Historia de Chicago Bulls

Un fascinante recorrido por los cimientos de una cronología casi ilusoria con el fin de narrar una gran historia. Lo de los Chicago Bulls no es sino el triunfo de la paciencia, instrucción del fracaso y posterior educación del triunfo.

Nos situamos en el año 1966 cuando se engendra la sociedad llamada «Chicago Bulls». Por esos tiempos la «ciudad del viento» ya había sido el hogar de dos conjuntos profesionales de baloncesto, los Chicago Packers/Zephirs (actuales Washington Wizards) que se marcharon en el año 1963 a Baltimore, y los Chicago Stags, que primeramente fueron equipo de la antigua «BAA» y detrás de ello compitieron en la ya actual NBA. Este equipo desapareció en el año 1950, mucho antes de la creación de los Bulls.

A partir de este punto arranca la verdadera historia de Chicago. En sus primeros años los Bulls eran considerados un equipo férreo y defensivo. En estas temporadas nuestro equipo contaba con algunos buenos jugadores. El que más destacó de todos ellos fue el también legendario ex-entrenador Jerry Sloan. Bien secundado por otros cuantos, Jerry fue la primera figura de nuestra historia. En los once años que compitió, solamente el primero no lo pasó en Chicago, retirándose con unos promedios de 14 ppp y 7,5 rpp. Los Bulls eran en sus primeros años de vida un equipo irregular, clasificándose para playoffs algunos años sí y otros no. Esto cambió cuando mediante traspaso llegó Bob Love. Si Sloan fue el primer gran jugador de nuestro equipo, Love aún perdura como la primera estrella que tuvieron los Bulls. Nueve años defendió nuestra camiseta y en solo dos (el primero y el último) bajó de la veintena de puntos, poniendo su tope en la 71-72 con 25,8 ppp. Alero de más de dos metros, muy agíl y talentoso, con él los Bulls llegaron a ser una de las mejores defensas de la liga y llegaron incluso dos veces a la final de conferencia, pero no pudieron ratificar con una final de la NBA todos esos buenos años, los cuales la historia ha querido injustamente que los (casi) ignoremos.

Después de aquello vinieron años duros. Desde 1975 hasta 1984, solo en dos años se llegó a la postemporada. Durante ese periódo los Bulls no tuvieron una gran plantilla para competir. Pese a eso, por esa época hubo muy buenos jugadores en nuestro equipo, como por ejemplo Artis Gilmore, tal vez el mejor pívot de la historia del equipo. Desde sus 2,18 Artis siempre fue una pesadilla en la zona para los rivales. Siete temporadas pasaría en Chicago, en donde tendría unos promedios de 19 ppp y 11 rpp. Gilmore terminaría siendo Hall of Fame.

Después de tocar fondo en la 83-84 con un récord de 27-55 y cuajando la segunda peor temporada de su historia en cuanto a porcentaje de victorias hasta ese momento, Chicago tomó la mayor (y mejor) decisión de su historia. Era la noche del Draft de 1984. Los Bulls esa vez tenían la tercera elección. Después de que Houston eligiera a Olajuwon y que Portland hiciera lo mismo con Sam Bowie, los Bulls apostaron por un muchacho de Brooklyn que había ido a la Universidad de North Carolina. Su nombre era Michael Jeffrey Jordan.

 

Desde aquí nada fue igual. Hoy en día no podemos concebir a los Chicago Bulls sin Michael Jordan ni viceversa. Sus primeros años en la liga dejaron claro que él iba a dejar su huella en la NBA. En su temporada rookie llegó a los 28 ppp. Y solo era el comienzo.

Al principio de su carrera el «23» se ganó el apodo de «Capitán Marvel» debido a su gran poderío físico y a las jugadas tan espectaculares que firmaba cada noche. Jordan le agregaba a esto un mortífero tiro de cerca y media distancia, una intensidad de juego maravillosa y un IQ elevadísimo que le hacía sumar en todos los apartados del juego. Él era un jugador total, un adelantado a su tiempo.

En sus primeros seis años como profesional (84-90) Jordan llevó a los Bulls a dos finales de conferencia. En esos momentos, se le empezó a criticar a Michael que no fuera capaz de hacer a su equipo campeón. Con todo esto comenzó la temporada 90-91. Los Bulls tenían en sus filas además de Jordan a jugadores como Scottie Pippen (el cual acompañó a Jordan en casi todo su carrera en Chicago) y a otros como John Paxson, Horace Grant o Bill Cartwright. Después de firmar el mejor año de su historia con un 61-21, los Bulls llegaron a la finales de la NBA contra ni más ni menos que los Lakers de Magic Jonshon y James Worthy. No hubo color. Jordan promedío en esa serie 31 puntos, 11 asistencias, 7 rebotes y 3 robos. Con un 4-1, Chicago obtenía el primer anillo de su historia.

En los dos años siguientes vinieron el segundo y tercer anillo contra Portland y Suns respectivamente. Después de eso, estando en la cumbre de su carrera, Jordan decidió retirarse del baloncesto para pasarse al beísbol, deporte que amaba su padre, que fue asesinado en ese mismo año. Los Bulls entonces se quedaron vacíos de todo faro que pudiera iluminar su camino. Por suerte, esto solo duró una temporada y media. En 1994, comenzada ya la temporada, Jordan hacía público un comunicado de prensa que decía: «I’m Back».

La historia es conocida por todos. Michael volvió entre burlas y críticas para volver a ser el rey y conseguir el segundo three-peat, logrando el cuarto anillo contra los desaparecidos Seattle Supersonics y el quinto y sexto contra los Utah Jazz. Aquél era un equipo de ensueño (Pippen, Rodman, Kukoc, Kerr, Harper, etc), todos ellos bajo el mando del mejor entrenador de la historia, Phil Jackson. Ese equipo logró la mejor marca en temporada regular de toda la historia con el mítico 72-10. El último anillo contra Utah Jazz con la canasta decisiva de Jordan a falta de 5 segundos es ya un recuerdo imborrable en la memoria de todos.

Con esto se puso fin a la época dorada de los Bulls. Después vinieron años de mala gestión e irregularidad, y tras esos otros buenos con un equipo que formaban algunos grandes jugadores como Hinrich, Luol Deng, Ben Gordon, Ben Wallace, Nocioni, etc.

Con ese conjunto ya disuelto, Chicago era un equipo sin rumbo ninguno. Entonces llegó a la entidad el que posiblemente sea después de Jordan el jugador con más talento que ha vestido la camiseta de los Bulls, Derrick Rose. El MVP más joven de la historia es la base fundamental en donde residen las esperanzas actuales de los Bulls por alcanzar la gloria de nuevo. Ahora, junto con nuestro querido Pau Gasol y con otro jugador destinado a hacer historia en nuestro equipo, Joakim Noah, los Bulls han vuelto al mapa de candidatos, dispuestos a seguir luchando por este equipo y su legado, continuando una historia con muchas grandes páginas aún por ser escritas.