensivos de la competición, ocho veces en el primero y dos en el segundo. Fue una pieza clave en la defensa de los Bulls durante su etapa de auténtica dinastía, aunque los Bulls nunca consiguieron finalizar entre los 10 mejores equipos defensivos por cada 100 posesiones durante estas temporadas.