Fuenlabrada consuma el descenso tras una temporada decepcionante

Tras la derrota el pasado fin de semana en Tenerife, Montakit Fuenlabrada certificó terminar la temporada en la última plaza, en un año para olvidar al sur de Madrid. Así, salvo que las permanencias administrativas lo impidan, el club fuenlabreño pone fin a diez años consecutivos en la máxima categoría, el mayor periodo en toda su historia.

Cuando uno busca motivos para esta situación, no puede empezar a fijarse en lo que ha sucedido en el banquillo. Hasta tres entrenadores han llevado las riendas del equipo esta temporada. El primero fue Luis Casimiro, destituido tras acumular 3 victorias y 12 derrotas para marcharse a Sevilla, con quienes a la postre ha logrado la permanencia pese a que también ocupaban plaza de descenso cuando llegó. La decisión fue muy criticada por la afición local, sobre todo cuando se supo que su sucesor era Hugo López, en la que sería su primera experiencia como entrenador en ACB. López amplió las rotaciones, pero su estilo autoritario provocó tensiones en el vestuario y abandonó el club tras sumar 3 victorias y 9 derrotas, dejando al Fuenlabrada en situación crítica. Por último, sería el segundo entrenador de López, Jesús Sala, el que también en su primera experiencia ACB tomaría el mando. Sala confió en ofrecer una mayor cantidad de minutos a jugadores jóvenes y logró el que va a ser el mejor porcentaje de victorias en el banquillo fuenlabreño este año, acumulando 2 victorias y 4 derrotas a falta de jugar el irrelevante partido ante Valencia de la última jornada. Con todo, insuficiente para lograr el complicado objetivo de la permanencia con solamente 8 victorias en total.

Uno de los problemas que generó esta inestabilidad en el banquillo ha sido la dificultad de gestionar una plantilla inestable y descompensada, a la que ha sido muy difícil sacar rendimiento pese a contar con Andy Panko, máximo anotador y jugador más valorado de la competición.

En el puesto de base se partía con dos bases muy jóvenes que pese a poseer talento, necesitan de un compañero experimentado antes de ser los máximos responsables de liderar el juego de un equipo ACB. Dani Pérez asumía ese reto, pero las lesiones y la falta de confianza de López le ha hecho atravesar una mala temporada en lo personal. Alberto Díaz ha sorprendido gratamente con su intensidad defensiva y su entrega, pero ha echado en falta un compañero con galones en ciertos momentos del partido. Como complemento llegaron en distintos momentos dos bases más, Andrés Rodríguez y Josh Mayo, pero ambos pasaron con más pena que gloria y jamás aportaron el liderazgo que se esperaba de ellos. Por último, en las últimas jornadas se repescó a Jorge Sanz de su cesión en el Peñas Huesca, aunque su aportación (aceptable para lo complicado del momento) ha sido principalmente reconvertido a escolta.

En el juego exterior el líder indiscutible es Andy Panko, todo un lujo para el Fernando Martín día tras día. Pero un equipo no puede sustentarse sobre un solo jugador, y nunca ha encontrado un aliado anotador en el que apoyarse para juntos sumar victorias. Ese rol recaía el año pasado en James Feldeine, un escolta con buena mano, pero también rápido y con habilidad penetrando. Su reemplazo debía haber sido Jimmy Baron que se mostró totalmente inefectivo y fue cortado rápidamente para traer a Steve Burtt. El americano, con un juego excesivamente individualista, logró ser el segundo máximo anotador del equipo, pero sus pérdidas de balón y decisiones precipitadas no fueron de gran ayuda, lo cual sumado a sus reiteradas faltas de indisciplina acabó con su salida del equipo por la puerta de atrás. Además de Baron y Burtt, también Papamakarios abandonó el equipo por su escaso rendimiento, y tan solo la llegada de Branko Cvetkovic se mostró como una nota positiva, aportando anotación y solidez defensiva. Para terminar, Andrés Miso logró confianza poco a poco, pero sufrió muchísimo en determinados momentos para estar al nivel que exige la competición.

En el juego interior todas las miradas están sobre Deji Akindele. El pívot nigeriano ha llegado a ser jugador del mes, siendo dominante en la pintura, anotando con una increíble facilidad y reboteando con seguridad. Sin embargo hubo un punto de inflexión en el cual su entrega desapareció y sus números han bajado drásticamente desde entonces, quedando en muchos momentos a la sombra de Moussa Diagne.  El joven senegalés por su parte ha sido un ejemplo de entrega y esfuerzo para sus compañeros, y con su lucha por cada rebote y cada defensa ha suplido sus problemas para anotar con facilidad. Por otro lado, otra de las decepciones ha sido Dani Clark que solamente a final de temporada, con Sala, ha dejado vislumbrar puntualmente al jugador que se esperaba. Incapaz de rebotear y sin ninguna intensidad defensiva, ha estado lejos de ser valioso para los suyos. Para terminar, el capitán Javi Vega cumplió con su rol, aportando defensa y anotación puntualmente desde el banco.

En resumen, Fuenlabrada ha sido un equipo que apoyado en Andy Panko, ha necesitado líderes que dieran un paso al frente y jugadores que conformaran un bloque sólido desde el banquillo. Un despropósito en muchos momentos que ha movido a la afición a pedir cuentas a la Directiva en los últimos partidos, acusándoles de mala planificación. Y no es de extrañar, pues el equipo parece ir a la deriva desde el fin de la era Ayón, echando de menos el espíritu combativo que un día les caracterizó, y que les ha llevado incluso a jugar en Europa.

Tocan tiempos duros. Reconstrucción en una competición menos exigente. Pero para ello, deberán construir un equipo de futuro y luchar no solamente por recuperar la categoría, sino por recuperar una identidad y valores que parecen desaparecidos, y ¿por qué no? El color azul, el color de la ciudad, como seña de identidad. Confiar en jóvenes talentos como Moussa Diagne, Chema González, Roland Smits o Jorge Sanz, que puedan ser las caras del Baloncesto Fuenlabrada de mañana que ya sueña con volver al lugar donde siente que pertenece, la ACB.