El año era el 2003. El Draft presentaba grandes promesas para el futuro de la NBA, casi haciéndonos sentir que estábamos en 1984. Cleveland seleccionaba con el número 1 a un joven proveniente de Akron llamado LeBron James, e inmediatamente lo nombraba su jugador franquicia. Toronto Raptors, con la selección número 4, elegía al oriundo de Dallas Chris Bosh, quien paso a paso se convertiría en el líder del equipo canadiense. Por último, Miami Heat se quedaría en la quinta posición con un joven Dwyane Wade, quien sería el único de los tres hasta ahora en ganar un título en el equipo que lo seleccionó. Sin saberlo, los tres pasarían a convertirse en una de las dinastías del baloncesto estadounidense, logrando dos anillos consecutivos y compartir con solo otros dos equipos el privilegio de participar en cuatro finales seguidas.
Once años después, la era del Big Three se ha acabado. LeBron James ha decidido regresar a Cleveland y buscar la consecución del único gran objetivo pendiente que tiene: obtener el anillo con la franquicia que lo seleccionó. Miami, por su lado, queda despojado de la estrella que ha servido como columna vertebral durante los últimos cuatro años de poderío. ¿Qué le depara al equipo de la Florida? ¿Hay un Miami Heat después de LeBron?.
Reconstruir la plantilla
Pat Riley no ha perdido el tiempo y ha iniciado la reconstrucción, y muchas cosas cambiarán a partir de la salida de LeBron. Los Heat no solo pierden a su principal arma ofensiva, sino también a quien controla el ritmo de juego, y a su mejor defensa, por lo que no será un trabajo sencillo lo que el presidente del equipo tiene en frente. En la NBA actual no existe otro jugador con las cualidades de LeBron, por lo que cambiarlo requiere obligatoriamente modificar el sistema de juego. Por eso, no sorprende que no solo se acuerde la llegada de un jugador para que ocupe su posición, como fue el acuerdo con Luol Deng, sino que se busque aumentar la profundidad de la plantilla, y en ese escenario el potencial arribo de Bledsoe se presenta como una necesidad más que como una mejora superficial al equipo. Miami ha perdido al jugador que tenía el balón en los momentos complicados, quien decidía qué y cómo se haría. Wade, como ya se ha demostrado, no está en condiciones físicas de cargar con tal responsabilidad, o al menos no está en condiciones de hacerlo durante toda la temporada. Mario Chalmers fue el punto más bajo de las finales contra San Antonio, por lo que tampoco se presenta como un candidato a ese rol. Lo más probable es que sigamos en presencia de una posesión compartida del balón, a menos que se efectúe la llegada de Bledsoe o que Napier experimente un proceso de adaptación a la NBA en tiempo record. También resulta probable que no veamos más salidas fulgurantes en transicción, ya que la ausencia de una figura tan atlética como era la de LeBron le quitará velocidad al equipo. La llegada de Josh McRoberts podrá ser también un arma a tener en cuenta, pues la triangulación en el poste bajo que permitirá el gran manejo del balón que tiene el proveniente de los Bobcats/Hornets presenta un panorama en el que las isolations sean menos usuales que en la temporada pasada.
Ataques más lentos, posesiones compartidas y triangulaciones del balón son algunas de las claves que caracterizarán al Miami post-Lebron.
El enigma Bosh
Esta nueva etapa de Miami se inició con la renovación de Chris Bosh. El Ala-Pivót convertido en Pivot fue la primera buena noticia que tuvo Pat Riley tras la partida de James, al confirmarle que rechazaba la oferta de Houston y aceptaba la suya por 5 temporadas y 118 Millones. Bosh será durante los próximos cinco años el jugador franquicia, un rol que no ocupaba desde sus años en Toronto. Allí, las cifras mostraban un Bosh mucho más ofensivo, logrando durante cinco años un promedio de al menos 20 puntos por partido, y en tres de esas cinco, al menos 10 rebotes. Miami Heat necesitará el Bosh de Toronto más que nunca, por lo que lo veremos intentar muchos más tiros al aro. La apuesta de Riley es fuerte, considerando que los promedios de puntos por partido de Bosh han caído año tras año en Miami llegando a unos 16,2 en la última temporada, pero tiene de dónde sujetarse, ya que como informábamos en notas anteriores, las cifras de Bosh mejoran considerablemente cuando LeBron no está en cancha, llegando a un sorprendente 45% desde la línea de tres.
El contrato ofrecido a Bosh, sumado a la ausencia hasta ahora de un center de jerarquía en la lista de incorporaciones, nos llevaría a pensar que Spoelstra seguiría apostando por jugar small ball, entregando en ataque al contrincante el rebote a cambio de un retorno veloz a la defensa. Para lograrlo con buenos resultados, necesitarán mantener un porcentaje de acierto en los tiros de campo considerablemente alto. Desde el lado de Wade eso no parece ser un problema, ya que en su última temporada promedió un 54.5% de campo (career-high). El peso recaerá sobre Bosh, quien, de no mantener el 51.6% del año pasado y aumentar la producción de puntos por partido, recibirá las críticas de un American Airlines Arena que ya ha sido duro con el jugador en mejores tiempos.
Un plan a corto plazo: Pensando en el 2016
Aún así, más allá de los resultados que se obtengan durante las próximas dos temporadas, el plan de Pat Riley no es crear la estructura de una nueva dinastía, sino fortalecer el equipo hasta la llegada del tan esperado año 2016. Estrellas como Kevin Durant, Al Jefferson, Joe Johnson, Dwight Howard, Damian Lillard, Kevin Love, Brook Lopez, Joakim Noah, e incluso el mismísimo LeBron James estarán libres de contrato con la posibilidad de ser incorporados por cualquier equipo, y Riley quiere tener la flexibilidad salarial suficiente para poder edificar un nuevo proyecto a largo plazo. Esto nos permite comprender los detalles de los contratos a las nuevas incorporaciones y renovaciones:
Luol Deng – 2 años y 20 Millones
Dwyane Wade – 2 años y 35 Millones
Udonis Haslem – 2 años y 2,7 Millones
Chris Andersen – 2 años y 10 Millones
Mario Chalmers – 2 años y 8 Millones
Danny Granger – 2 años y 4 Millones
Salvando la excepción de Chris Bosh, quien será el nuevo eje central del equipo, y Josh McRoberts, con quien se acordó una duración de cuatro años, Miami se aseguró llegar al 2016 con espacio salarial y disponibilidad de puestos en el equipo a completar, de forma que pueda organizarse tanto a nivel presupuesto como estrategia.
El futuro cercano de Miami se presenta como una incógnita en cuanto a resultados, a la vista de que muchos especialistas lo ubican en el cuarto puesto de la conferencia Este, mientras que otros hablan de un hipotético octavo. Lo que si es seguro es que, más allá de sufrir la baja de uno de los jugadores más importantes de su historia, Pat Riley y compañía han logrado edificar un plan de reestructuración, creando un equipo que, aunque no se postule como candidato, propondrá competencia y evitará a los seguidores y fans sufrir años de tanking .