La química de Lillard y McCollum fuera de la pista, clave en su éxito

Son el segundo mejor dúo exterior en anotación

Fuente: Matt Sisneros (CC)
Fuente: Matt Sisneros (CC)

Si los actuales campeones, los Golden State Warriors, cuentan con Steph Curry y Klay Thompson, los Portland Trail Blazers no se quedan atrás y en lo que llevamos de temporada disponen de la segunda pareja exterior más anotadora de toda la liga. Damian Lillard y CJ McCollum están liderando a su equipo como se esperaba en el arranque de campaña, siendo uno de los dos siempre el máximo anotador en cada partido. Mientras que los de Oregon son últimos en su división con 4 victorias y 7 derrotas, lo importante para la franquicia es el desarrollo tan positivo de esta combinación, en la que está siendo clave la gran relación fuera de la cancha que ambos mantienen.

«Cuando tienes una relación fuera de la pista encajas mejor en ella y tienes más confianza. Y no tienes miedo en hacer responsable a cada uno. Simplemente nos entendemos».

Así explica McCollum, el escolta de tercer año que por fin ha explotado tras la prometedora serie de PlayOffs de la primavera pasada, lo que supone esa amistad con Lillard, el buque insignia de los Blazers. Estas tres campañas en Portland del ex de la Universidad de Lehigh han sido escenario de entrenamientos juntos, excursiones para patinar y noches de bolos durante la offseason, pero la relación entre ambos nació cuando McCollum todavía no había llegado a profesional. Lillard, en su primer año en la NBA, ya intercambiaba mensajes y hablaba con su actual compañero de equipo. Ahora hasta veranean juntos en Las Vegas y Los Angeles y sus madres se han hecho íntimas.

El base de los Blazers y también estrella en una pequeña universidad – Weber State – predijo al llegar a la escuadra McCollum, que «iba a ser tú y yo los próximos ocho o doce años. Vamos a ser nosotros dos». Aunque haya costado un poco llegar a este momento, ya que la presencia tanto de Wesley Matthews como Nico Batum bloqueaba sus minutos, el escolta se ha convertido por fin en ese número dos que anunciaba Lillard, promediando 20,9 puntos, 3,8 rebotes y 3 asistencias con un 39,7% de acierto en triples.

Ambos saben cuándo dejar al otro el protagonismo, y también son capaces de alegrarse honestamente del éxito ajeno. Cuando McCollum explotó en el primer partido y encestó 37 puntos – el mayor registro de su carrera -, su compañero de tandem exterior estaba especialmente feliz:

«Porque tenemos esa amistad, de verdad quiero verle hacer lo que hizo esta noche. Quiero ver cosas eso de él, y él quiere ver lo mismo de mí. Así que pienso que por lo que queremos ver de cada uno, y lo que queremos hacer juntos por este equipo, podría ser especial. Y creo que así será».

La confianza también se muestra en el conocimiento del juego de cada uno. «Después de todos estos años trabajando juntos tenemos una idea. Sé cuándo (Lillard) está listo para tirar. Él sabe cuándo estoy listo para penetrar». Lillard ha aumentado más aún si cabe su rol con estos Blazers, que se despidieron en verano de la era LaMarcus Aldridge, y está promediando números de candidato al MVP, con 25,1 puntos, 3,9 rebotes, 7,2 asistencias y 1,2 robos con un 39,1% de acierto en triples, intentando la espectacular cifra de 8,4 por encuentro.

Ambos comparten un origen personal parecido, y se conocieron por un amigo en común tras haber peleado por el título nacional de máximo anotador en la universidad. Los dos vienen de universidades pequeñas – y se rompieron un pie jugando allí -, son cercanos a sus madres y tienen un fuerte entorno familiar como elemento clave en el éxito de sus carreras y como personas, y es que el elemento personal es fundamental.

«Sé qué tipo de persona (McCollum) es por dentro. Sé con quién estoy yendo a la guerra, con alguien que no se va a rendir. Eso lo hace fácil.«

Este buen ambiente puede contrastar con lo que ocurrió con la anterior estrella de los Blazers, Aldridge, del que se dijo durante todo el verano que nunca pudo soportar que Lillard le hiciera sombra. Los dos All-Stars han negado que tuvieran problemas, pero cuando el río suena es porque agua lleva. Ahora el base de Portland, en su cuarto año en la NBA, siente que el apoyo de McCollum es bienvenido y sobre todo apreciado, aunque según él eso no quiere decir nada de ninguno de sus antiguos compañeros.

«La gente se lo puede tomar como quiera. Yo sé de dónde viene: CJ y yo eramos amigos antes de ser compañeros. Así que lo  que quiero decir es que eso significa un montón sobre lo que podemos hacer en la pista porque tenemos una relación.»